Culpa cero es la segunda película que Valeria Bertuccelli dirige y protagoniza. El guión fue escrito por ella junto a Mora Elizalde y Malena Pichot, quien le propuso un personaje alejado de todo lo que ella había hecho hasta el momento. Elizalde fue a su vez la codirectora de este film, que cuenta la historia de Berta Muller, una escritora de libros de autoayuda que mientras celebra haberse convertido en bestseller se enfrenta inesperadamente a que se conozcan una serie de plagios en su última publicación. Sorprendida por la revelación, busca imputar de culpas a otras personas, acusa públicamente e intenta justificarse con patetismo. A través de la comedia que aparece en el juego de esos movimientos torpemente ejecutados, emergen oscuridades, imposturas y complicidades desarrolladas con el fin de salvar cada uno sus pequeñas seguridades.

Bertuccelli, que como actriz ha demostrado sobradamente su talento para la comedia, vuelve a lucirse como directora como ya lo había hecho con La reina del miedo. En ambas películas maneja con precisión, muy cerca del límite de la exageración pero sin llegar al mismo, la sensibilidad de sus personajes y el vértigo de las situaciones. La incomodidad que promueve ante el espectador tiene dos ejes que funcionan muy bien: la cercanía que impone con la intimidad de los sentimientos de los personajes, y la tensión entre la empatía y el rechazo hacia Berta Muller como por su amiga y abogada Carola, protagonizada por Cecilia Roth.

En diálogo con Tiempo, la actriz también habló de su gusto por la dirección, por el ir y venir entre ambos roles durante el rodaje, y de la persistencia popular del personaje de la Tana Ferro, que protagonizó en Un novio para mi mujer, por el cual todavía la reconocen y la llaman citando su frase que ya es icónica para el cine argentino (“Gachi, Pachi, ella, el novio, el exnovio, yo, y estos dos pelotudos, todos de Sagitario”).

Bertuccelli interpreta a Berta.

-La película tiene muchos giros en la trama, y la comedia funciona justamente en esos giros y en cómo se resuelven esas escenas. Si vos tuvieras que contarle a alguien de qué se trata la película, ¿cómo se la contarías?

-Diría que Berta, la protagonista, es una escritora de autoayuda, muy exitosa, pero que increíblemente es muy bruta también. Y que en un momento determinado, se descubre algo que hizo sobre lo cual tendría que reflexionar, y que lejos de reflexionar redobla la apuesta. Y si era impune, se envalentona y se convierte en alguien doblemente impune. Eso es lo que sucede a medida que avanza la película. O sea, el espectador cree que es impune y va a pasar algo a consecuencia de ello, y lo que termina pasando es bien diferente. 

-¿Cómo surge esta historia, una historia con mujeres especiales, algo corridas de los relatos y de los enfoques tradicionales para las películas de mujeres, actuadas por mujeres y filmadas por mujeres?

-Surgió así creo que porque está escrito por mujeres. El guión surgió con una idea con Male para hacer este personaje, buscando algo que yo no hubiera hecho nunca de esta manera, que no esté cerca de ningún personaje que había interpretado, que no esté cerca de mí personalmente. Ella me decía que me quería ver haciendo a alguien muy poderosa: y que sea muy poderosa nos llevó de la mano a que era una garca. Eso lo encontramos en el durante del proceso de creación, al principio no sabíamos claramente dónde íbamos. Sabíamos que era impune, sabíamos que era una chanta, pero no sabíamos todo lo que iba a ocurrir, eso fue apareciendo de a poco. Escribimos de una manera muy particular, improvisando mucho al comienzo y después tuvimos mucho trabajo para atar cabos y unir todo para que empiece a aparecer la trama. Pero al principio no estábamos pensando en la trama, todo lo que poníamos en la mesa de trabajo era pura sensibilidad y explosión, porque creo que es lo que te hace doler, lo que te enoja, permite imaginar las maldades que podés hacer. Al principio del trabajo apareció algo fuerte de ese mundo.

-Si vemos gran parte de la producción audiovisual, una mujer mala y poderosa es contada en general funcionando como un hombre malo y poderoso. Es algo muy interesante proponer una mirada diferente, ¿lo pensaron a priori o fue resultado del proceso?

-Berta podría haber sido un hombre. De hecho es híper machista. Carola también, las dos son re machistas. ¿Viste que hay series de varones malos, mafiosos, y uno los quiere igual? Contamos una historia que busca hacer querible a un ser detestable porque también era todo un desafío. Que quieras seguir viéndola a pesar que es alguien horrible. Porque eso es lo que ocurre en muchas producciones con los varones.

-En ese sentido, el final tiene mucha dualidad, es una mujer mala, que el espectador puede detestar, pero se enfrenta a la duda sobre si finalmente cuando llora, lo hace de verdad, si en el fondo en realidad no es una persona sensible. En esa escena final juegan con la duda de una manera casi artera.

-Sí. Ella pocas veces llora de verdad. Básicamente psicopatea siempre y casi nunca expresa sus sentimientos sinceramente, excepto cuando tiene que ver con su hija. Es el único momento que uno puede decir que Berta es esa persona de verdad. Y al final, sin revelar nada de la historia, puedo decir que efectivamente juega con eso.

