Desde su aparición en la escena con Las Bay Biscuit su nombre está asociado a la vanguardia, a la faceta más disruptiva del under de los ’80 y lo más innovador de los ’90 y los 2000. Luego de aquella experiencia que encabezó sobre todo con Fabiana Cantilo y que la llevó a participar en shows de Patricio Rey y Los Redonditos de Ricota y más tarde con Los Brujos, Vivi Tellas se volcó de lleno a la experiencia en la dirección teatral, donde creó y encabezó Teatro malo, en la que sin intención alguna fue estableciendo las bases de lo que más de una década después sería su gran hallazgo escénico: el biodrama, toda una experiencia de tipo teatral para los protagonistas, el público y ella misma. En esa búsqueda por conocer a la gente, como dice, fueron objeto de su deseo la pintura y el cine, con algo menos de devoción.
-¿En qué momento dijiste basta de gran teatro, por decirlo de algún modo, y te volcaste de lleno al biodrama?
-Empecé a pensar biodrama, la palabra y cómo trabajar eran una forma de empezar de nuevo, en otro carril, justo cuando había terminado de hacer La casa de Bernarda Alba en la sala Martín Coronado del San Martín. Fueron meses de lleno total, con un equipo increíble y al terminar sentí como que me quedé sin teatro. Ahí empecé a hacer el biodrama. Con mi mamá y mi tía, justamente con mi mamá y mi tía. Quería buscar ese momento de inocencia y la fascinación por el error.
-¿Hace mucho que no cantás “Cuando calienta el sol”?
-Jajaja. ¡Hace muchísimo! Recuerdo eso con muchísimo cariño con Las Bay Biscuit. Aparte, yo en ese tiempo no cantaba para nada. Desde el ’81, ponele.
-¿No la cantaste más?
-No, no, no. Canto como actriz pero no soy cantante. Qué divertidas Las Bay Biscuit en esa época.
-En ese entonces decían que ustedes hacían las cosas casi bien ¿el biodrama es casi bien o bien del todo?
-Está totalmente ligado al error, a fallar, al azar. Hay muchos colegas que vinculan todo mi proyecto de Teatro malo (experiencia con la que recorrió los primeros ’90), que era un autor que escribía todo mal y yo lo llevé a escena cuando me recibí en la Escuela Municipal, en Dirección, y empecé con ese proyecto. Me interesa el error, la falla. Con las Bay Biscuit en ese momento era más bien una referencia a la conquista americana, que no les había salido bien porque éramos indomables. Entonces con las chicas que cantábamos “Cuando calienta el sol” o “Volare”, que una vez hicimos con Charly García en el Coliseo. Y nos vestíamos sexys, pero todo mal. Siempre me interesó ese hueco que se arma del azar, del error como posibilidad de algo nuevo. Desde la certeza es muy difícil crear algo nuevo.
-¿La inteligencia artificial nunca podría hacer biodrama?
-Mirá, tendría que pensarlo. Habría que desafiar a la inteligencia artificial. Con un amigo que está muy en eso le pedíamos cosas imposibles, por ejemplo, que escriba un tango sobre el cambio climático: buscábamos juntar cosas que usualmente no van juntas. Queríamos poner en crisis a la inteligencia artificial. Pero le salía bastante bien, che.
-¿Con qué cosa no experimentarías?
-Con el fascismo. El Holocausto, los militares, la dictadura. Haría otra cosa, otro tipo de reflexión. Creo que hay mundos que no se pueden representar.
-¿Tu hija Rita Palus salió experimentadora con vos?
-Sí, es bastante experimental. Pero es de virgo, es muy concreta, me encanta eso. Y en la época que yo me formé era todo muy en contra. Desde la dictadura hasta los espacios, el feminismo: hoy todo eso cambió, en especial el feminismo que para mí es más que nada la complicidad entre mujeres.
-¿Cómo sería eso?
-La complicidad entre mujeres.
-¿No la hubo siempre?
-Nooo. Para mí es el feminismo lo que cambió eso. Y todo lo que queda por pensar y recorrer. Pero para mí una cosa fuerte es la complicidad entre mujeres, eso cambió un montón, por suerte. Hay mucho más compañerismo, comprensión.
-Si tuvieras que hacer un biodrama de la Argentina de hoy, ¿por dónde empezarías?
-Por Evita.
-¿Seguís pintando?
-Sí, a veces. En realidad llevo toda mi información -soy recibida de la Escuela de Bellas Artes también- al teatro. Y tengo también mucha relación con los artistas visuales. Un poco mi compañerismo con Guillermo Kuitca viene de que nos entendemos en ese mundo de la pintura. Lo tengo siempre ahí y a veces dibujo y pinto. Siempre pienso que cuando sea viejita, ahora soy viejita pero cuando no me pueda mover, voy a pintar más. Voy a ser artista visual. O cantante, jajaja. Ojalá pueda seguir hablando.
-¿Y si no hicieras arte qué harías?
-¡Uf, dios mío! Sería desesperante para mí. No me puedo imaginar mi vida sin ser artista, sin hablar de arte, sin estar con artistas. Es como mi patria. Dedicaría mi vida a ayudar a niños que sufren.
-¿Tenés algún bar favorito?
-En cada barrio elijo un bar. Varela Varelita de Scalabrini y Paraguay. Trato de tener lugarcito favoritos en cada barrio. Mar azul cuando estoy en el centro (Montevideo y Tucumán). Y en Villa Crespo donde vivo hay un barcito nuevo a la vuelta de mi casa. No me gustan los lugares que son iguales a todos, me aburren.
-¿Qué futbolista elegirías para hacer un biodrama?
-A Messi, me parece re sexy.