Restan cinco semanas para las nuevas presidenciales en Venezuela que llegan con un clima de menor tensión social y política que en anteriores ocasiones. Probablemente porque esta vez las negociaciones entre el gobierno de Nicolás Maduro -que va por una nueva reelección- con un amplio espectro opositor resultó más civilizado en este proceso. Al punto que en las últimas horas logró que ocho de los diez postulantes firmaran un pacto de respeto de los resultados electorales. Sólo dos opositores no lo aceptaron: Edmundo González Urrutia (Mesa de Unidad Democrática), quien tachó el acuerdo de «imposición unilateral», y Enrique Márquez, exrector del Consejo Nacional Electoral, ahora candidato independiente por la Coalición Centrados en la Gente.

Maduro los acusó: «No acudieron al llamado de la patria». Y luego fue más allá: «Dejaron de firmar los dos títeres de la oligarquía. ¿Por qué creen ustedes que ellos no firmaron el acuerdo para respetar al CNE y los resultados? Porque ellos pretenden gritar fraude, porque pretenden traer (…) el golpe de Estado». Sí lo rubricaron Antonio Ecarri Angola (La Nueva Venezuela); Luis Eduardo Martínez (Alianza Histórica Popular); José Brito (PV); Daniel Ceballos (AREPA-Pacto de la Esperanza); Javier Bertucci (El cambio); Benjamín Rausseo (Conde) y Claudio Fermín (Soluciones para Venezuela).

Claro que la Unidad Democrática los calificó de colaboracionistas con el régimen y fustigó el acuerdo al que acusa de ahondar las dificultades de la oposición para desarrollar su labor, «coherente con el sesgo que caracteriza esta campaña desigual». Incluso llegaron a plantear que busca desplazar la candidatura de González, lo que fue desestimado incluso por analistas afines. Además, el propio candidato denunció que el consejo electoral inhabilitó en las últimas horas a una decena de alcaldes antichavistas de dos regiones del país, los municipios de Motatán (departamento de Trujillo), Tubores y Villalba (Nueva Esparta) «por apoyar mi candidatura». El oficialismo respondió la acusación mostrando documentación que probaría las irregularidades de esas postulaciones municipales.

Nicolás Maduro asumió la presidencia venezolana el 5 de marzo de 2013 y el camino hacia su continuidad parece allanado sin inconvenientes. Fue él quien puso su firma en el acuerdo que celebró públicamente.

No fue lo único que celebró. Las encuestas, las más cercanas al oficialismo y también las que habitualmente favorecen a la oposición marcan una destacada supremacía de Nicolás Maduro, quien transita un claro crecimiento en las voluntades de voto en las últimas semanas. Por ejemplo, se pueden tomar los informes de la agencia Hinterlaces como la encuestadora Dataviva. Hace sólo unos días un relevamiento de la primera arrojó datos contundentes para el presidente, quien podría consolidar su gobierno con alrededor del 55,6% de los sufragios, mientras que apenas un 22,1% optaría por elegir a Edmundo González. La encuestadora, incluso posiciona al oficilaismo con una intención de voto mayor, con más del 56,2%, y en su trabajo, la oposición más cercana no llegaría al espectro de la quinta parte del electorado (19,3%).

González es un diplomático de 74 años, que incluso desarrolló su labor en la Argentina, donde fue embajador entre 1998 y 2002, durante los gobiernos de Rafael Caldera y Hugo Chávez. Además fue uno de los mediadores para la incorporación de Venezuela en el Mercosur. Se convirtió en candidato tras la inhabilitación de la líder María Corina Machado, que arrasó en las primarias opositoras celebradas en octubre pasado.

Otro dato que infló el pecho del gobierno venezolano fue el discurso de hace pocas horas del economista Jeffrey Sachs en un seminario sobre Desarrollo Económico que se realizó, justamente, en Caracas: «Venezuela necesita y puede lograr un aumento masivo de la actividad económica una vez que pueda escapar de las sanciones estadounidenses».