Juano Villafañe lleva 50 años en relación con la cultura en su doble condición de creador y gestor. Además de poeta, dramaturgo y promotor de diversos proyectos, es el director artístico del Centro Cultural de la Cooperación (CCC) Floreal Gorini. Por su parte, Manuel Santos Iñurrieta es actor, autor y director teatral y, además de estar al frente de Los Internacionales Teatro Ensamble, coordina el Área de Teatro y es director adjunto de Artes del CCC.
A partir del sábado 20 de agosto podrá verse Confesiones de un escritor, de Villafañe, con puesta y dirección de Iñurrieta. Con un elenco compuesto por Gustavo Pardi, Diana Kamen, Gabriela Perera, y música en vivo a cargo de Pepo Migliori, la obra tuvo un disparador preciso: el cuento que dejó inconcluso en su máquina de escribir Haroldo Conti.
En esta nota, el autor y el director cuentan la historia de cómo fue escrita y llevada al escenario Confesiones de un escritor.
-¿Cómo surgió en vos, Juano, la idea de la obra que homenajea a Haroldo Conti?
Juano Villafañe: -Nace a propósito de un cuento de Haroldo que se llama A la diestra y es el texto que quedó inconcluso en su máquina de escribir el día que lo secuestraron en su casa de Villa Crespo, en 1976. En 1984, Alejandra y Marcelo Conti, los hijos de su primer matrimonio, me dieron ese cuento para que fuera publicado en la revista de literatura Mascaró, tal como había quedado, es decir, sin terminar. Siempre pensé que era interesante poder realizar una obra de teatro a propósito de lo que implicaba el propio cuento que está inconcluso, que no tiene final. Por otra parte, está todo lo que simboliza este cuento que Haroldo comenzó a escribir unos días antes de que lo secuestraran en relación con su propia vida. Él había quedado muy dolorido por la muerte de una tía que, si no recuerdo mal, era su tía Teresa. Esa muerte lo había impactado mucho y creo que lo mejor que podía hacer era escribir un cuento sobre esa tía que siempre había estado presente en su vida familiar. Ese cuento y otros relatos asociados a él fueron el punto de partida de Confesiones de un escritor.
-¿Cuáles son las características de la obra?
JV:-Es una obra circular que trabaja con diversos tipos de textos como diálogos, monólogos, poemas que van construyendo el conjunto a partir de la puesta en escena que hizo Manuel Santos Iñurrieta, que siempre trató de darle a la obra un sentido poético y épico, ya que transcurre en distintos momentos, espacios y situaciones de la vida de Conti y está ligada a su obra, a su poética del río, de la llanura, de los entornos suburbanos. Está construida dentro de un cuento en formas circulares, concéntricas, que se van desenvolviendo asociadas unas a otras y que carecen de un final, como el cuento que Haroldo no pudo terminar. Por supuesto que no es posible recorrer toda su vida, pero he tratado de darle lugar a sus ejes centrales. La obra se termina de escribir en los ensayos teatrales. En este sentido, Manuel ha participado mucho.
-¿Manuel, cómo pensaste la puesta de esta obra de Juano, cómo trabajaste sobre ella?
Manuel Santos Iñurrieta: -En primer lugar, lo central fue pensar el abordaje interpretativo. Al abordar un personaje histórico, es muy importante pensar en la forma de abordaje. Desde el punto de vista teatral, me quedaba lejos ir hacia el realismo. No me seduce una búsqueda desde el rigor naturalista o una búsqueda realista en la composición de los personajes.
-¿Cómo lo resolviste entonces?
MSI- Haciendo todo lo contrario. La idea era pensar una aproximación al personaje en torno del cual gira la obra, “jugar a que” y encarar los personajes en este sentido, es decir, permitirles a los actores entrar y salir del juego. Gustavo Pardi, personificando a Conti entra y sale de ese personaje. Estamos mostrando que mostramos, miramos con cierta distancia crítica la obra y la vamos componiendo en el presente escénico. Este es un punto central, no contar desde el punto de vista biográfico, sino permitirnos imaginar, por ejemplo, otra última noche de Haroldo para poder transitar las discusiones que propone Juano en la obra.
-Es decir que la puesta está en relación con la búsqueda de un lenguaje teatral en el que venís trabajando hace tiempo.
MSI -Sí, traté de apropiarme del texto de Juano desde ese lugar.
-¿De qué forma podrías sintetizar esa búsqueda teatral?
MSI-Fundamentalmente, en tomar ciertos elementos brechtianos para pensar un teatro político, un teatro social, un teatro épico, pero profundamente nacional y latinoamericano, que apela a distintas técnicas actorales para construir la ficción. Como decía, Confesiones de un escritor nos presentaba el desafío de trabajar sobre una figura histórica desde un punto de vista no realista que hiciera explotar la multiplicidad de sentidos que la realidad nos permitiera.
-Cómo lo señala Juano, la obra se completó en el escenario.
