Casi 99 millones de mexicanas y mexicanos están habilitados este domingo para ser parte de una jornada electoral de gran significado histórico: es una certeza inapelable que será electa la primera presidenta mujer. Y es casi casi otra certeza que será Claudia Sheinbaum, la candidata del oficialismo, a quien las encuestas de todo tipo y color dan entre 15 y 30 puntos arriba de Xóchitl Gálvez, que representa al rejunte de la partidocracia tradicional.

Calificado como “el proceso electoral más grande de la historia mexicana” por la cantidad de cargos en juego (20.708), además de la Presidencia se renovará la totalidad del Congreso —las 500 bancas de Diputados y las 128 del Senado—, se elegirá la jefatura de la Ciudad de México y de otras ocho gobernaciones, así como 31 legislaturas estatales y miles de cargos locales.

La protagonista de la jornada, y seguramente de los próximos seis años en tierra azteca, es una científica de largo recorrido académico que en el año 2000 se topó con un Andrés Manuel López Obrador recién asumido como jefe de Gobierno de la capital mexicana y aceptó ser su secretaria en la cartera de Medio Ambiente. Fue el puntapié inicial de una larga relación marcada por la lealtad absoluta.

Luego fue su vocera en la campaña presidencial de 2006 (en la que perdieron con un famoso y grosero fraude) y en 2011 formó parte de la fundación del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), una escisión del PRD. En 2015 fue electa alcaldesa de Tlalpan y, tres años después, cuando AMLO llegaba a la presidencia, Sheinbaum se convirtió en la primera mujer jefa de Gobierno de la Ciudad de México.

La reelección del progresismo mexicano se asienta en la alta popularidad con la que termina su mandato el presidente saliente. Tras cinco años y medio de gobierno, y aun con la pandemia en el medio, AMLO se despide del sillón presidencial (y, según dice, de la política), ostentado una aprobación envidiable para cualquier gobernante actual. Un apoyo popular superior al 60% basado en la estabilidad económica y en una batería de políticas sociales inclusivas.

Como la Constitución mexicana sólo permite un único mandato presidencial, AMLO tejió una cuidadosa estrategia para delegar el poder a una persona de su máxima confianza, en lo que parece ser una transición de liderazgo mucho más armónica que en varios otros países de la región.

En el cierre de campaña, Claudia Sheinbaum se comprometió “a guardar el legado” del actual mandatario, a quien llamó “el mejor presidente de la historia de México”. También convocó a “construir el segundo piso de la Cuarta Transformación”, como bautizó AMLO el proceso en curso.

El triunfo de Sheinbaum se percibe bien cercano, además, ya que México es uno de los cinco países de Latinoamérica donde no existe segunda vuelta. Otra particularidad es que el voto no es obligatorio, y suele rondar entre el 60% y el 65% del total del padrón.

La implosión del “conservadurismo”

La probable holgada victoria de Morena desnudará también la descomposición de los partidos tradicionales. El otrora súper poderoso PRI, que gobernó por 70 años, el vetusto PAN y el más reciente PRD (que supo ser de centroizquierda) se unificaron bajo una candidatura que nunca logró despegar.

Xóchitl Gálvez es una empresaria del rubro tecnológico e ingeniería en computación, nació hace 61 años en un pueblito del estado de Hidalgo y arrastra una poco trascendente carrera política como funcionaria durante la presidencia de Vicente Fox, alcaldesa de un municipio de la capital (2015-2018) y luego senadora por el PAN.

El desprestigio que arrastra la alicaída derecha mexicana y la escasa lucidez política de Gálvez le allanaron el camino a Morena pese a la ardua “guerra sucia” que se desplegó en los grandes medios y en las redes para intentar vincular al oficialismo con el narcotráfico.

El tercer candidato es Jorge Álvarez Máynez, nacido en la ciudad de Zacatecas hace sólo 38 años. Máynez es licenciado en Relaciones Internacionales, estuvo en el PRD, en Nueva Alianza y hasta en el PRI, y desde hace varios años es diputado por el Movimiento Ciudadano, de orientación ideológica difusa. Apuntando sobre todo al voto joven urbano, esta fuerza política aparece por ahora minoritaria pero con potencial de crecimiento en el próximo sexenio.

Nuevo mapa político

Si el escenario presidencial luce bastante previsible, la atención de las urnas estará en la composición del futuro Congreso, y en si Morena logrará la mayoría calificada de dos tercios (hoy tiene mayoría simple) para poder aprobar una serie de reformas constitucionales planteadas por AMLO.

Las miradas también estarán puestas en las disputas de ocho gobernaciones, principalmente en la capital donde el progresismo gobierna hace 27 años y buscará revalidar con Clara Brugada, de perfil más a la izquierda que Sheinbaum.

En parte gracias a la ley de paridad sancionada en 2019, las elecciones de este domingo marcan un claro avance de los liderazgos femeninos. El hecho de que por primera vez una mujer llegue a la Presidencia, en un país con una carga patriarcal y machista tan arraigada, marcará un cambio de época.

“Es tiempo de mujeres y de transformación, eso significa vivir sin miedo y libres de violencia, y desde esta tribuna le digo a las jóvenes, a todas las mujeres de México, compañeras, amigas, hermanas, hijas, madres, abuelas: no están solas”, arengó en su último acto. Todo puede trastocarse en caso de algún evento extraordinario de violencia política, que tuvo un triste récord en esta campaña con más de 30 candidatas y candidatos asesinados por los grupos criminales. Sin dudas, el persistente poder del narco, extendido a cada vez más regiones, será el principal desafío que tendrá sobre la mesa la próxima presidenta.