El triunfo de Claudia Sheinbaum en las elecciones presidenciales de México, con más de 35 millones de votos y una diferencia superior al 30 por ciento de sufragios sobre la panista Xochill Gálvez, ha generado reacciones diversas , a veces extremas y ridículas. Otras han sido matizadas por parte de las dirigencias mediáticas, políticas, y empresariales.
Primero resalta el júbilo triunfal de la coalición de centroizquierda que integran Morena, PT, y el Partido Verde, capítulo inevitable en la celebración lógica y normal de los ganadores de una contienda electoral democrática.
En segundo lugar destaca la inimaginable reacción de los partidos , líderes e intelectuales, de la oposición PAN , PRI, PRD, que en una semana han recorrido todos los capítulos de la psicología: la negación e incomprensión de la realidad que estudiaron Freud, Jung, y otros fundadores de esa apasionante región del conocimiento universal que es el estudio de la mente humana.
También hay reacciones matizadas de molesta aceptación de la realidad que han mostrado pocos comunicadores y políticos de la oposición.
Ciro Gómez Leiva, un comunicador destacado y de oposición permanente a Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y Morena, ya el 3 de junio, a 24 horas de realizada la justa electoral y 12 horas de transmitidos los resultados electorales preliminares, expresó en el sistema de radio y televisión, en su programa “Abriendo la conversación con Ciro Gómez Leiva”, que la victoria de Sheinbaum era contundente e incuestionable. Avanzó en señalar que el análisis de los resultados mostraba que la nueva presidenta no sólo había ganado en toda la geografía mexicana sino que su impresionante caudal de votos incluía la aplastante mayoría de los sectores populares y una sólida mayoría en los sectores medios.
Cuando se cerraron las casillas y aún no había ningún anuncio del INE, Xochill Gálvez salió públicamente a anunciar “ya ganamos “. Pocas horas después declaró “ las tendencias no me favorecen y no son reversibles”.
La noche del 2 de junio Gálvez llamó a felicitar a la ganadora y pocas horas después, al día siguiente, anunció la impugnación de los resultados con aviesas insinuaciones de fraude. Exigió algo que iba a hacer el INE por mandato de la ley electoral, contar más del 60% de las mesas y cotejar los votos con las actas.
En esas 48 horas, entre el 2 y el 4 de junio, los panistas expresidentes Vicente Fox y Felipe Calderón, con majadería impropia de quienes ejercieron la presidencia declararon “ Claudia serás una presidente espúrea. No te vamos a aceptar”
La oposición, que en sus pésimas campañas contra AMLO y Claudia Sheinbaum había organizado marchas bajo el lema “el INE no se toca”, y habían adoptado ilegalmente su color rosa para su candidata Gálvez, pasaron sin gota de rubor a proclamar “el INE se cuestiona”.
Sectores y personas que suelen aparecer en los medios privados y hegemónicos se debatieron en sus comparecencias públicas entre la incredulidad, el ridículo, y el desprecio al pueblo de México, que mostró más cultura política que las élites de derecha atrapadas en estereotipos del siglo XX.
Dos mujeres vinculadas a la literatura y la actuación declararon que era incomprensible el resultado porque “en nuestros viajes a París todos los mexicanos pasajeros están contra AMLO y Sheinbaum”. Fue una expresión digna de una película de los geniales Chaplin y Cantinflas.
Otro respetable intelectual declaró que los “ciudadanos que votan por el dinerito de los programas sociales son ciudadanos de baja intensidad”
El empresario mediático Carlos Alazraky anunció que se resigna a que los comunistas ganadores de las elecciones le quiten su casa y lo metan a la cárcel.
Una conocida analista declaró sin avergonzarse “me entristece que los mexicanos elijan las cadenas que les quitamos en los 80 y 90″. Esto ignora que la lucha por la democracia en México ha tenido siempre a su gran pueblo y no a sus élites como protagonista estelar.
Hubieron empresarios como Ricardo Salinas Pliego que llamaron a vengarse del pueblo no pagando propinas. Y otros del sector artístico de ultraderecha, como Eduardo Veraztegui, que solicitó “pedir perdón a Dios por haberlo traicionado”. Condenaba al pueblo mexicano que votó en las urnas. Es el extraordinario pueblo mexicano con identidad, patriotismo, educación y conciencia política, quien ha decidido libremente los resultados de las elecciones.
Por suerte hubo en el elenco mediático y político de oposición algunos actores que mostraron racionalidad frente al avasallador triunfo de Sheinbaum y la alianza de centroizquierda que lidera Morena.
Dos comunicadores opositores, como López Doriga y Eduardo Ruiz Healy, se distanciaron públicamente de las declaraciones del empresario Claudio X Gonzáles, quien afirmó “Perdimos ”. Lopez Doriga respondió “no me incluyas, perdiste tú.” Y Ruiz Healy suscribió esas palabras y agregó : “Claudio X Gonzáles ya haz política en serio , abiertamente….”
Un dirigente político de oposición, diputado electo por el PRI, Aurelio Nuño, integrante del gabinete del expresidente Enrique Peña Nieto, declaró el 3 de Junio, a 24 horas de las elecciones, que era absurdo impugnar resultados tan claros y aplastantes, y que la obligación de la oposición era realizar un proceso de autocrítica y reconstrucción. Un oasis de racionalidad en un desierto de sandeces de una oposición sin ideas.
La doctrina del desarrollo latinoamericano, concebida por Raúl Prebisch, implicaba crear capitalistas del siglo XX para desarrollar el capitalismo en Latinoamérica y el Caribe.
Simón Bolívar amargamente, en los umbrales de su muerte, expresó : “He creado repúblicas sin republicanos”
Así ocurre en 2024 en México. Es una democracia social que necesita una oposición racional para fortalecerse y dinamizar el debate de ideas. Y esa oposición al gobierno que liderará Claudia Sheinbaum es por ahora inexistente.