El 28 de julio las elecciones presidenciales de Venezuela serán el centro de atención del mundo. Desde 2018 la situación económica y política de Venezuela ha estado bajo la mirada internacional; en un contexto de cambios en el sistema global, sus protagonistas siguen atentamente los acontecimientos en el país caribeño. 

Desde hace varios años el gobierno venezolano y la oposición han avanzado en diversas instancias de diálogo y acuerdos, en miras de subsanar una democracia que, a los ojos del mundo, encuentra dificultades para desarrollarse en plenitud. Si bien la polarización dentro de Venezuela es inobjetable, los puntos de contacto entre la oposición y el oficialismo han mostrado avances significativos. Más aún si se compara con la dinámica previa, cuyo pico de tensión fue la autoproclamación de Juan Guaidó como presidente interino, reconocido y apoyado diplomática y financieramente bajo la administración Trump. 

En esta oportunidad la oposición se presenta bajo distintos candidatos. Sin embargo, Edmundo González Urrutia es quien nuclea las voces más radicales de la oposición venezolana en los últimos años. Uno de los temas más abordados durante todo el proceso electoral ha sido la supuesta proscripción de María Corina Machado, líder y figura central de la oposición actual. Si bien se encuentra inhabilitada para competir electoralmente, poco se habla del porqué. El Consejo Nacional Electoral (CNE) tomó la decisión a raíz de la causa judicial que investiga el pedido de sanciones económicas e intervenciones extranjeras en el país por parte de Machado.

Tras confirmarse la inhabilitación, Machado eligió a Corina Yoris como su reemplazo, una mujer mayor de 80 años proveniente del ámbito académico. Yoris denunció que el CNE impugnó su candidatura, a pesar de aceptar discusiones internas, donde la coalición cuestionó su candidatura por su inexperiencia política. Poco se dice que fue la misma coalición la que no inscribió a Yoris por considerarla poco representativa.

Finalmente, González Urrutia se alineó a la campaña de Machado, pero se negó a firmar un acuerdo con los demás partidos políticos para reconocer el resultado de las elecciones. Una estrategia que ensucia el proceso de la campaña electoral y siembra dudas respecto a la legitimidad de la elección, cuya táctica condice con las denuncias del oficialismo sobre la intención de crear un clima de fraude. A pesar de la controversia, la oposición participó en un simulacro electoral el 30 de junio, que corroboró la transparencia del método de votación y aumentó la confianza de los votantes.

La observación internacional también ha sido un tema polémico. El CNE negó la participación de la Unión Europea como observador debido a la negativa de la UE a levantar sanciones a más de 50 funcionarios venezolanos. En cambio, el CNE invitó a diversos países y organizaciones internacionales, como los BRICS, la ONU y el Centro Carter, una prestigiosa ONG de Estados Unidos que participó en las elecciones de 2021 y aceptó la nueva invitación.

Este hecho instaló en los medios internacionales que el gobierno no acepta la observación internacional. Sin embargo, se omite que la UE participó en las elecciones regionales del 2021, destacando una mejora en el sistema de votación, motivando una nueva invitación del CNE para estas elecciones. Fue el rechazo de la UE al pedido de levantar las sanciones a funcionarios públicos de Venezuela lo que llevó al organismo a revocar su invitación. 

A pesar de las sanciones, el gobierno de Maduro ha abordado las adversidades del bloqueo y aprovechado las oportunidades emergentes, como la reactivación de diálogos e inversiones con petroleras en el contexto de la guerra en Ucrania, y el ascenso del BRICS. Ajustes en la política económica han mejorado la situación del país. Organismos imparciales destacan mejoras en índices económicos relevantes. El último informe del PNUD, refrendado por el FMI, prevé un crecimiento del 4.2% de la economía y una desaceleración de la inflación. Los niveles de abastecimiento y consumo interno han aumentado, hablando incluso del «milagro venezolano». 

Esto influye de forma taxativa en el pensar de la gente y, en consecuencia, en su elección a la hora de votar. A pocos días de una elección trascendental para América Latina, esperamos que el proceso culmine en paz, para que Venezuela continúe la senda de prosperidad que tanto les ha costado lograr.