Son más de un millón doscientas mil personas que, de la mano de alguna organización social municipio, acceden a una asistencia social bajo el programa Potenciar Trabajo equivalente a $78 mil. El monto se mantiene congelado desde diciembre de 2023. El gobierno tampoco libera el presupuesto para insumos y herramientas de las unidades de gestión de las cooperativas para las que deben trabajar como parte de los requisitos.

El Centro de Estudios Fundar elaboró un informe realizado sobre la base de la Encuesta de la Economía Popular realizada en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires durante 2023. Los resultados deberían sorprender a quienes repiten, una y otra vez, frases que buscan construir un estereotipo: “son vagos y no quieren laburar” o, el más directo, “agarrá la pala”. Otros preconceptos indican que “no quieren empleo formal porque prefieren cobrar un plan” y que, por ese plan, “cobran pero no hacen nada”. En definitiva, repiten, “lo que falta en la Argentina es cultura del trabajo”.

El estudio realizado por Fundar surge de un convenio con el Ministerio de Desarrollo Humano y Hábitat del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y el Centro para la Evaluación de Políticas Basadas en Evidencia (CEPE) de la Universidad Torcuato Di Tella. Los resultados son reveladores en la medida en que desmienten la mayoría de los prejuicios que reproducen los medios y que, casi sin excepción, los gobiernos han alentado con el propósito de justificar políticamente el ajuste (y la represión) sobre los beneficiarios. El objetivo es el de estigmatizar a quienes, a la vez que desarrollan tareas comunitarias abandonadas por el Estado, protagonizan grandes luchas en reclamo de asistencia social, alimentos para los comedores, herramientas de trabajo y, sobre todo, empleo genuino.

El juez Sebastián Casanello, de hecho, acaba de procesar a doce dirigentes del Polo Obrero y Barrios de Pie bajo el amparo de una opinión pública que, al momento, luce desfavorable para los dirigentes piqueteros.

La investigación se desarrolló a través de una encuesta de 79 preguntas dirigida a 1.800 casos seleccionados en barrios populares de la CABA cuya actividad puede ser encuadrada dentro de lo que se conoce como “economía popular”. De allí se realizaron además 25 encuestas en profundidad.

Escasez y pluriempleo

La primera conclusión da cuenta del escaso alcance del beneficio en tanto apenas el 17,9% de los encuestados dentro de ese universo de trabajadores de la economía popular accedía a un plan Potenciar Trabajo. Dentro de ese subconjunto surge que la inmensa mayoría de los beneficiarios sufren una situación de pluriempleo donde el Potenciar Trabajo y la contraprestación que se deriva puede resultar su ocupación principal o la secundaria. El estudio indica que “el 91,8% de los trabajadores que no recibe Potenciar Trabajo tiene una sola ocupación, mientras que el pluriempleo engloba al 8,2% restante”. En cambio, detalla, “dentro del conjunto de quienes se benefician de Potenciar Trabajo, la distribución es muy diferente: casi la mitad de sus trabajadores (49,2%) tiene más de un puesto de trabajo” y por lo tanto, el beneficio representa un “complemento de ingresos”.

Dentro de los beneficiarios, y acá se derrumba el primer mito, el 78% cumple con alguna contraprestación laboral por esa supuesta asistencia que, en realidad, resulta ser una ocupación precaria. El 37,6% asegura que es su principal actividad mientras que el 40,4% reconoce que se trata de su ocupación secundaria. Apenas el 2,8% contrapresta bajo la forma de una actividad educativa o de capacitación. Solo el 19,3% no realiza actividad laboral a cambio del beneficio.

El Centro de Estudios ratifica que esa información se confirma con lo que ocurre a nivel nacional en tanto, destacan, “según el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación en enero de 2023, del 1.210.571 de inscriptos al programa con sus datos actualizados, un 93,7% realizaba contraprestación laboral mientras que un 6,2% realizaba contraprestación a través de formación laboral o educativa”.

El papel de la educación

Como es de esperar, dicen, “el nivel educativo estructura las oportunidades de acceso a Potenciar Trabajo. En los niveles educativos más bajos la participación en el programa es mayor”. A la vez indican que “también se observa una relación entre las habilidades técnicas de quienes trabajan y la probabilidad de percibir el programa. Así, entre quienes tienen mejor manejo de computadora, hay una menor proporción de Potenciar Trabajo”.

Ingresos y contraprestación

El informe destaca que “sólo un 27,2% (416 casos) de la muestra recibe una remuneración mayor al SMVM por su ocupación principal” mientras que “la proporción de trabajadores con ingreso mayor a dos SMVM es de solo 5,4%”.

