Hace pocos días en el programa “Duro de Domar”, conducido por Pablo Duggan, la periodista Mariana Brey cuestionó de forma clasista y berreta la idoneidad de la diputada Natalia Zaracho para ocupar el cargo que ocupa, diciendo además una absoluta falacia cargada de un alto grado de aporofobia como que Natalia no sabe leer ni escribir.
Particularmente como no tengo canales de televisión (no por snob, sino porque el cable está carísimo y hace unos meses lo di de baja, como tantos argentinos víctimas de la motosierra), me entero de este hecho por un recorte que apareció del programa en portales de noticias. Mariana Brey cuestionaba a Natalia mientras el dirigente villero Pitu Salvatierra intentaba hacer una defensa solidaria en una clara incomodidad y enojo producto de los dichos infundados de su compañera de trabajo. Varias reflexiones se me vinieron a la mente junto con una profunda indignación. En primer lugar se me vino a la mente el filósofo Jacques Ranciere y su libro El maestro ignorante, inmediatamente pensé en la contradicción que implica decir lo que quiero decir sobre este hecho citando a un filósofo francés, pero la vida está llena de contradicciones así que no importa. Lo voy a intentar igual.
¡SE CANSÓ! EL PITU SALVATIERRA LE RECONTRA PUSO LOS PUNTOS A MARIANA BREY: «NO FALTES EL RESPETO» pic.twitter.com/SnB6ZFcmfG
— Revolución Popular (@RPN_Oficial) January 15, 2025
Ranciere, discípulo de Althusser, describió en su libro a un personaje ficcional llamado Joseph Jocotot para explicar la necesidad de que la educación no solo busque la emancipación de los sujetos y la igualdad, sino que parta de ella, derribando por tierra jerarquías entre la dicotomía en la cual el sistema educativo hegemónico occidental divide a los sujetos: “sabios / ignorantes”. Inmediatamente y buscando no ser tan euro-colonizada y haciendo un ejercicio que suelo hacer que consiste en buscar entre pensadores latinoamericanos conceptos a los que se le suele dar más difusión de boca de pensadores o cientistas sociales europeos, pensé en Enrique Dussel, porque básicamente los dos parten de premisas bastante similares. Por supuesto Paulo Freire debe ser de la partida si hablamos de cuestionar el sistema educativo hegemónico y sus jerarquías. Estos dos últimos además le suman por supuesto la mirada descolonizante.
Como decía, quizás sea contradictorio utilizar a pensadores que gozan del respeto y aceptación social que implica la academia para rebatir un argumento mal intencionado que busca minimizar saberes que justamente no vienen de la academia, pero yendo a la idea creo que Mariana Brey ignora una idea fundamental que explican de diferentes ángulos estos tres intelectuales: el sistema educativo hegemónico sostiene jerarquías de poder, y se sustenta en la falsa idea de que el saber viene siempre de un lugar externo, cuestionar esa estructura es lo realmente complejo y lo que implica una “inteligencia” superior.
Sin pretender explicar la teoría de estos dos autores en su totalidad lo cual sería imposible de hacer brevemente, mencionaré solo algunas ideas que pueden ayudar a entender porque Brey se equivoca además de ser una mala leche. Digo Brey como representación de una gran parte de la sociedad, sin caer en individualizaciones sobre alguien a quien no conozco y solo tenía de nombre como periodista de chimentos.
Ranciere habla de la importancia de la emancipación y la igualdad. La emancipación intelectual implica cuestionar la autoridad, someter a un análisis crítico al poder, desarrollar la autonomía, aprender por uno mismo y reconocer la inteligencia en todos.
Enrique Dussel, filósofo, pedagogo, y teólogo argentino, naturalizado mexicano, habla de la importancia de una reforma educativa en América Latina y la descolonización de la enseñanza cuestionado que en nuestra región todavía la enseñanza es profundamente europeizante y colonial, algo que claramente se pretende profundizar en nuestro país con gobiernos como el de Javier Milei y la difusión de discursos que incluso surgen del propio campo “nacionalista” sobre la idea de negar la invasión europea y la masacre de millones de originarios en nuestras tierras. Me estoy yendo por las ramas, pero volviendo al hecho televisivo, cuestionar la educación formal como la única forma de saber posible es lo que debe surgir como respuestas a críticas como las de Brey, que como ya dije, representan la mirada de muchos otros y otras.
Por otro lado, el recurso de sacar la carta de la extrema valoración del nivel educativo alcanzado por una persona para denostarla o por el contrario elevar su valía se les cae a comunicadores como Brey cuando por otro lado defienden recortes presupuestarios a la educación, el desguace de instituciones como el Conicet o la crítica constante a la educación pública. Dejando en claro que para ellos la educación es solo eso, una excusa para cuestionar la participación política de los sectores postergados.
Los saberes de Natalia Zaracho -que sí sabe leer, escribir y además organizarse con sus compañeros, y destaco este punto porque es lo que en realidad le molesta a las Brey de la vida- son saberes que cuestionan al poder de lo establecido, poder que pretende excluir a las “zaracho” del mundo de la posibilidad de cuestionar y de la intención de modificar la realidad. Son como, dirían Ranciere o Dussel, saberes emancipadores, saberes que surgen de las vivencias, esos que no necesitan de un título que los acredite ¿Acaso el saber de encontrar las herramientas para sobrevivir en un mundo que excluye al 80 por ciento de su población y la obliga a vivir al margen de todo, sin acceso a tierra, ni a techo ni a trabajo, no es un saber y una capacidad superlativa? En un mundo coherente Natalia Zaracho debería ser, como es para muchos, ejemplo de capacidad, portadora del saber mas importante de todos, el de mirar de frente a un mundo que buscó condenarla al olvido, plantarse a pesar de todos los obstáculos y buscar no solo la superación individual, que de ultima ya hubiese sido un enorme logro, sino organizarse para buscar la salida colectiva, para ella, sus vecinos de Fiorito, y ahora desde una banca la salida colectiva de un país que aunque muchas veces le de la espalda le pertenece y la constituye.
Ojalá la educación más valorada fuese la que enseña a cuestionar lo establecido, y principalmente el saber más respetado. El que nace de la intención de hacer de este país y este mundo uno mucho más humano, donde reine el amor y la igualdad por sobre todo.