Quién hubiera imaginado que desde el puesto más importante de una Iglesia que generalmente jugó a favor de los poderosos del mundo, emergería la figura de este gran hombre y estadista que se pondría a la par de los pueblos. O mejor aún, asumiendo la responsabilidad de un dirigente, se pondría adelante de su pueblo y a millones de kilómetros del pensamiento viejo de su institución.
En medio de la decadencia de dirigentes políticos, sindicales, sociales, eclesiales -que en el mejor de los casos plantean cómo convivir siendo serviles a un sistema capitalista totalmente acabado e imposibilitado para dar solución a la población mundial y que solo puede generar muros y guerras- emerge de donde menos lo esperábamos alguien como Francisco y nos convoca a construir lo necesario: un nuevo sistema que nos incluya a todas y todos.
Y no convocó instituciones viejas ya constituidas sino a la juventud y la invitó a salir de su anomia, a hacer lío, a abrir las puertas de los templos para pensar, para estudiar, para generar nuevas ideas, para modelizar un sistema superador y así generar conciencia en el pueblo y constituir el cuerpo necesario para dar esa lucha contra los privilegiados que se unirán para intentar resistir el avance de la humanidad.
No supimos los jóvenes ni los hombres y mujeres de buena voluntad llevar su convocatoria a nuestros pueblos. Seguimos encerrados en nuestras propias construcciones, sabiendo internamente que no alcanzaba. Él mostró el camino, rompió por arriba a su institución y nosotros no tuvimos el coraje de hacerlo. Que la paritaria, que la empresa, que el campito, que lo electoral, que el catecismo o como lo llamen las otras religiones, todos a cuidar la quintita que todavía no se llevó el capital y a pelearse por las migajas que nos dejan.
Para colmo de todos los males en su país natal sucedían cosas terribles por falta de lucha popular y falta de respuesta de los gobiernos. La burguesía transnacionalizada y la oligarquía local avanzaban junto a su ejército de periodistas, jueces -que son dirigidos desde el Departamento de Estado de EEUU- y el aparato militar permitiendo que los políticos cipayos conformaran la oposición política y ganaran las elecciones para quedarse con todos los resortes del Estado.
Una de las reuniones que tuve con Francisco fue cuatro días antes de la visita de Mauricio Macri. No terminamos de sentarnos y nos preguntó enojado: “¿Qué hicieron para que pase ésto y qué quiere este señor que viene de visita?», me acuerdo de que tardamos unos minutos en reaccionar, primero hicimos nuestra autocrítica por no haber luchado lo suficiente y descargamos nuestra consideración sobre los errores producidos por la política, candidatos horribles, deserciones, divisiones por falta de grandeza.
La segunda pregunta fue más fácil de contestar: “Viene a que le endoses un cheque para endeudar nuestra patria y entregarla” le dijimos, se sonrió e hizo el gesto de a mal puerto viene. Le contamos un poco cómo se enrarecía la situación política y social, cómo se preparaban para reprimir y que no sabíamos cómo se iban a comportar nuestras fuerzas. “Esto ya lo viví, se está desatando una revancha como la de 1955, la oligarquía funciona así, le tienen odio al pueblo y sí, van a intentar endeudarnos y hacer la política que determine el imperio, hay que resistir”, nos dijo.
La última vez que lo vi fue en noviembre de 2022. Él estaba reluciente. Me contó que estaba enojado mal con un preparador físico no sé de qué equipo de Europa que dijo algo sobre su rodilla. Le entregué una plaqueta del MNER que decía “Compañero Francisco. Por tu compromiso de siempre con las y los trabajadores de Empresas Recuperadas. Por tu inmensa labor de convocar a los Pueblos a superar el sistema capitalista que solo genera exclusión”, y le llevé productos de las empresas recuperadas. Hice un rápido informe de lo hecho en mi cargo de director de empresas recuperadas y la problemática de no contar con la ley que necesitamos. Lo que hablamos con él está en el documento que le dejamos, titulado “Situación mundial, crisis sistémica del capitalismo”, que decía entre otras cosas: «Hoy nuestro pueblo está solo y desconcertado a partir de su realidad social, y de no poder convertirse en una masa para exigir un futuro distinto.(…) Los gobiernos progresistas son incapaces de enfrentarse al poder real al intentar frenar la degradación total de la sociedad, son gobiernos debilitados por el poder mediático y judicial, que siguen siendo condicionados por el Departamento de Estado».
Él nos respondió con una carta algunos días después.
La humanidad lo extrañará. «