A la vez de la encuesta surge que “la contraprestación laboral se realiza, mayormente, en ocupaciones como cocinero, trabajador de servicios de limpieza y en trabajos dedicados a la recolección de residuos y limpieza de espacios públicos. Por otro lado, se observa que la mayoría de las personas beneficiarias de Potenciar Trabajo realiza su contraprestación laboral en una cooperativa”.

Al revés de lo que indican los prejuicios, el informe revela una gran responsabilidad de los beneficiarios en lo que hace a sus obligaciones y compromisos laborales. “Una amplia mayoría de trabajadores de la economía popular y de beneficiarios de Potenciar Trabajo reporta que cumplir sus tareas en el horario estipulado y cumplir horarios fijos en su trabajo es ‘importante’ o ‘muy importante’”. A la vez, discriminan, mientras que entre los no beneficiarios ese compromiso alcanza al 85,7%, escala hasta el 93,9% entre quienes reciben Potenciar Trabajo en su ocupación principal. Para quienes reciben el beneficio en su ocupación secundaria, la proporción es de 88,8%, similar al 89,2% observado entre otros beneficiarios”.

Ascenso social

A la vez existe una tendencia a considerar que la situación de los beneficiarios de los Potenciar Trabajo no se modificará por propia voluntad. “No existe cultura del trabajo”, repiten. Sin embargo, de la encuesta surge una enorme valoración por la conquista de un empleo formal como una vía de ascenso social, acceso a la jubilación, cobertura sanitaria y estabilidad laboral.

Del relevamiento surge que “entre quienes preferirían cambiar su trabajo (un 54%), la principal aspiración es la de acceder a un empleo formal, elegida en más de la mitad de los casos, con un pico de 77,4% entre quienes no tienen contraprestación laboral”.

De hecho, el informe comparte fragmentos de las encuestas en profundidad. Allí, por caso, destacan la experiencia de Carla que “era una beneficiaria del plan que trabajaba como ayudante de cocina en un comedor comunitario. Renunció al Potenciar Trabajo cuando consiguió empleo formal en una empresa de limpieza de oficinas. Si bien actualmente trabaja cuatro horas por día y desearía poder trabajar una mayor cantidad de horas en esa empresa, decidió quedarse con el empleo en blanco. Según afirma: “(prefiero) mi trabajo. El Potenciar me lo pueden sacar en cualquier momento. El trabajo es en blanco, es más seguro (…) lo de Potenciar no era seguro”.

Lo mismo para el caso de José preferencia en el caso de José, que “trabaja actualmente en el lavadero de un familiar y realiza contraprestación en un comedor para el programa Potenciar Trabajo. No se encuentra satisfecho en su situación actual y afirma que “su prioridad sería conseguir un trabajo formal”.

Por eso existe una coincidencia entre los supuestos propósitos de este tipo de beneficios (reinsertar en el proceso productivo) y, a la vez, representa “un aspecto muy valorado por las personas destinatarias”.

En este punto destacan el valor de la educación en tanto, sostienen, completar el secundario implica un incremento de casi un 10% en la probabilidad de tener un empleo registrado con relación a quien tiene primaria completa.

Recomendaciones

El informe concluye con una serie de recomendaciones que se derivan de lo que indica la encuesta. En primer lugar, destaca que “las personas con mayores probabilidades de recibir el programa sean grupos sociales típicamente vulnerables”. Sin embargo, señalan, “sólo llega a una porción reducida de la población objetivo: apenas el 17,9% de la población de la economía popular es beneficiaria del programa”.

En segundo lugar, ponen el foco en la contraprestación educativa destacando que apenas el 2,8% de las personas reporta que su contraprestación es educativa y que, por el contrario, “la mayoría de las personas beneficiarias de Potenciar Trabajo realiza su contraprestación en una cooperativa” debido a “la alta presencia de las organizaciones sociales en la ejecución del programa”. Por eso recomiendan ampliar las capacitaciones en tanto “la educación formal alcanzada es la variable que mejor predice la probabilidad de acceder a un trabajo registrado”.

Luego proponen “abordar estrategias de integración productiva con un fuerte foco en las necesidades sectoriales” que a la vez “deben contemplar la articulación con los entramados productivos locales”.

Por último, y a pesar de las dificultades que plantea este tipo de actividades para generar una confluencia con el sector privado, proponen profundizar el vínculo con “el tejido comunitario de los barrios populares” tomando en cuenta el papel que los beneficiarios juegan en la puesta en pie de comedores y merenderos populares.