Mientras manejaba su auto hacia La Calera, en Córdoba, a diez kilómetros de la capital, Tomás Cuellar vio el despliegue militar. Era la zona del regimiento. Había retenes en todo el camino. Un soldado le hizo la seña para que frenara el vehículo. Era 1974. Cuellar no iba solo. Llevaba escondidos a dos acompañantes: dos dirigentes gremiales que habían pasado a la clandestinidad perseguidos por la Triple A. Uno de ellos era Agustín Tosco, secretario general de Luz y Fuerza, referente del Cordobazo, el levantamiento obrero y estudiantil que este jueves cumple 55 años. A Cuellar lo necesitaban de salvoconducto. Era un ídolo de Belgrano, su capitán mítico, el líder de un equipo inolvidable que tres años antes había peleado el campeonato Nacional. Cuellar los tranquilizó, les dijo que no dijeran nada, que hicieran silencio. Cuando paró, el futbolista bajó la ventanilla y saludó al militar con una sonrisa.
—Soy Cuellar, de Belgrano— le avisó.
—Ah, Tito, pase, pase sin problemas— le dijo el militar con rapidez.
El auto llegó un rato después a La Calera. El fútbol había salvado a Tosco. Cuellar, una leyenda de Belgrano -falleció en 2007-, para muchos el ídolo máximo del club, conocía al dirigente gremial desde hacía más de diez años, de cuando había entrado a trabajar a la Empresa Provincial de Energía de Córdoba, donde continuó incluso cuando comenzó a jugar en Primera. A la mañana iba a la EPEC y a la tarde se entrenaba con el equipo. Como futbolista, siempre colaboró con el sindicato Luz y Fuerza. Tosco, sindicalista clasista y combativo, le tenía cariño y respeto. Una tribuna del Gigante de Alberdi lleva el nombre de Cuellar.
Sobre de qué cuadro era hincha Tosco hay una discusión histórica. “No está muy claro el tema y hay varias versiones, pero ninguna confirmada fehacientemente. Hay quienes dicen que era de Talleres. Incluso existe un libro, creo que de Taurino Atencio, donde se dice que iba a ver partidos de la ‘T’ y gritaba sus goles. Pero no se termina de dar por válido eso. Los de Belgrano sostienen que era hincha del club, porque nuestra casa estaba cercana al Gigante (en barrio Los Naranjos), donde casi todos eran de Belgrano”, le dijo Héctor, hijo del dirigente sindical, a La Voz del Interior en 2017.
Héctor, que tenía once años cuando su padre murió todavía en la clandestinidad, durante 1975, es hincha pirata. Tosco, en realidad, llegó a contar que se hizo de Huracán. “A los 9 años -reveló en la revista Primera Plana- decidí hacerme hincha de fútbol y en vez de optar por el campeón de la temporada, Independiente, me hice hincha del único equipo que logró derrotarlo”. Admiraba, dijo, a Herminio Masantonio.
“Vengo del barrio del Cordobazo, vivo en el barrio más popular”, canta la hinchada de Belgrano. No sólo fue la rebelión de 1969. También fue la Reforma Universitaria de 1918. Arturo Orgaz fue uno de los fundadores del club el 19 de marzo de 1905, el primer presidente. Tenía 14 años. Abogado, ensayista, y también futbolista, Orgaz llegó a ser senador provincial por el Partido Socialista durante la década del 30. Pero, sobre todo, fue uno de los impulsores de la Reforma junto a Deodoro Roca, el redactor del Manifiesto Liminar, también socio de Belgrano.
La Reforma Universitaria y el Cordobazo forman parte de la identidad de Belgrano. “Alberdi, barrio de luchas populares”, se leyó una vez en la camiseta celeste. “Belgrano tiene el orgullo de haber estado siempre en el mismo lugar. La relación es indisoluble. Uno no se imagina a Alberdi sin Belgrano o a Belgrano sin Alberdi. No sólo porque la cancha esté ahí. Ambos tienen una tradición obrera, estudiantil, de raigambre popular. Eso es lo que nos identifica”, explica Víctor Baissi, colaborador del departamento de cultura del club, a cargo del museo. “Es una relación simbiótica. Fueron creciendo juntos. La pasión futbolera fue de la mano de todo lo que pasó en el barrio. Aunque Belgrano es de 1905 y Alberdi es llamado así desde 1910. Antes era Pueblo la Toma, habitado por la comunidad comechingona. Es otra de las resistencias a la colonización. el barrio también está atravesado por esa historia”, agrega Pablo Iván, responsable del área.
Como en la Reforma Universitaria, el epicentro del Cordobazo fueron las manzanas que rodean al Hospital Nacional de Clínicas, a pocas cuadras del Gigante de Alberdi. Obreros y estudiantes organizados para enfrentar a la dictadura de Juan Carlos Onganía. Aunque se gestó durante varios días, su pico fue el 29 de mayo de 1969: paro general y movilización contra la caída de los salarios, los despidos, la venta del patrimonio nacional. Represión y resistencia. Lucha insurreccional. Una de las rebeliones populares más importantes de la historia argentina. El Mayo cordobés.
En Belgrano siempre está presente. Actividades con el hijo de Tosco, Héctor, y con el nieto, Agustín, ambos hinchas celestes. Proyección de documentales como “Tosco, grito de piedra”, de Adrián Jaime, o “Brujas del Cordobazo”, de Luciana Dadone y Andrés Dunayevich, basado en el libro de Bibiana Fulchieri, “Mujeres del Cordobazo”. También hay charlas. Iván, del área de cultura, cuenta sobre el Paseo Pirata, una caminata que se organiza para socios y socias y que para en distintos puntos para contar la historia y a sus personajes. Una forma de mantener el vínculo del club con el barrio.
“Se ha ido haciendo como una tradición. Hubo gente que al principio decía que no mezclemos política con el club. Pero contamos que la política es parte de la vida y es indivisible Belgrano de Alberdi y en Alberdi pasaron estas cosas. Y forjaron la identidad que tenemos”, dice Baissi. Esa identidad es la que también se ve en los murales del barrio. Celestes y piratas. El club y la Reforma Universitaria. El club y el Cordobazo. Uno de ellos recuerda la declaración de los estudiantes y obreros hace 55 años: “Primer territorio libre de América Latina”.
Héctor Rodolfo Vera | Socio
27 May 2024 - 08:43
Excelente nota, gracias.