Aunque muchos traten de ocultarlo o de negarlo, siempre se supo que tanto legisladoras como legisladores sufrieron presiones de parte de la Iglesia o se instituciones religiosas para oponerse al proyecto de Ley por el Aborto legal, seguro y gratuito, y esta semana le llegó el turno a la diputada chaqueña por Cambiemos Aída Ayala, quien sucumbió ante los embates y anunció que si el proyecto vuelve a la Cámara Baja, no volverá a votar a favor, como lo hizo en la histórica sesión del 13 y 14 de junio.
En declaraciones con La Radio, de Chaco, aseguró: «Yo he recibido de parte de la Iglesia maldiciones. Que me hagan a mí, pero lo viví con mis hijas. El cura me excomulgó». Si bien primero se refirió a la Iglesia como institución, después fue más específica y responsabilizó a «fieles católicos que rodean a los curas», quien no sólo se metieron con la diputada, sino también con su familia.
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“No voy a acompañar más, pero no porque haya cambiado mi voto sino porque no puedo tener la soberbia de creer que represento con mi voto a todos los chaqueños. No se puede imponer una ley cuando la mayoría de la comunidad está en desacuerdo», fundamentó su nueva postura, a pesar de que repitió y sostuvo todos los argumentos por los que había votado a favor hace menos de un mes: «No se votaba aborto sí o aborto no. Nosotros tenemos que reconocer que el aborto existe. Entonces nos planteamos si queremos que siga siendo clandestino o ver de qué manera el Estado se hace presente. Voté porque estaba convencida que era la única manera que el Estado tome ese tema y esperaba que alguien diga de qué otra manera el Estado se hace presente. Voy a seguir insistiendo en que el aborto existe y que la única manera es la educación, que fracasó. Desde el lugar en que esté voy a seguir luchando para que exista un equipo interdisciplinario y un gabinete formado por especialistas que dé realmente educación en las escuelas».
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Y antes de cerrar la entrevista radial, volvió a criticar la situación legal actual y el tanto del Estado como de la Iglesia: «Desde mi lugar pretendí aportar un granito de arena para que la mujer se acerque al Estado. La mujer hoy es asesina o es pecadora. Si va a la Iglesia, la echan y si va al Estado la tienen que poner presa».