Culpa cero es una película que expresa, más allá de la historia, sensibilidad y humor de mujeres. ¿Cómo pensaron esa búsqueda que lograron que se vea en el trabajo?

-La verdad no fue adrede. Se fue dando, pero a la vez te puedo decir que no por nada se fue dando. Era todo lo que veníamos pensando y observando las mujeres, y se terminó armando como esa película de mujeres. No arranqué pensando en eso, en «yo quiero hacer una película de mujeres», para nada. En parte es algo que hablamos mucho con Cecilia, porque es resultado de una gran observación también del mundo femenino. En cierto modo la película está hablando de todo eso que observamos.

-Hay puntos de contacto entre la relación de Berta y Marta y la que aparece en tu anterior película La reina del miedo.

-Sí, en el juego que teníamos con la actriz con quien hacíamos la mayoría de las escenas, que era la chica que trabajaba en la casa de la protagonista. Me interesa mucho contar el mundo femenino, hablar sobre esa sensibilidad. Y también con humor es la manera que me gusta contarlo.

-La película pone la mirada de algo que es muy propio del presente, la impostura, incluso en las relaciones entre las mismas mujeres. ¿Por qué tiene tanta importancia esta forma de armar las relaciones de Berta?

-Nos gustaba hablar sobre eso, porque son unas impunes, no solo Berta. Y porque también nos interesaba mucho pensar cuál es socialmente el efecto de alguien impune. ¿Qué efecto tiene eso alrededor? ¿Por qué Berta tarda tanto en caer? ¿Existe el momento donde alguien así puede reflexionar sobre sí mismo? ¿El impune es impune y no tiene ninguna conciencia? ¿O la tiene y no le importa?

-Hay una escena en la que juegan el humor desde el humor físico, la del restaurante. Se corren un poco del tipo de comedia que hasta ahí desarrollaron, la textual, la cínica y arman una escena casi de los hermanos Marx. ¿Cómo la planificaste?

-Esa escena fue apareciendo en la escritura, y la fuimos ajustando y ajustando cada vez más. Era muy importante para nosotros, porque es la situación que inspira a Berta para armar un plan y un discurso con el que ir a la editorial, que le permite encontrar la coartada perfecta. Era muy importante armar un relato donde Berta pudiera atar un cabo bien firme y decir ‘con esto me salvo’, teníamos que imaginar cómo logra dar esa vuelta en el aire que la salva. Fue escritura y reescritura, por supuesto, pero también mucho tiempo en la edición. Trabajé un montón también ahí para llegar a ese momento bien ajustado. «


Culpa cero

Dirección: Valeria Bertuccelli y Mora Elizalde. Guión: Malena Pichot, Mora Elizalde y Valeria Bertuccelli. Intérpretes: Valeria Bertuccelli, Justina Bustos, Cecilia Roth, Martín Garabal, Fabiana Cantilo, Fabián Arenillas.
En cines.

Tiempos sin tiempo para pensar

En la trama de Culpa cero la violencia simbólica circula constantemente, y es también moneda de cambio entre los distintos personajes. La decisión de Bertuccelli y sus coguionistas fue contarla “a través del humor, como lo hicimos. Con eso pudimos también contar algo que nos interesaba, el modo en que una mujer puede ser súper patriarcal, que no es solo patrimonio de los varones machistas. Quizás Berta podría haber sido un hombre, y esta se habría visto como una película de género. Pero nos gustaba justamente poder abrirnos y poder hablar del tema más ampliamente”.

El periodismo también aparece jugando ese lugar de la violencia. “Siento que es una época donde eso está en todos lados, nadie tiene el patrimonio exclusivo”, explica Bertuccelli. “Hablar sin pensar, tener que dar una respuesta rápida a todas las cosas. Vivimos un tiempo en el que no podés decir fácilmente ‘no sé qué pienso sobre eso’ o ‘no puedo responder todavía, tengo que pensarlo’. Nadie se puede mostrar sin saber qué piensa frente a algo. Y a la vez es un momento que hay mucho para pensar. Y a veces pensar y arribar a una conclusión lleva tiempo, y no nos estamos dando ese tiempo”.



Una vendedora frágil y cantada

Una de las escenas centrales de la película es aquella en que Berta Muller visita la casa que vende una clienta de su amiga Carola. Esta mujer, interpretada de modo brillante por Fabiana Cantilo, es muy frágil emocionalmente y está algo desequilibrada. En ese espacio, blanco e iluminado por la luz del día, Cantilo se mueve casi como ejecutando una coreografía dramática. “A Fabiana me la propuso Cecilia y fue un gran descubrimiento para mí”, cuenta Bertuccelli. “Vino a mi casa para hacer un primer ensayo y no había terminado de aprenderse la letra. A partir de ahí trabajamos un montón, improvisando e incorporando textos al guión. Esa primera vez en casa ella se movía, iba a la cocina, volvía, no paraba, y así fue construyéndose la escena. En edición la volví a ajustar e incluso encontré textos que no estaban y pudimos agregarlos”.

En esa escena se condensa mucho de lo que la actriz y directora intenta contar de su personaje y es clave en la película. “Ahí aparece esa brutalidad de Berta. Desde que entró le dijeron es alguien que está mal y subestima eso. Cree que puede seguir diciendo palabras a lo pavote, pero en el otro eso repercute de una manera inimaginada”.