Una nena de 12 años murió mientras que su primo de 11 fue internado de gravedad luego de comer mandarinas en una finca productora de cítricos en la localidad de Mburucuyá, Corrientes.

Según la primera información difundida por los medios, los chicos entraron al predio a comer directamente del árbol cuando iban a catequesis, el sábado pasado. Los familiares de los menores denuncian que en esa región, productora de cítricos, “nadie controla el uso de pesticidas” y acusan a los dueños de la quinta por la muerte de la niña.

El abogado de la empresa productora, en cambio, dice que las mandarinas habían sido envenenadas para combatir las ratas y que no habían sido retiradas de la plantación.

La nena falleció de un colapso cardiopulmonar, según los resultados de la autopsia. El primo continúa internado en el hospital María Auxiliadora de Saladas, una localidad distante 45 kilómetros de Mburucuyá, aunque está fuera de peligro y en franca recuperación, según los informes médicos. En un primer momento se dijo que los chicos habrían ingresado a la quinta a comer mandarinas cuando iban a la capilla de Santa Librada, cercana a la clase de catecismo.

La nena se desmayó en la calle, mientras su primo sufría vómitos y mareos. De inmediato un vecino los trasladó en su auto al hospital. La chica estaba muerta al llegar al nosocomio. 

La Justicia ordenó allanar el predio para determinar cómo se produjo la contaminación fatal. Familiares de los menores dijeron que hay firmes sospechas de que el envenenamiento fue con pesticidas.

Pero el abogado de los productores, Francisco Pisarello, se apuró a señalar que en realidad las mandarinas estaban destinadas a combatir las ratas.

No queda claro cómo es que estaban tan al alcance de dos chicos, si es el caso.