Volodimir Zelenski se adelantó a la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca con un gesto de sometimiento que espera le reditúe alguna ventaja a la hora de discutir un tratado de paz con Rusia. Es así que, no contento con haber dejado caer el acuerdo para la provisión de gas que alimentaba a Europa por territorio Ucrania, en un extenso mensaje en sus redes sociales se jacta de haber propinado “una de las mayores derrotas de Moscú” cortando el suministro, avisa con todas las letras que espera la provisión “de gas estadounidense como ya ha mencionado el presidente Trump”. Con el registro de la debacle de sus tropas en los campos de batalla, tal parece que al presidente ucraniano no le quedan muchas cartas en el mazo que no sean alguna ayuda extra de la nueva administración de EE UU, porque de la de Joe Biden ya no puede esperar nada. Ya se gastó todos los cartuchos en la aventura.

El tema de la provisión de gas se convirtió en un problema para la economía europea y especialmente para la industria alemana, a raíz de las primeras sanciones y luego por el atentado contra las tuberías Nord Stream en septiembre de 2022. El contrato entre la empresa rusa Gazprom y la ucraniana Naftogaz estaba fechado en diciembre de 2019 y expiraba a los cinco años si no se rubricaba una extensión. De modo que el 1 de enero a las 8 de mañana -hora de Moscú- se cerraron los grifos.

Para Zelenski es una derrota rusa ya que, explica, “cuando Putin asumió la presidencia de Rusia hace más de 25 años, el transporte anual de gas a través de Ucrania hacia Europa sumaba más de 130.000 millones de metros cúbicos. Hoy, esa cifra es de 0”. Claro, su país pierde también: el acuerdo original garantizaba unos 7000 millones de dólares para Kiev pero desde las sanciones el volumen se fue reduciendo, en los últimos meses estaba alrededor de los 100 millones de dólares mensuales y ahora será de 0 para los dos.

La primera consecuencia es que Eslovaquia y Moldavia sufren en pleno invierno una reducción letal para la calefacción de sus hogares. Por tal razón el primer ministro eslovaco, que en las últimas semanas se entrevistó con Vladimir Putín para analizar alternativas, reclamó a los dirigentes europeos buscar soluciones. En represalia por la actitud ucraniana, el primer ministro Robert Fico anunció que discutirán en la coalición de gobierno “una reducción significativa en el apoyo a los ciudadanos de Ucrania que se encuentran en el territorio de Eslovaquia”

A Europa desde ahora solo llega el combustible del Balkan Stream, alimentado desde el Turkish Stream, a través de Rumania, Grecia, los Balcanes y Hungría. Por otro lado, la región moldava de Transnistria, reconocida como República Independiente por Rusia y de población rusófona, ya es la más afectada por el corte. Ese lugar puede ser un nuevo foco de conflicto OTAN-Rusia en ciernes.

La segunda consecuencia es que las tarifas de gas y de electricidad revelan notables aumentos en todos los países, a lo que se suma un incremento en alimentos y telecomunicaciones por el retiro de las rebajas impositivas que se habían decretado desde el estallido de la guerra en Ucrania. Desde este 1 de enero, por ejemplo, regresa el IVA del 21% sobre la electricidad en España. La crisis en Alemania, que vio reducida su economía por segundo año consecutivo, en torno al 0,3%, poco para los estándares argentinos, pero para la locomotora europea, una barbaridad que ya provocó la renuncia del ministro de Finanzas y una crisis de gobierno que se espera aventar con las elecciones adelantadas del próximo 23 de febrero.

El insumo que más encareció y voltea la competitividad germana es el gas. Desde Rusia, la agencia Sputnik sostuvo mediante una entrevista con el director del Centro Asiático de Estudios y Traducción en Egipto, Ahmed Mustafá, que “el efecto inmediato -del corte de suministro- será un aumento de los precios de gas natural en todas partes de Europa, lo que aumentará la carga sobre las economías ya frágiles y posiblemente elevará la inflación y reducirá el gasto de los consumidores”. La vocera de la cancillería, María Zajarova, declaró a su turno que “el principal beneficiario de la redistribución del mercado energético del Viejo Mundo y al mismo tiempo el principal patrocinador de la crisis ucraniana es EE UU”. Un dato quizás menor en este contexto es que el mismo día que expiraba el acuerdo Gazprom-Naftogaz, Putin iniciaba sus 25 años en el poder en el Kremlin, al asumir como presidente interino tras la renuncia de Boris Yeltsin. Con el nuevo siglo nacía esta otra Rusia, resurgida de las cenizas de la Unión Soviética.