Esta semana comenzó a verse de modo descarnado la verdadera cara del modelo económico y social que impulsa Javier Milei: la pobreza creciendo de modo vertiginoso. ¿Es original? No. ¿Es extremista? Sí. No podía ser de otra forma por los propios rasgos personales del presidente. Se suma la conclusión que se impuso en la derecha argentina para interpretar el fracaso de Mauricio Macri.
En el concurso de análisis políticos y de pases de factura de la derecha, luego de que Macri no lograra su reelección, triunfó la tesis que públicamente defendía Patricia Bullrich: que la caída fue provocada por quedarse «a mitad de camino».
El constructor de catástrofes Federico Sturzenegger lo festejó en una entrevista radial esta semana. “Javier Milei logró en un mes lo que Mauricio no consiguió en cuatro años”, dijo.
Si Sturzenegger festeja quiere decir que el sufrimiento popular está en un momento esplendoroso.
Es cierto que Milei fue más rápido. Una idea de la velocidad de empobrecimiento de la sociedad la dan las cifras de pobreza de la Dirección de Estadística y Censos de la Ciudad de Buenos Aires. La Ciudad lleva más de 16 años gobernada por la derecha. No hay forma de sospechar que sus estadísticas pretendan favorecer a la gestión anterior y perjudicar a la de Milei.
En el tercer trimestre de 2023, incluso después de la devaluación que aplicó el exministro Sergio Massa luego de las primarias abiertas, la cantidad de personas bajo la línea de pobreza alcanzaba al 25% de la población en la Capital. Es un número inmenso. Buenos Aires es la ciudad más rica de la Argentina y de Latinoamérica. Los datos aportados por el mismo organismo para el primer trimestre de este año indican que la cifra subió al 35%. Creció casi 50% en seis meses, marcados centralmente por el ascenso de Milei.
No resulta difícil imaginar lo que puede ocurrir en Chaco, Jujuy, Tucumán, zonas del Gran Buenos Aires, los alrededores de Rosario. Es tan simple como mirar lo que cuentan los servicios, los remedios, el transporte, la comida, y preguntarles a los amigos del barrio cuánto ganan. La cuenta no es compleja. La pobreza se extiende como una bruma que se cuela por debajo de la puerta de millones de hogares.
Las viejas ideas de la derecha, las que Milei encarna, ya que no trajo ninguna novedad, sostienen que empobrecer a la población atrae inversiones. Ahora, con las tarifas más caras de la región, los salarios aplastados y beneficios fiscales casi humillantes como los del Rigi, se supone que las grandes multinacionales y los superricos como Elón Musk dejarán caer unas monedas de sus fortunas para –quizás– extraer litio, gas, alguna materia prima de esas que en la Argentina abundan. ¿Acaso eso, si es que ocurre, alcanzará para que la economía crezca y los salarios y empleo suban?
No hace falta retroceder demasiado para ver con qué modelo económico la sociedad argentina vivió mejor. La velocidad de los acontecimientos de la última década permiten un repaso rápido. Se trata de hacer el ejercicio de volver con la imaginación al 2014.
Por cierto no fue el mejor año del ciclo kirchnerista, y aún así, si se hace ese ejercicio imaginario con honestidad, dejando de lado prejuicios ; si se hace el intento de recordar cómo vivía cada uno y su entorno; las ilusiones que se tenían; los objetivos que se podían proyectar y cumplir; si se recuerda de qué se hablaba en las reuniones familiares y de amigos, se encontrará la respuesta.
Por momentos puede parecer que era otro país, pero no. Era este mismo ubicado al sur del continente. Y no fue hace 50 años. Fue hace poco. Era otro modelo. «