El 28 de mayo se conmemora el Día de la Salud Menstrual. Durante todo el mes, activistas a lo largo y ancho del mundo proponen actividades y difunden información para promover la inclusión de la menstruación en las políticas públicas de salud.
Según un relevamiento en barrios populares realizado por el Observatorio Villero de La Poderosa, seis de cada diez mujeres dijeron no poder acceder a productos de gestión menstrual por su costo. Nuestra campaña nace de la pregunta: ¿cómo puede ser que seamos conscientes de tantas carencias, pero de un fenómeno tan cotidiano no se hable? ¿Por qué es importante hablar de economía cuando hablamos de menstruación?
Desde marzo de 2019, estimamos semestralmente el precio promedio de toallitas y tampones en Argentina. El cálculo surgió de la unión de esfuerzos y saberes entre nuestra área de datos (Ecofemidata), la campaña #MenstruAcción y la organización aliada [LAS] de sistemas. Detrás del impulso por construir y actualizar este cálculo se encuentra la idea que venimos sosteniendo hace ya siete años: la menstruación constituye un factor de desigualdad económica para quienes la atraviesan.
En marzo de 2024, cinco años después de la primera estimación, el costo promedio anual por persona por la compra de toallitas fue de $ 43.276. Si se eligen tampones, el costo anual asciende a $ 64.232. La inflación acumulada desde esa primera estimación hasta la última es de 2,148% para las toallitas, mientras que para los tampones se acerca a 2,905%.
En Argentina, no acostumbramos a leer nuestros ingresos en clave anual (como sí sucede en otros países del mundo, por ejemplo, Estados Unidos). Hagamos el breve ejercicio de pensar estos valores en términos mensuales: se gastan entre $ 3700 y $ 5300 por persona por mes. Si tenemos en cuenta que según los datos más actuales de la Encuesta Permanente de Hogares (4to trimestre de 2023) el 50% de las mujeres del país tiene un ingreso total inferior a $ 149.930 por mes, caso en el cual representaría un 3,5% de los ingresos. Hagamos doble clic en la desigualdad: si tomamos sólo el primer decil (el 10% más pobre de la economía) según el Indec para el mismo periodo las mujeres (más de un millón en ese sector de la sociedad) promedian un ingreso $ 29.644. En ese caso, $ 5300 representan el 18% del ingreso mensual. En un hogar, además, puede haber varias personas menstruantes, algunas menores sin ingresos, lo que puede ir engrosando este gasto a nivel del hogar.
Desde Ecofeminita y la campaña #MenstruAcción, creemos que el dato es importante. No por el dato en sí mismo ya que según cuál sea el ingreso promedio del lector de esta nota, el costo anual promedio por persona le puede resultar bajo o alto. En un país con el nivel de desigualdad que sufre la Argentina, en medio de la actual recesión y con los ingresos luchando por llegar a fin de mes, es probable que a muchas personas sí les resulte impactante e inabarcable el monto en sí. Pero lo que nos interesaba en marzo de 2019 y nos sigue moviendo hoy es dejar en evidencia que la menstruación tiene un gasto asociado. Y ese gasto no es optativo. Sobre las personas menstruantes (en su mayoría, mujeres) el gasto de menstruar pesa y se suma a otras desigualdades con impacto económico como la brecha de ingresos, la feminización de la pobreza, o la carga inequitativa del trabajo de cuidados.
Si bien podría parecer que tener una estimación semestral a lo largo de cinco años nos permite ver cambios y fluctuaciones, en realidad, estos números oscilantes nos muestran la apabullante estabilidad de las injusticias: la compra de productos de gestión menstrual fue y sigue siendo inaccesible para muchos hogares.
Mientras el discurso economicista preponderante habla de la gestión doméstica de ingresos, desde #MenstruAcción señalamos las formas en las que este lenguaje nos distancia de comprender que en muchos casos lo que se gestiona es la dignidad. Nadie debería ser forzado a jerarquizar los productos de primera necesidad en un dilema de falsa elección entre distintas formas de vulneración.
Un espacio de debate
Para seguir discutiendo y reflexionando acerca de la menstruación en clave económica, pero también acerca de otros momentos del ciclo vital de las personas menstruantes, como la menopausia, les invitamos el próximo martes 28 de mayo a las 17, Día Internacional de Acción por la Salud de las Mujeres, a un taller presencial en el Salón Azul de la Facultad de Ciencias Económicas y Jurídicas la Universidad Nacional de La Pampa.
La actividad, titulada «Salud y autonomía de las mujeres en momentos críticos del ciclo vital: menopausia y ligadura tubaria», está organizada por Ecofeminita junto al Observatorio de Derechos Humanos de la FCEyJ y el Instituto de Estudios de América Latina y el Caribe de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA. Para inscribirse, pueden buscar el link en nuestras redes: @ecofeminita. «
La nota es parte de la alianza entre Tiempo Argentino y Ecofeminita, una organización aliada que trabaja para visibilizar la desigualdad de género a través de la elaboración de contenidos claros y de calidad.
Carolina Isabel Miño | Socio
28 May 2024 - 09:55
Gracias por la nota. Es importantísimo visualizar esto, y reclamar equidad en las políticas de gestión menstrual. Hay un aspecto que no se considera y que podria ser central para sumar un granito de arena en esta cruzada: el uso de productos artificiales en gestión menstrual además de caro, es tóxico para las cuerpas de las personas menstruantes. Los tampones son absolutamente perjudiciales y las toallitas de plástico generan dermatitis incomodísimas, además de que algunos tienen aditivos tóxicos. Dicho esto, las toallitas de tela y la copa menstrual son grandes aliadas.: es verdad que la inversión inicial es alta, porque lastimosamente todavia son cosas caras en Argentina (aunque no lo serian si se invirtiese en apoyar cooperativas textiles que las fabriquen), su costo se amortiza porque, si se las lava y cuida como corresponde, duran años. Yo uso ambas cosas hace 13 años, y hace 13 años que tengo costo 0 de gestión menstrual. Les dejo estas ideas para que podamos pensar en presentar proyectos para apuntalar a las cooperativas. Además, ecológicamente son absolutamente no-contaminantes e incluso la sangre se puede usar para regar las plantas!