El primer ministro británico enfrenta su primera gran crisis desde que asumió el cargo, hace justo un mes, con la peor ola de disturbios en Inglaterra en más de una década. Los incidentes, que comenzaron en la semana pasada tras el asesinato de tres niñas de entre 6 y 7 años en una academia de baile en Southport, Liverpool, se extendieron luego de una catarata de mensajes anti-musulmanes y anti-inmigrantes en las redes sociales que despertaron una ola racista que incluyó incendios en mezquitas y hoteles para solicitantes de asilo.

En ese contexto dramático donde se cuela el discurso ultraderechista más tóxico, renace la disputa entre conservadores y laboristas. Keir Starmer ganó el comicio del 4 de julio, cuando logró una amplia mayoría en als elecciones adelantadas, y desplazó al torie Rishi Sunak. El dato es que los conservadores basaban la campaña electoral en acusaciones sobre debilidad cuando no complicidad de los laboristas con la inmigración. De manera que Starmer no solo lidia con una situación explosiva sino con la oposición y los medios afines, que le reclaman mayores controles a la inmigración.

 “Les aseguro que se arrepentirán de haber participado en este desorden”, prometió Starmer en una conferencia de prensa en la que dijo que hará “lo necesario para que los matones terminen entre rejas”. Mientras tanto, las imágenes que se reproducían en los medios y en las redes eran escalofriantes, con grupos de neonazis golpeando a individuos en solitario, escenas de barbarie que no se veían desde hace décadas y enfrentamientos feroces con grupos antifascistas que salieron para repeler las golpizas.

Los disturbios se iniciaron en Southport, donde se registró el ataque contra las tres menores, que fueron acuchilladas aparentemente por un joven de 17 años al que en las redes se identificó como un inmigrante ilegal. De inmediato la crisis estalló -¿coordinadamente?- en Liverpool, Bristol, Tamworth, Middlesbrough y cruzó a Irlanda del Norte. La ministra de Interior, Yvette Cooper analizó que esos grupos sacaron a relucir su odio racial y aprovecharon para saquear locales atendidos por asiáticos y la emprendieron contra mezquitas.

Cooper anunció un paquete de unos 40 millones de dólares adicionales para proteger a los templos musulmanes. Lo que llama la atención es que esta ola antiinmigrante y antiasiática surja a un mes de que el anterior primer ministro, de ascendencia india, hubiera tenido que dejar el gobierno. Y que en los 14 años que gobernaron los tories nunca había ocurrido algo similar. El exlíder laborista, ahora independiente, Jeremy Corbin, pidió a Cooper una reunión urgente para tratar la situación generada por la extrema derecha.

Este domingo grupos enmascarados atacaron un hotel en Rotherham, al norte de Inglaterra, donde son alojados inmigrantes, informa Europa Press, y varios policías terminaron con heridas. «Hoy en Rotherham hemos visto cómo atacaban a nuestros agentes y hay al menos diez heridos. Hay importantes daños y un incendio fuera de un hotel lleno de personas y trabajadores aterrorizados», dijo la comisaria jefa adjunta de Yorkshire Sur, Lindsey Butterfield. «Estas acciones inconscientes no han logrado nada más que pura destrucción y sembrar el miedo entre la gente y toda la comunidad», agregó.

Otro hotel, en Tamworth, en Staffordshire, de la misma cadena que el anterior, Holiday Inn, también fue atacado. En Liverpool quemaron una librería y en Southport se emitieron órdenes para que la policía tenga poderes extraordinarios que les permiten parar y registrar a cualquier individuo sospechoso. Unos 40 agentes resultaron heridos allí. “Cristo es rey”, “Detengan los barcos”, “Salven a nuestros niños», gritaban manifestantes neonazis que se agolparon en Londres el viernes.

En Bristol se informó sobre 16 detenciones en disturbios violentos ocurridos en el centro de la ciudad. Se presentaron cargos por reyerta, desorden público agravado por racismo, crueldad animal, agresión a un trabajador de los servicios de emergencia y desórdenes violentos. Un caballo de la Policía recibió un puñetazo y dos perros policías fueron atacados a patadas.

«Tenemos una larga tradición facilitando las protestas pacíficas en Bristol, pero lo que vimos anoche no era una protesta y jamás aceptaremos esas escenas vergonzosas», dijo el inspector jefe de la Policía de Bristol, Vicks Hayward-Melen. «Los responsables pueden esperarse que pronto estemos ante su puerta. Vamos a identificar y a llevar ante la justicia a los responsables de esta violencia criminal y estos desórdenes», advirtió.  

alg con información de NA, Europa Press y Sputinik