Un reciente estudio publicado por el centro de investigación Asuntos del Sur alertó sobre rasgos de autoritarismo en el primer año de gestión de Javier Milei a partir del análisis de variables como el rechazo o bajo compromiso con las reglas del juego democrático, la negación de la legitimidad de los oponentes políticos, la tolerancia o promoción de la violencia y la restricción de libertades civiles.

Asuntos del Sur (ADS), que comenzó su análisis a partir de la campaña electoral de 2023 bajo el liderazgo de la politóloga María Esperanza Casullo, centra sus desarrollos en el diseño e implementación de “herramientas, ideas y políticas innovadoras para fortalecer la democracia en América Latina y el Sur Global”. En diálogo con Tiempo, Matías Bianchi, director de ADS, subrayó el alineamiento geopolítico de Milei con sus contemporáneos Trump y Bolsonaro, además de señalar el “importante riesgo” de que la deriva autocrática libertaria se extreme en el futuro inmediato de su mandato.

Los resultados de la pesquisa, titulada “Alerta Democrática”, afirman que existen riesgos autoritarios a partir de la marcada negación de la legitimidad de los oponentes políticos y la predisposición a coartar las libertades civiles de sus oponentes. Para la evaluación, en ADS elaboraron la herramienta Marcadores de Riesgo Autoritario, a partir de un marco teórico que incorpora los conceptos de Stephen Levitsky y Daniel Ziblatt en el libro Cómo mueren las democracias, publicado en 2018 con gran resonancia en el campo de la ciencia política a nivel internacional.

«Los discursos políticos dibujan una oposición maniquea en donde todos los críticos son automáticamente tildados de inmorales, chorros, comunistas, ratas o parásitos», puntualizó Casullo, que propone la urgente intervención por parte de los partidos políticos de la oposición, en tanto ejecutores de un necesario “contrapeso democrático”.

Foto: Eduardo Sarapura

Los Marcadores de Riesgo Autoritario son cuatro y fueron diseñados desde ADS para evaluar la performance democrática de gobiernos actuales más allá de Argentina. En particular, se centran en las siguientes dimensiones:

Rechazo a las reglas democráticas: uso excesivo de DNUs y vetos presidenciales, junto con una deslegitimación creciente del Congreso.

Negación de la legitimidad de opositores: criminalización de la protesta y discursos que presentan a los adversarios como amenazas existenciales.

Tolerancia o promoción de la violencia: retórica polarizante que legitima la violencia estocástica (es decir, cuando los seguidores de un movimiento deciden atacar por su propia mano a aquellos definidos como enemigos) y desfinanciamiento de programas de género y Derechos Humanos.

Restricción de libertades civiles: represión de protestas, despidos ideológicos y limitaciones a derechos fundamentales.

Sin embargo, la particularidad del caso argentino obliga a incorporar el negacionismo de la tradición de Memoria, Verdad y Justicia, los derechos de las minorías y los ataques a la prensa, todos rasgos tradicionalmente ligados a la autocracia.

Bianchi explicó a este medio la génesis de la investigación. “Arrancamos durante la campaña presidencial centrándonos en Sergio Massa y Javier Milei. Ahí ya saltaron todas las alarmas cuando comenzó a expresar de manera pública qué es lo que pensaba de la política, de los derechos de las mujeres, del cambio climático, etcétera. La incertidumbre en ese momento era si iba a llevar a la práctica toda esa agenda que discurseaba antes de las elecciones, porque implica mucha mayor gravedad impulsar políticas públicas o declaraciones oficiales desde el rol de presidente de la Nación. En ese sentido, hay que decir que ha sido consecuente. Obviamente que esperábamos que fuera menos grave”.

“Considero que hay un importante riesgo de que la situación empeore por la manera en que naturalizamos prácticas como denostar al que piensa diferente, perseguir al oponente político, denigrar sectores sociales o menoscabar derechos adquiridos de poblaciones específicas. Eso va generando una erosión que se replica al interior de la sociedad”, comenta Bianchi. Según interpreta, lo que se rompe con la discursividad y las decisiones administrativas del mileísmo es un pacto político nacido a partir de 1983 que involucró -a veces más, a veces menos- el respeto del sistema democrático, los Derechos Humanos, la participación en acuerdos internacionales y espacios multilaterales.

Se amplía el campo de batalla

En tal sentido, el extenso análisis de ADS es inescindible de una ampliación del campo de batalla, al decir del escritor francés Michel Houellebecq: Milei y su movimiento de ultraderecha pertenece a un período histórico en plena transformación. Bianchi, doctorado en el Instituto de Estudios Políticos de París, hace foco en otros líderes del presente. “Si vemos lo que pasó con Trump o Bolsonaro, estamos en una era de bastante consecuencia política”.  Pero además traza dos factores macro que exceden a los protagonistas. Por un lado, el desenfreno de los sectores financieros y tecnológicos que producen sociedades de poquísimos súper ricos y grandes porcentajes de la población que luchan por llevar un plato de comida a la mesa. “En Occidente se resquebrajó un contrato social”, comenta Bianchi. A eso se suma el territorio digital, del que La Libertad Avanza es nativa y principal beneficiaria. “Los algoritmos generan sociedades más polarizadas, cámaras de eco con narrativas de posverdad que no tienen ninguna conexión con la empiria. De ahí surge Milei”.  «