“Nunca seré más joven que hoy”, versa uno de los pasajes de “Caída libre”. La canción no sólo forma parte del flamante álbum de Wos, publicado el jueves pasado, sino que también revela la dermis del repertorio. Descartable, título de este tercer larga duración, se encuentra atravesado por la urgencia. Al tiempo que reacciona frente a la cultura de lo prescindible en la que quedó atrapada la sociedad occidental. Si antes lo efímero se sintetizó con la warholiana expresión de los “15 minutos de fama”, ahora la consumación del hecho parece durar lo mismo que una historia de Instagram. En el enclaustramiento al que obligó la pandemia se auguró con tesón que la inminente normalidad era sinónimo de un mundo mejor. Pero el álter ego de Valentín Oliva se sumó a ese colectivo latente de artistas que canalizó tempranamente su decepción a la falacia, a través de una reacción lírica y estética distópica.
Ante la luminosidad primaveral o el tornasol otoñal, Wos fue inclinando la balanza hacia la taciturnidad del invierno. Al igual que la estación, su propuesta sale a embeberse de la calle en el ocaso. Cuando el sol decide hibernar tempraneramente. Entonces su cancionero y su flow se funden con el gris, aunque nunca llegan a trascender la frontera del inframundo. Y es que hay que padecer la lucidez para comprender las consecuencias de la transgresión. Si bien en su disco anterior, Oscuro éxtasis (es sustancial hacer a un lado la sugerencia a la que invitan el título y el arte de tapa), empezó a dar señales de sentirse cómodo en ese degradé, esta vez el cantante y compositor decidió probarse en la zona abisal de las emociones. Quizás nunca se hubiera atrevido sin la complicidad de Evlay, su socio y brújula. El asidero que ayuda a no perder las perspectivas.
En ese proceso de retroalimentación entre artista y productor, el último pateó el tablero el año pasado con su disco debut solista: 333. De la misma forma que Omar Varela o el tándem de Orodembow y 0600, el nativo de Villa Caraza pudo manifestar y explayar su idiosincrasia sonora. Desconocida hasta ese momento. A manera de preludio del bajonazo libertario que estaba por ensombrecer a la Argentina, buscó responderle al oscurantismo social, cultural y político con más oscuridad. Inspirado por la vista panorámica de su estudio: el cementerio de la Chacarita (barrio nativo de su producido). Y además lo hizo apelando a los diferentes matices de la música electrónica. Por eso se puede comprender que Wos se subiera a esa sintonía en Nuevas coordenadas, apertura de Descartable (vale la pena destacar que la canción «Melancolía» cuenta con el aporte de Gustavo Santaolalla en ese rol y en el ronroco).
La dialéctica entre ambos es lo más parecido a lo que tuvo la música popular contemporánea argentina a la relación del juglar metropolitano estadounidense Gil-Scott Heron con el alquimista Bob Thiele, en los dos únicos discos de tamaña sociedad. Lo que en este caso queda en evidencia en el ya mentado “Caída libre” (lo mejor del álbum), suerte de oda impresionista que surfea en el rap ensimismado, y en “Que se haga tarde”: lo más cerca que estuvo el artífice de 26 años a Violator, obra maestra de Depeche Mode. Si hasta el momento no se usaron los adjetivos “hiphopero” o “freestyler” es porque el icono alternó el juego métrico con su veta cancionera. El tema que da nombre a este material expone el ejercicio. Hace rato que viene amagando con ese deseo, y finalmente se animó. Lo que también patentó en la ecolástica «Quemarás», cuyo featuring está a cargo del Indio Solari.
Tras poner a circular en 2023 la balada arrebatada «Arrancármelo», a la que le siguió la onírica «Morfeo», Wos lanzó el miércoles último, a manera de single, el tema que grabó con el otrora frontman de los Redondos. Fue el propio invitado el que lo vaticinó en diciembre, luego de revelar en una entrevista los nuevos artistas argentinos a los que admira. Dialogan de tú a tú en el desarrollo de la canción, en la que se yuxtaponen sendas maneras de reflexión ricotera. Algo parecido sucedió con el irreverente Dillom en «Cabezas cromadas», donde el anfitrión buscó vincularse desde el post punk y la entonación. La otra colaboración del disco, a cargo de Natalia Lafourcade, no sumó ni tampoco restó en “La niebla”: a la que le cuelga la chapa de “canción minimalista” de Descartable. A pesar de la novedad que suda en estos 16 tracks, el MC no tomó distancia del rock. Todo lo contrario. Lo enalteció.
Wos aún procura la mejor versión de sí mismo. Por más que encontrara en la dinámica entre rap y rock una vitrina para manifestarse, en su tercer álbum se animó a otros esquemas (el interludio «Pausa», próximo a la épica incidental, es una oportuna referencia basada en un sampleo de «La grasa de las capitales», de Serú Girán). No es que antes no lo hiciera, pero en esta entrega, aparte de modernizar su rock («La cochería» es una semblanza, al igual que el pseudo country «7/8»), y de seguir sumando música popular (el carnavalito pro cumbia «Melancolía»), afiló y también afinó su puntería poética. En «Quemarás» reza: “Podés resistirte a todo, menos a la tentación en tus modos. El amor es un sentir y también una idea”. Mientras que en «Morfeo» hace alarde de su contundencia “Ahora ya no culpo a las rutinas. Algunas te aplacan y otras te salvan la vida”. Gimnasia del tiempo que toca vivir.
Wos – «Descartable»
- «Nuevas coordenadas».
- «Descartable».
- «⅞».
- «Quemarás» Ft. Indio Solari.
- «Cabezas cromadas» Ft. Dillom.
- «Morfeo».
- «Caída libre».
- «Pausa»
- «La cochería.»
- «Melancolía».
- «Estímulo».
- «Ermitaño».
- «Que se haga tarde».
- «La Niebla» Ft. Natalia Lafourcade.
- «Sur».
- «Arrancármelo».