El primer ministro británico y el presidente de Estados Unidos mantuvieron una extensa charla en la que abordaron temas de actualidad relacionados con Ucrania, incluso el insistente reclamo de Volodimir Zelenski de misiles de largo alcance para acatar en territorio ruso, lo que implicaría una intervención directa de Occidente contra el país euroasiático que ya Vladimir Putin dijo que sería como una suerte de declaración de guerra total. Estos cruces se producen mientras los medios estadounidenses van deslizándose hacia la percepción de que Ucrania no está, a hoy, en condiciones de revertir su derrota. Al menos eso indica un informe de la cadena CNN en el que bajo la firma de Ivana Kottasová and Kostya Gak, basados desde Pokrovsk, Sumy y Kiev, se afirma que “los militares ucranianos luchan contra la baja moral y la deserción”.
“Dos años y medio de la ofensiva rusa han diezmado muchas unidades ucranianas. Los refuerzos son pocos y distantes entre sí, dejando a algunos soldados exhaustos y desmoralizados. La situación es particularmente grave entre las unidades de infantería cerca de Pokrovsk y en otras partes de la línea del frente oriental, donde Ucrania está luchando por detener los avances sigilosos de Rusia”, dice el informe en la cadena estadounidense, con entrevistas a personal en los frentes de batalla en el sur ucraniano.
Este lunes, visitaron a Zelenski el jefe de la diplomacia de EE UU, Antony Blinken, y su par británico, David Lammy. «Espero que después de nuestra conversación no quede ninguna pregunta sin respuesta sobre por qué Ucrania necesita suficiente capacidad de largo alcance», declaró luego el presidente ucraniano. Pero ese reclamo de misiles que podrían impactar más profundamente en territorio ruso no es acompañado -al menos hasta ahora- por la Casa Blanca ni por Alemania, según indicó el canciller Olaf Scholz. La insistencia de Zelenski en ese tipo de armamento resalta con la poca trascendencia que los medios occidentales le están dando a la hasta hace unos días «triunfal» incursión de tropas de Kiev en Kursk, lo que sería señal de que esa ofensiva fue controlada y desarticulada y de allí la necesidad de redoblar la apuesta.
Blinken y Lammy se limitaron, al inicio de la semana, a indicar que habían puesto en marcha otro paquete de ayuda financiera para Ucrania por un total de unos 1500 millones de dólares. En estos días, por otro lado, el portavoz del Pentágono, el general Pat Ryder, dijo que el último día de este mes expiran alrededor de 5900 millones de dólares de la Autoridad Presidencial de Reducción de Fondos para Ucrania, y que deberán “trabajar con el Congreso” para una extensión. La APRFU permite transferir artículos, armamento y servicios de defensa sin pedir el permiso puntual de los legisladores, por eso se necesita ahora una ampliación para poder continuar con la iniciativa. Algo complicado en estos tiempos de campaña electoral en Estados Unidos.
En marzo 2022, a poco de la incursión de tropas rusas en el Donbass, y cuando Turquía se había ofrecido al auspicio de una nueva ronda de negociaciones para un armisticio entre representantes de Rusia y Ucrania, el entonces primer ministro británico, Boris Johnson, viajó de improviso a Kiev para “aconsejar” a Zelenski de la inconveniencia de poner fin a la guerra. El nuevo premier del Reino Unido, el laborista Keir Starmer, no parece haber cambiado mucho la estrategia de su antecesor en ese sentido. Así que su encuentro con Biden no deja mucho espacio para creer que habrá alguna fumata blanca a corto plazo. «Ha sido una buena invitación del presidente, hemos tenido una reunión muy productiva y hemos llegado a una posición fuerte. Estoy muy contento de que hayamos mantenido estas conversaciones», dijo, sin detallar a qué se refiere con eso de “posición fuerte”. «Yo no esperaría un anuncio hoy sobre capacidades de ataque de largo alcance dentro de Rusia», señaló el portavoz de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, John Kirby, según destaca Europa Press.