Viernes por la tarde. Casi 30 grados. Algo zumbando. Un mosquito, en pleno invierno. Entonces viene la imagen mental que genera el alerta: si ya hay mosquitos ahora, ¿qué va a pasar este verano con el dengue? ¿Se hizo algo en todo este tiempo?
Con la calidez repentina de estos primeros días de agosto y la salida de las mangas cortas de los cajones es inevitable pensar en el retorno de los mosquitos.
Tras el récord de casos de dengue que registró la Argentina este año y con la certeza de que el avance de la enfermedad irá en aumento, la especialista Victoria Cardo –investigadora del Grupo Ecología de Enfermedades Transmitidas por Vectores de la Escuela de Hábitat y Sostenibilidad de la UNSAM– advierte: “El Estado nacional debería estar sumamente presente en una problemática que claramente es creciente y no se va a ir sola. Ya no es como ocurría hace algunos años, en los que el periodo interepidémico era más o menos grande y estábamos tranquilos por algunos veranos. Vimos epidemia en 2023, epidemia en 2024 y la perspectiva es que esto continúe”.
Dengue, invierno y epidemia
–Los mosquitos recién parecieron haberse ido con la llegada del frío polar. ¿Vamos camino a tenerlos todo el año, como un país tropical?
–El mosquito vector del dengue tiene una estacionalidad muy marcada, que arranca en noviembre-diciembre. Su pico poblacional es en febrero, marzo y abril. Con la llegada de los primeros fríos, los adultos desaparecen y queda su estructura de resistencia: el huevo. Hay otros mosquitos que tienen otras estrategias y están en distintos momentos del año. Camino a tener mosquitos adultos activos todo el año en zonas templadas, no creo. En el norte del país, sí.
–¿Qué se debería estar haciendo en esta época de cara a la próxima temporada?
–Los huevos de Aedes aegypti soportan el frío extremo. Quedan adheridos a las paredes de los recipientes. Cuando se recuperan las condiciones favorables, eclosionan. Por eso el mejor momento para descacharrar es el invierno, cuando tenemos un banco estático de huevos, del que depende la población de la temporada siguiente. Ahora se debería estar limpiando, descacharrando y removiendo huevos. Es un excelente momento para no descuidar las tareas de prevención, como tirar agua hirviendo en desagües y rejillas.
–¿Cuál es la proyección de contagios para este año?
–Ocurrieron procesos simultáneos. Por un lado, que la cantidad de casos ha ido en aumento drásticamente. En la temporada 2023 teníamos unos 100 mil casos y en la 2024, 500 mil. Además, se amplió el área de injerencia. Aedes aegypti tenía una distribución acotada en Argentina y hoy llega a las puertas de la Patagonia. Y lo que pasó el último invierno es que en Chaco hubo transmisión de dengue todo el año. No había ocurrido nunca. Creo que eso también disparó la epidemia de 2024. ¿Qué podemos hacer? Hay que insistir en la prevención y se requiere de una presencia mucho más fuerte a nivel Estado. En la epidemia de este año faltó muchísimo. Tanto en cuanto a campañas como a acciones concretas. Las campañas apuntan mucho a la responsabilidad del ciudadano común, pero olvidan un montón de otros actores y potenciales criaderos y zonas de riesgo en los que el vecino no tiene injerencia. Como los cementerios, con gran cantidad de floreros que se transforman en criaderos.
–¿Cómo se lo combate?
–La estrategia de gestión integrada es la recomendable. La fumigación es una buena herramienta cuando hay certeza de circulación viral en la población de mosquitos adultos en la zona. Pero no sirve para bajar la densidad de mosquitos per se. Porque en general mata a los adultos con los que entra en contacto, pero no va a afectar a los inmaduros y en una semana se reanuda el ciclo. El descacharreo es básico, pero no es algo que el vecino pueda resolver por sí mismo siempre. La vacunación es una herramienta nueva y a medida que las epidemias se acumulan y la circulación de distintos serotipos es más frecuente, quien ya cursó dengue podría ser ventajoso que se vacune, siempre con consulta médica.
–Casi no se plantea la necesidad del aislamiento de una persona contagiada.
–El aislamiento de una persona contagiada es muy importante. Los mosquitos tienen un rango de vuelo muy acotado, no se mueven a más de 100-200 metros del criadero. En las epidemias el virus se disemina muy rápidamente por el movimiento de personas. La palabra aislamiento nos recuerda al covid, pero no es que la persona tiene que estar encerrada o con barbijo. Es importante que quien está con síntomas use repelente, manga larga, tenga mosquiteros o tul de cama en lo posible. Para que la población de mosquitos no siga incorporando más virus. El tema suele estar muy dejado de lado en las campañas de prevención. «
Vacunas para pocos
Después de una epidemia de dengue que marcó un récord en Argentina, el Gobierno Nacional presentó en mayo el Plan de abordaje integral del Dengue 2024-2025. Desde entonces y pese a las recomendaciones de especialistas, casi no se vieron campañas de difusión y prevención.
En cuanto a las vacunas, se anunció que este mes comenzaría la estrategia focalizada, en la población de 15 a 19 años de las provincias con alta incidencia que no la hayan iniciado. Pero aún no hay mayores precisiones y Nación emitió una orden de compra por sólo 160 mil dosis.
Además de las provincias del norte, que en muchos casos ya habían comenzado sus propias campañas, en los últimos días Santa Fe anunció que compraría vacunas para iniciar la inoculación este mes.