María Eugenia Vidal en los spots, en la tele, en la radio, en el teléfono, en la puerta de tu casa. La gobernadora asumió un doble rol en la campaña de las elecciones legislativas: ser la jefa de campaña y la cara visible del «equipo», la candidata sin boleta. 

La alta credibilidad de Vidal fue la base de la estrategia electoral del oficialismo. Desde el año pasado en las usinas de campaña de Cambiemos ya hablaban del rol protagónico que tendría Vidal asumiendo el rol que el consultor Jaime Durán Barba pensó para ella: el de «mamá leona» que cuida a los bonaerenses y que pide el voto para su equipo. 

En el arranque del proceso electoral, Vidal vetó a la diputada Elisa Carrió, quien quería ser senadora por la provincia para competir con la ex presidenta Cristina Kirchner y la convenció de jugar por Capital. Asumió, en cambio, el riesgo de instalar a un candidato que era desconocido hace tres meses para la mayoría de la gente, el ex ministro de Educación nacional, Esteban Bullrich, apostando a la “transferencia” de votos. 

El proceso no fue fácil y fue cambiando al ritmo de las encuestas en la campaña previa a las PASO. Primero lo subió a un escenario 360 para «venderlo» junto al resto del equipo: Gladys González, Graciela Ocaña, Héctor Flores y Guillermo Montenegro y después lo sumó a una maratón mediática. Lo hizo casi en soledad ya que, en ese primer tramo, el presidente Mauricio Macri participó poco y lejos del Conurbano, por su imagen negativa. 

Muchos descreían de la estrategia pero el resultado electoral del 13 de agosto mostró que funcionó: Bullrich quedó sólo 20 mil votos abajo de la ex presidenta. Claro que Vidal jamás se movió del centro de la escena electoral: grabó los spots y los mensajes telefónicos, encabezó cada acto de campaña en distintos puntos de la provincia, sumó a los candidatos a los actos de gestión, encabezó los timbreos de cada sábado (y del resto de la semana) y se paseó por todos los medios de comunicación en horario prime time en los días previos a los comicios. 

Tampoco se movió de su eje discursivo: la lucha contra las mafias, el cambio que está por llegar «para siempre» y la polaridad con «el pasado» que representa Unidad Ciudadana. Bullrich mostró que Vidal tampoco podía ceder un centímetro de ese protagonismo: las veces que se soltó cometió errores. Comparó el aborto con el “Ni una menos” y destacó como un logro de la gestión macrista que “cada día hay un pibe más que está preso” frente al estupor indisimulable de Vidal. No volvió a pasar: ya en el segundo tramo de la campaña, Bullrich apareció sólo lo justo y necesario y siempre a su lado, en un segundo plano y con escaso margen para hablar. 

La omnipresencia mediática de Vidal en las últimas semanas se mantuvo aún con la suspensión de la campaña, desde ayer, por la conmoción que provocó en todos los partidos políticos la aparición de un cuerpo en el río Chubut en el marco de la investigación por la desaparición de Santiago Maldonado. Ese fue y es para Vidal un tema incómodo que, sin embargo, no pudo esquivar en los últimos días. «Fue un final (de campaña) que hubiéramos preferido que no estuviera», dijo hoy y acotó que «la gente dice que el clima es raro». El resultado del domingo mostrará si el caso impactó o no en la estrategia electoral de la Gobernadora.