Antes de que empiece el segundo tiempo del partido que Argentinos le gana 1-0 a Tigre en La Paternal, territorio maradoniano, un hombre entra veloz, con esa postura en la que intenta lo imposible, que nadie lo mire, que nadie le preste atención, y vuelca un balde de arena sobre un agujero. El hombre rellena el pozo de la cancha, justo ahí sobre la mitad, tira la arena, la pisa para que se apelmace bien, y sale huyendo rápido en el mismo plano en vano con el que llegó, que no se note. Pero lo notan todos aunque a nadie le importe demasiado.
Pasa también antes del partido de Racing con Belgrano en el Cilindro. Alguien se encarga de inyectar arena en el césped para rellenar algún pozo rebelde. El tema del campo de juego se habló mucho en Racing hacia el final del año pasado, incluso fue un asunto electoral. Diego Milito, ahora presidente, decía que no podía ser que la cancha estuviera así. Una tarde de diciembre, cuando Rodrigo De Paul, campeón del mundo salido del Predio Tita, visitó el estadio junto a sus hijos, las redes sociales del club lo recordaron: “La próxima el césped va a estar impecable”. Y es que se veía un piso de tierra, triste, como ochentoso. Racing encaró el proceso de resembrado pero se necesita más tiempo que el que entrega el fútbol argentino para que el césped pueda prender. Y hacen falta lluvias que no llegan. Mientras tanto, es lo que hay.
Varios campos de juego se vieron mal en las decenas de partidos de estos días. Tampoco lucieron bien la Bombonera y el Monumental. Mucho menos el Juan José Minella de Mar del Plata, donde hizo local Aldovisi, emblema de estadio mundialista. Lo dejaron caer. Lo que se vio del José Amalfitani fue bochornoso. Vélez, que además es el campeón actual de la Liga, siempre mostró una cancha impecable. Contra Platense jugó en algo muy parecido a una plaza pública. La dirigencia tuvo que dar explicaciones. Hicieron el resembrado, dijeron, pensando en la Copa Libertadores. Pero el torneo local acortó los tiempos. Además de que lo afectó la falta de lluvias. Habrá que esperar.
Son las imágenes que entrega un torneo local depresivo. Es una mezcla de ansiedad y bajón. Se echa a un técnico como Marcelo Méndez (de Gimnasia y Esgrima La Plata) a las dos fechas. Y se encumbra a otros con poco tiempo. Un miércoles a la tarde te podés encontrar en la televisión con Deportivo Riestra y San Martín de San Juan. Entre que empezó y terminó pasaron 98 minutos y 15 segundos. Pero el tiempo neto, lo que efectivamente se jugó, según los datos de Opta, no completó un tiempo: sólo 41 minutos con 49 segundos. Y no es el partido con menos tiempo neto disputado: lo superó Instituto-Gimnasia con 39,14.
También, es cierto, el fútbol argentino entrega competencia. Argentinos puede salir con fútbol a dominar a Boca en la Bombonera. Y Platense, con sus armas, hacerle pasar una mala noche a River en Vicente López. No alcanza con refuerzos europeos y glamour.
El calendario también impone. En una semana se jugaron tres fechas de la liga profesional, lo que hoy se llama Torneo Apertura como si fuera una vuelta a la década del 90 (todo en el país parece una vuelta a los 90) aunque esta vez, a diferencia de aquellos torneos cortos de veinte equipos, todos contra todos, estos tengan formato de copa: compiten 30, divididos en dos grupos, y después siguen en sistema de eliminación directa desde octavos hasta la final.
Así que vamos a toda velocidad. Excepto cuando se corta la transmisión oficial de televisión, que además afecta al VAR. Ahí hay que parar como pasó en River-Instituto. Nuevo protocolo desbloqueado, a cargo de Yael Falcón Pérez. Se frenan partidos por la televisión. Es difícil encontrar antecedentes. Hubo un Central Córdoba-Belgrano en febrero de 2023 que también se paró porque no había conexión con el VAR. Pero estamos en un fútbol argentino donde todo está bajo sospecha. Por los arbitrajes y por la inundación de casas de apuestas, que ya están en cuatro de las cinco camisetas de los equipos más grandes. Sólo hizo falta escuchar cómo se fue Joaquín Laso, defensor de Tigre, después de que lo expulsaran en el partido con Argentinos. Salió a los gritos: “Déjemonos de hinchar las pelotas porque está muy sucio todo”.