El viernes nos golpeó la muerte de nuestro compañero Diego Paruelo, reportero gráfico, integrante de la sección fotografía de Tiempo y, sobre todo, un luchador, un trabajador comprometido y solidario que puso el cuerpo para recuperar el diario y poner en pie la cooperativa después del vaciamiento patronal. Como toda muerte joven, su muerte, a los 42 años, es injusta. Diego era una persona querida por cada colega con el que haya compartido una redacción o una cobertura, un tipo generoso y solidario, siempre dispuesto a luchar por las causas que consideraba justas.
Diego nació en Rafaela el 26 de abril de 1976. Hizo la primaria en Rosario y a los 14 años se encontró con lo que sería su oficio y su pasión, la fotografía. Desde que descubrió una Voigthlander de su papá, no dejó de mirar a través de la lente. Estudió en el Instituto Municipal de Arte Fotográfico, en Avellaneda, y cursó Fotoperiodismo en ARGRA, de la que llegó a ser vicepresidente. Reportero sensible, preciso y valiente, Diego trabajó para los diarios Crítica, El País de España, y las revistas Rolling Stone y Crisis. Sus fotos integraron muestras y exhibiciones. Y con su obra «2 de abril», sobre la Guerra de Malvinas, recorrió las escuelas. Padre de León, de cinco años, y fanático de River, con Diego se nos va un compañero de lucha, en la calle y en las redacciones, donde militó activamente para la conformación del SiPreBA. La búsqueda de su propia identidad, desde que supo que había sido adoptado, también lo llevó a comprometerse con otras búsquedas. Para él ninguna pelea era individual. Diego se dedicó a unir puentes y generar amistades. Por eso tantos lo lloramos y tantos vamos a extrañarlo.
Hasta siempre, querido Diego.
Sus mejores fotos