La derrota de Newell’s Old Boys por 1-0 ante Defensa y Justicia, en un partido marcado por un gol agónico de Juan Miritiello en los últimos segundos, desató una serie de disturbios fuera del estadio Coloso Marcelo Bielsa. Lo que comenzó como una manifestación de los hinchas de la Lepra en protesta por el mal momento futbolístico del club, terminó en un violento enfrentamiento con la policía, que reprimió con dureza a los  hinchas.

La situación se descontroló tras el pitazo final, cuando los jugadores de Defensa y Justicia, tras la victoria, se vieron obligados a abandonar el campo bajo la protección de los efectivos policiales. Estos, levantando escudos, formaron un túnel improvisado para resguardar a los futbolistas del conjunto de Florencio Varela, mientras que los hinchas, enfurecidos por la derrota y la crisis institucional, arrojaban objetos hacia ellos.

Sin embargo, lo más grave ocurrió fuera del estadio. Los hinchas, que ya venían mostrando un creciente malestar durante todo el partido, decidieron protestar contra la dirigencia de Newell’s, liderada por el presidente Ignacio Astore. En su reclamo, exigieron la renuncia del presidente y la de toda la Comisión Directiva, generando una manifestación que, en principio, no parecía desbordar. Sin embargo, la respuesta de la policía no tardó en llegar, y fue mucho más violenta de lo esperado.

Marianela Sorrequieta, hincha del club, relató en primera persona el desmesurado accionar de los efectivos de la policía. Según su relato, los hinchas de la platea doble, muchos de ellos familias con niños, comenzaron a manifestarse pacíficamente, expresando su descontento con la situación del club. Sin embargo, cuando la policía intervino, la situación se transformó en un caos. «La policía montada, bastonazos y un tirar balas de goma a mansalva, sin medir, sin ver a quién», aseguró Sorrequieta, destacando lo desmedido de la represión. La violencia no discriminó entre adultos y niños, y los efectivos de la policía perseguían a los hinchas, golpeándolos y disparando balas de goma sin control.

Marianela destacó que los hinchas no estaban causando disturbios, sino que simplemente se encontraban expresando su descontento. «Los hinchas no estaban rompiendo nada, solo se estaban manifestando», explicó. La tensión se disparó cuando, supuestamente, un hincha arrojó un banco a los efectivos policiales, lo que habría provocado que uno de ellos resultara herido. Este hecho, según Sorrequieta, fue el «puntapié inicial» de la desmesurada represión, que incluyó a la policía persiguiendo a los manifestantes por el interior del parque cercano al estadio.

Lo que muchos de los hinchas vivieron esa noche fue una situación de terror. La policía de Santa Fe, según los relatos, estaba «esperando la oportunidad para cagarte a palos», y cuando finalmente encontraron un motivo para intervenir, la represión fue brutal. Marianela no dudó en calificar la actuación de la policía como «desmedida», y subrayó el sufrimiento de quienes solo buscaban protestar pacíficamente. La violencia de los agentes de seguridad fue tan extrema que los hinchas corrían desesperados, intentando escapar de la persecución mientras los efectivos los seguían golpeando.

Este episodio pone de manifiesto la crisis institucional que atraviesa Newell’s, un club que vive una situación crítica tanto en lo futbolístico como en lo organizacional. La presión sobre la dirigencia es cada vez mayor, y los hinchas, hartos de los malos resultados, se ven obligados a alzar su voz en medio de un contexto de frustración. Los disturbios fuera del estadio son solo la punta del iceberg de una crisis mucho más profunda.

La derrota ante Defensa y Justicia es solo uno más de los golpes que ha sufrido el equipo, que ocupa el 13º puesto en la Zona A del Torneo Apertura, con solo tres puntos obtenidos a través de una victoria, mientras que el resto de los encuentros se han traducido en derrotas. La protesta contra la gestión de Astore, que ya viene arrastrando una creciente disconformidad entre los hinchas, se agrava con cada nuevo revés deportivo, y la tensión aumenta con el clásico que se avecina ante Rosario Central.

El accionar de la policía y la respuesta de los hinchas reflejan el clima de desesperación que vive Newell’s. Mientras el equipo lucha por encontrar una identidad y salir de la crisis futbolística, la dirigencia, encabezada por Astore, sigue siendo el blanco de las críticas de los hinchas. En este marco, el futuro del club parece cada vez más incierto, mientras los hinchas continúan alzando su voz, exigiendo un cambio, aunque a un alto costo: la violencia desmedida de la represión policial.