La efeméride se impone con la fuerza de los recuerdos. El uruguayo Alfredo Zitarrosa murió el 17 de enero de 1989, a los 53 años, a causa de una peritonitis. Con su muerte nació uno de los grandes mitos de la música uruguaya.
Poeta y locutor más allá de su amor por la música, factor que más tarde abrazaría profesionalmente, su infancia y adolescencia estuvo marcada por sus vivencias rurales. De ahí que amplios sectores del pueblo se vieron reflejados con la temática de sus canciones, donde la libertad, la educación y la pobreza eran tópicos centrales.
Sus primeras actuaciones internacionales fueron durante el festival de Cosquín en 1965 donde conoció a Mercedes Sosa y Atahualpa Yupanqui con quienes entablo una gran amistad. Más tarde, su trayectoria seria premiada en Venezuela. Estuvo vinculado al partido comunista uruguayo a comienzos de los años setenta, pero tambièn sería en esa época cuando debió exiliarse en España y México por un lapso de ochos años.
Regresaría más tarde a su país en 1984 con un gran júbilo popular en las calles de Montevideo. Por tal motivo ofreció un show en el Estadio Centenario que todavía es recordado, y que agotó localidades. En ese espectáculo repasó éxitos como “Milonga de niña”, “Doña Soledad”, o “Candombe del olvido”, entre muchos otros.
Durante su carrera grabó 25 discos que forman parte vital de la música uruguaya. Su muerte por una peritonitis en el verano de 1989 sorprendió a todo su país pero también a gran parte de los argentinos que supieron disfrutar de su música.