El nuevo año comenzó con un intento por debilitar aquello que nos define como sociedad: las políticas de Memoria, Verdad y Justicia, y el compromiso con el Nunca Más. Una decisión del gobierno nacional ha dejado al Espacio para la Memoria y Promoción de los Derechos Humanos Centro de la Memoria Virrey Cevallos al borde de la inoperancia, tras despedir a cinco de los siete trabajadores que sostenían este lugar de resistencia y reflexión. Esta medida no solo pone en riesgo su operatividad, sino que también afecta el esfuerzo colectivo por preservar nuestra historia reciente y honrar a las víctimas del terrorismo de Estado.

En un contexto marcado por políticas negacionistas del gobierno de Javier Milei, el desmantelamiento de espacios como Virrey Cevallos representa un ataque directo a los derechos humanos. Este sitio, que durante la última dictadura militar fue un centro clandestino de detención, tortura y exterminio, se recuperó para convertirse en un lugar clave de aprendizaje y justicia. Hoy enfrenta el abandono y la indiferencia, en un intento por socavar la memoria colectiva construida a lo largo de décadas.

Virrey Cevallos fue un centro clandestino a cargo del Servicio de Inteligencia de la Fuerza Aérea, ubicado en la calle Virrey Cevallos al 600, cerca del Departamento Central de la Policía Federal Argentina, en Monserrat. Desde 1977, se estima que un centenar de detenidos-desaparecidos pasaron por este espacio, que contaba con dos pisos, un garaje para ingresar a los detenidos, una sala de torturas, celdas y un pequeño baño. Aunque estaba bajo control de la Fuerza Aérea, también operaron allí efectivos del Ejército y de la Policía Federal. Este centro fue desarticulado tras la fuga de Osvaldo López, cabo primero de la Fuerza Aérea y militante del PRT, quien logró escapar tras una semana de torturas.

Nelson, uno de los trabajadores despedidos, expone la gravedad de la situación: «El 31 de diciembre finalizaron los contratos de tres compañeros con modalidad de artículo 9, que trabajamos acá  desde 2008. Otros dos compañeros, contratados bajo otra modalidad, también fueron despedidos tras rechazar un retiro voluntario en condiciones indignas». Además, explica que otros dos trabajadores enfrentaron una renovación con condiciones más precarias, lo que refleja una creciente inestabilidad laboral. De los 14 trabajadores originales, solo quedan dos en situaciones igualmente precarias.

Este espacio, recuperado en 2004 gracias a la lucha de vecinos, sobrevivientes y familiares, tiene una historia que no se puede borrar. «Se presentó  un proyecto de ley para expropiar el lugar y convertirlo en un espacio de memoria, donde confluyen organizaciones territoriales, escuelas y universidades para promover los derechos humanos», recuerda Nelson. Este sitio no solo preserva la historia, sino que también impulsa la educación y el compromiso social.

Maia, otra trabajadora despedida, destaca cómo la precarización afecta a quienes sostienen estos espacios: «Aunque sigo vinculada a la memoria desde la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos, otros compañeros no renovaron contratos y algunos puestos vacantes nunca se cubrieron». Maia subraya que esta vulnerabilidad pone en riesgo tanto el bienestar de los trabajadores como la continuidad del espacio.

Virrey Cevallos no es solo un lugar de memoria, sino también un espacio de proyectos comunitarios: talleres, capacitaciones, asesorías judiciales y actividades educativas que buscan transformar el dolor del pasado en herramientas para una sociedad más justa. A pesar de los intentos de desmantelamiento, los trabajadores siguen firmes en su compromiso: «Aunque quieran borrar nuestra huella, seguimos en pie. La memoria no se elimina de un plumazo», aseguran en un comunicado.

Este ataque trasciende el ámbito de la memoria y golpea las bases de una sociedad justa.  La comunidad de Monserrat y las organizaciones de derechos humanos exigen la reincorporación de los trabajadores  y la continuidad de los proyectos. Una vez más, la memoria demuestra ser una bandera que no se abandona, pese a los intentos de silenciarla.

Este es un llamado a la acción: la lucha por la verdad y la justicia continúa. Los trabajadores del Centro de la Memoria Virrey Cevallos seguirán adelante, respaldados por quienes defienden los Derechos Humanos y la memoria colectiva.