Las Eliminatorias sudamericanas, aunque ya no tienen el dramatismo de antes -al menos para Argentina, en estos tiempos en los que clasifican seis selecciones y una séptima va al repechaje sobre 10 participantes-, son un tratado de viveza futbolística. En un subcontinente tan amplio, que incluye geografías y temperaturas extremas, cada país -entre ellos Colombia- intenta sacar ventaja. Y está muy bien.
Así es que Bolivia ya ni siquiera juega en los 3.600 metros sobre La Paz: acaba de mudarse a los 4.100 de El Alto. Ecuador, en ese orden, prefiere jugar en la altura de Quito, y en especial en horario vespertino. Chile, en su desesperado (y trunco) camino a Qatar, se mudó al desierto de Calama. También en el pasado, Brasil llegó a jugar varios partidos en el calor sofocante de Fortaleza, durante la tarde, para intimidar al rival. Incluso suele pasar en la Concacaf, donde Canadá y Estados Unidos apuestan a sus ciudades más frías cuando el fixture apremia y deben recibir a México, Costa Rica y otras selecciones más acostumbradas al calor. Son partidos que suelen jugarse entre intensas nevadas y campos blancos.
En Colombia, claro, es todo lo contrario. Los actuales subcampeones de América, en una época, hacían de local en la altura de su capital, Bogotá, pero hace tiempo que apuestan al calor de Barranquilla, a orillas del mar Caribe. Las tretas no siempre surgen efecto, pero a veces sí. Este martes, en un clima insoportable, de 38 grados de sensación térmica y 75% de humedad, Argentina perdió 2-1 y sumó su segunda derrota en las Eliminatorias.
En el largo y poco emotivo camino al Mundial 2026, la calidad y la guapeza del actual campeón del mundo y bicampeón de América otra vez debieron lidiar contra circuntancias extremas: llamó la atención que, en un descanso en el primer tiempo para que los jugadores se hidrataran, el cuerpo técnico de Colombia desplegara 10 toallas humedecidas con hielo para enfriar a sus jugadores. Es cierto, sólo Luis Díaz, el delantero del Liverpool, es de Barranquilla, pero grafica el infierno en el que se jugó el partido, en medio de un horno encendido.
En un mar de transpiración y camisetas pegadas al cuerpo, Argentina no jugó un mal partido pero Colombia contó con uno de los dones más preciados del fútbol, el de la efectividad. El local no había hecho ningún mérito en el primer tiempo cuando llegó el cabezazo de Yair Mosquera, a la salida de un centro con forma de puñalada de James Rodríguez, para el 1-0 parcial. Esta Colombia es una potencia en pelotas aéreas.
Es cierto que, sin Lionel Messi, Argentina perdió juego en la creación. El mediocampo esta vez no lució: Leandro Paredes, Enzo Fernández y Rodrigo De Paul sufrieron el contexto. Lautaro Martínez y Julián Álvarez, en ofensiva, quedaron aislados. Aún así, tras un puñado de oportunidades en el primer tiempo para empatar, apenas comenzó el complemento llegó la corrida solitaria de Nicolás González, tras un mal pase de James, para el 1-1 merecido.
Sin embargo, así como muchas veces Argentina tenía el gol fácil, esta vez sufrió el caso inverso: Colombia no inquietaba cuando el árbitro chileno Piero Maza cobró, a instancias del VAR, un dudoso penal que James Rodríguez -protagonista en los tres goles, para bien y para mal- transformó en el 2-1.
Lionel Scaloni comenzó con los cambios: Alexis Mac Allister intentó aportar claridad en el mediocampo. También sumaron minutos Giovani Lo Celso y Paulo Dybala. Lautaro tuvo una chance clara cerca del final, pero nunca le quedó la definición clara y demoró su remate. Para Colombia no será una revancha de la final de la Copa América, pero sí un triunfo que ratifica el gran trabajo de Néstor Lorenzo y le despeja el camino a Estados Unidos-México-Canadá: los cafeteros no clasificaron a Qatar 2022.
Argentina, que ya había perdido contra Uruguay en la Bombonera, sumó su segunda derrota en las Eliminatorias pero aún mantiene el primer puesto rumbo al Mundial 2026. Ninguna derrota es totalmente indolora, aunque algunas pasan rápido: el duelo que tenía que ganar contra los colombianos, Argentina lo ganó en Miami, el que valía por un título.
La próxima doble fecha FIFA para el campeón del mundo será en octubre, de visitante ante Venezuela y de local frente a Bolivia, posiblemente en Santiago del Estero. Si se trata de sacar ventaja, podría jugarse de tarde.