MSI -Sí, y en este sentido Juano fue muy generoso. Nos permitió que metiéramos mano en el texto. De hecho, yo escribí una breve escena a partir de lo que iba sucediendo en el escenario para incluso redefinir algunos roles de los personajes femeninos. También nos permitimos discutir los personajes de Mascaró. Hay una escena en que hablamos de esos personajes y de cierta mirada que tenía Haroldo sobre ellos: sus personajes siempre son amables, fracasen o no. Allí jugamos con la propuesta de Haroldo para pensar nuestros propios personajes.
-¿Juano, cómo trabajaste la obra?
JV-Como ocurre con muchas obras teatrales, narrativas o poéticas, uno tiene una cierta obsesión, una idea sobre la que va considerando permanentemente las posibilidades y las formas. Como la obra transcurre dentro de un cuento pero, a la vez, se expande sobre las relaciones y estados diversos en la vida y la literatura de Haroldo, tuvo, como suele decirse, diversas peinadas, diversos momentos de trabajo que se fueron asociando en diferentes medidas en la literatura teatral. Las posibilidades de trabajar teatralmente la obra de Haroldo son muchas. Él tenía una mirada muy cinematográfica y teatral en su narrativa. Mascaró, el cazador americano, por la cantidadde acciones y personajes que tiene, podría haber sido, en lugar de una novela, una obra de teatro y creo que, además, fue llevada al cine. Por lo tanto, fui asociando algunos puntos que se fueron concatenando tanto de su vida real como literaria. Hay en la obra diálogos escritos desde la ficción, cosas que no se sabe si dijo o no en el debate de ciertos temas vinculados con la política o con la literatura, pero siempre traté de que estuvieran relacionados con sus poéticas. El texto se fue trabajando y ajustando durante mucho tiempo hasta que tuvo un momento de coronación, pero la base de la obra la escribí en una semana. Desde la lectura primera que hice del cuento de Haroldo varios años atrás me quedó siempre la obsesión de hacer una obra de teatro, hasta que tuve el tiempo necesario para sentarme a escribirla.
–Vos tenías ya una relación previa a la obra con la literatura Conti, ¿no es así?
JV-Sí. En los años de la posdictadura, un grupo de escritores que veníamos del taller literario Mario Jorge de Lellis como Sergio Kisielewsky, Nora Perusín, Leonor García Hernando y otros compañeros como Ricardo Mariño y Susana Silvestre decidimos como escritores tanto de narrativa como de poesía hacer una revista de literatura que se llamó Mascaró. Fue una revista muy importante porque estableció un debate alrededor de las problemáticas teóricas, ideológicas, literarias, estéticas, políticas y político-culturales del momento. Recibió, además, una gran colaboración internacional, en particular, latinoamericana. Colaboraron en ella figuras tales como Gabriel García Márquez, Juan Gelman, Ernesto Cardenal, Eduardo Galeano, Osvaldo Bayer, Mauricio Kartun, Abelardo Castillo. Fue una ventana abierta al mundo. Hubo, además, una colección de poesía Mascaró que coordinó García Hernando. Por supuesto, el nombre de esa revista tiene que ver con la novela de Haroldo y con lo que él implicó desde el punto de vista del escritor, el intelectual y el militante. En los últimos tiempos de la dictadura, incluso estuvimos presos por hacer pintadas en la calle preguntando dónde estaba Haroldo Conti y los demás escritores desaparecidos.
-¿Cómo fue el trabajo con los actores?
MSI-Lo que siempre destaco de una puesta son los actores y encontrarme con este elenco fue maravilloso porque los tres tienen una enorme capacidad de juego y se adentran en la palabra poética con una autoridad y una emotividad sorprendentes. De modo que me puse a pensar y a construir en esa clave. Lo rítmico y lo musical están siempre presentes. Contamos en la obra con la presencia del músico Pepo Migliore no solo para “colorear” escenas, sino que su participación juega dramáticamente en lo que sucede sobre el escenario. Me gustaría destacar, además, que pensar la puesta fue pensar la celebración de Haroldo, porque quienes construimos y pensamos este espectáculo como la gran cantidad de público que, estoy seguro, nos va a acompañar, lo pensamos a Haroldo vivo, lo pensamos en presente. Sus discusiones en torno a la literatura se pueden trasponer a hoy. Las ilusiones sobre una sociedad más justa, la utopía y el sueño son los msimos que seguimos teniendo y que podemos discutir en el presente. Por eso encaramos la puesta en escena como una fiesta teatral.
JV:- Creo que es una obra que tiene gran originalidad en su puesta, en el abordaje, en esta suerte de collage y círculos concéntricos que construyen el espectáculo y que están unidos por la acción teatral, la puesta en escena y el trabajo actoral. A esto se suma la música del guitarrista en escena.
Confesiones de un escritor, de Juano Villafañe con puesta y dirección de Manuel Santos Iñurrieta, se estrena el sábado 20 de agosto a las 22.15 en la sala Solidaridad del Centro Cultural de la Cooperación, Avda. Corrientes 1543, CABA. Se ofrecerán solo nueve funciones que serán los viernes a las 19.30 y los sábados a las 22.15.