El sistema de vouchers en salud –así como en educación– fue una de las promesas estrella de la campaña electoral de Javier Milei. A seis meses de asumir, el gobierno celebró esta semana el estreno del mecanismo en una localidad del norte bonaerense, gestionado por una administración afín. Ocurrió sin precisiones sobre sus alcances ni sobre su réplica en otros puntos del mapa, pero especialistas advierten que detrás de la voucherización, no hay más que privatización, tercerización y desfinanciamiento de la salud pública.

El debut fue en San Nicolás. El ministro de Salud, Mario Russo; la secretaria general de la Presidencia, Karina Milei; y el presidente de la Cámara de Diputados, Martín Menem, viajaron para presentar el nuevo sistema en un sanatorio construido con fondos públicos y gestionado por una empresa, el Grupo Oroño. El voucher permitirá que unos potenciales 50 mil vecinos y vecinas sin obra social ni prepaga puedan elegir si atenderse en el centro público o en la clínica privada. Pero esa atención sólo será a nivel primario: los abordajes de mayor complejidad seguirán en el hospital. El municipio costeará esa atención: financiará la demanda y no la oferta, en términos de mercado.

“Básicamente lo que están haciendo, tras una desinversión en el primer nivel de atención, es remplazar el gasto que significa tener centros de salud planificados en función de la población y las necesidades epidemiológicas, y comprar la oferta existente del sector privado al mismo precio. Pero sin quedase con nada de la estructura”, sostuvo el ministro de Salud bonaerense, Nicolás Kreplak, en declaraciones a Tiempo. “En vez de tener planificación y organización como el resto del sistema, lo plantean al revés. Lo hace muy difícil para integrarse con el hospital provincial, que es el que resuelve la mayoría de los problemas, porque cambia la lógica del funcionamiento y trabaja con otros actores no regulados. Pero sobre todo, es infinanciable. Si el municipio pone un Centro de Atención Primaria de la Salud, coparticipa. Con esto, no. Se va a hacer cuesta arriba. Reduce la recaudación de coparticipación del municipio”.

Foto: Ministerio de Salud de la Nación

Contra la historia

“Si sólo subsidiás a aquella persona que consulta y lo hacés en el privado, vas a desfinanciar el resto del sistema y cuando necesites estructura pública no la vas a tener”, advirtió Leonardo Caruana, médico y ex secretario de Salud de Rosario. “Se avanza en una modalidad que va contra la historia de los sistemas de salud en Argentina, desde Carrillo (primer ministro de salud) en adelante. Uno puede tener críticas y plantear mejoras, pero nunca una mejora puede ser arrasando lo público”.

Para Caruana, una de las dificultades que presenta el sistema tiene que ver con situaciones de brotes o catástrofes, que requieran el uso urgente de infraestructura pública y articulada. Como el reciente brote de dengue, o antes la pandemia. “No es lo mismo tener una política de producción pública de repelentes y que el Estado fije el trabajo sanitario que tener un Estado desdibujado que se acompañe de un modelo que fragmenta la atención, con el primer nivel a cargo del privado. Además ese dinero que va a sostener a los centros privados deja de estar en el sector público, no es que se suma”.

Foto: Ministerio de Salud de la Nación

Libertad (para pocos)

Para el cirujano Oscar Atienza, magíster en Salud Pública y docente de la Universidad Nacional de Córdoba, el sistema de vouchers es inviable en Argentina: “En Canadá o el Reino Unido la persona tiene un número de seguro y un médico encargado que indica sus estudios. Esas prestaciones se pueden dar en el sistema público o en el privado, y las paga el Estado. Funciona en centros urbanos grandes. En Argentina, no”. Puso el ejemplo del pueblo cordobés de Chacho, con 157 habitantes: “De esas personas, van a consulta médica 20-30 por mes. Si sólo financiás la demanda, ¿cómo hacés para que sea rentable? No hay modo. Esos son los centros que van a tener que cerrar. Ya lo dijo Milei”.

El gobierno fomenta el sistema de vouchers por su «eficiencia» y por la posibilidad de elección que da a quienes lo utilicen. Para Atienza, esa chance será para pocos. “Va a haber ciudadanos ‘de primera’ que van a poder elegir, pero en un distrito del interior no. Van a tener solo el público. ¿Y cómo hacés en esos pueblitos para garantizar la atención? La gente se va a tener que mover a centros urbanos grandes”. En cuanto a las y los profesionales de la salud, se pregunta: «¿Qué médico o enfermero va a querer ir a un pueblito para atender 20 consultas por mes si en la capital lo puede hacer en medio día y cobrar por consulta? Hoy van porque tienen un sueldo, movilidad, un adicional por zona desfavorable. Eso no es rentable si lo mirás desde el mercado”.

Los antecedentes de la familia Passaglia

“Lo anunciado por el gobierno, en asociación con una familia que tiene antecedentes en el impulso de la privatización -los Passaglia- no tiene nada de nuevo. Durante la gestión como ministro de Salud de Ismael Passaglia, padre del hoy intendente, se denunciaron innumerables negociados y la planta del sector público de salud bonaerense fue reducida de 13 a 9 mil profesionales”, dijo María Boriotti, de la Federación Sindical de Profesionales de la Salud.
Desde ATE cuestionaron que el sistema “imita a una vieja idea del Banco Mundial que ya fracasó en los ‘90″. Ante la consulta de Tiempo, el Ministerio de Salud de la Nación afirmó que “están en evaluación otras iniciativas” y que el plan depende de la “iniciativa de cada municipio”.