La agrupación Colectivo Passarinho convoca a una concentración en el Obelisco a partir de las 18:30 del miércoles 24 para exigir el legítimo derecho de ser candidato al líder político brasileño Lula Da Silva.
Para la convocatoria a la marcha de la tarde del miércoles, el colectivo confeccionó un manifiesto donde entre otras cosas destacan la falta de legalidad del proceso por el cual se intenta eliminar a Da Silva de las próximas elecciones. «Lula crece en las encuestas en todos los escenarios de primera y segunda vuelta e incluso puede ganar en la primera. La victoria de Lula resultaría en el fracaso del golpe y permitiría la apertura de un nuevo ciclo político», expresa el comunicado.
«Por lo tanto para evitar la candidatura de Lula vale todo: condenación en la corte de Porto Alegre, la institución del semiparlamentarismo y hasta postergar las elecciones. Ninguna de las acciones enumeradas está fuera de cuestión. Ellas constituyen el arsenal de maldades de las fuerzas políticas que no valoran la democracia», continúa. «El tema de la persecución de Lula no se refiere sólo al Partido de Trabajadores y a la izquierda, sino a todos los ciudadanos brasileños. Como nunca antes en nuestra generación de combatientes, lo que está en juego es el futuro de la democracia», finaliza el manifiesto.
El Colectivo Passarinho está integrado por estudiantes y trabajadores brasileños residentes en Argentina. Se formó en el 2016 para combatir el golpe de Estado que destituyó a Dilma Rousseff. Hoy se dedican a establacer diálogos de resistencia entre la militancia de Brasil y Argentina.
Manifiesto: «Elección Sin Lula es fraude»
El intento de marcar en tiempo récord el juicio de segunda instancia de Lula el 24 de enero no tiene nada de legalidad. Se trata de un puro acto de persecución al líder político más popular del país. Utilizar un recurso espurio para intervenir en el proceso electoral ocurre porque el Impeachment de Dilma no generó un régimen político de estabilidad conservadora para muchos años.
El plan estratégico en curso, después de apartar a Dilma de la presidencia, retira los derechos de los trabajadores, pone en peligro la seguridad social, privatiza la Petrobras, la Eletrobras y los bancos públicos, además de abandonar la política exterior activa y altiva.
La reforma laboral y el techo del gasto público no atrajeron la inversión extranjera prometida, lo que podría sustentar la campaña en 2018 de un gobierno alineado con el neoliberalismo. Frente a la falta de popularidad, estos sectores han fallado en construir, hasta el momento, un candidato viable para la presidencia.
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Lula crece en las encuestas en todos los escenarios de primera y segunda vuelta e incluso puede ganar en la primera. La victoria de Lula resultaría en el fracaso del golpe y permitiría la apertura de un nuevo ciclo político.
Por lo tanto para evitar la candidatura de Lula vale todo: condenación en la corte de Porto Alegre, la institución del semiparlamentarismo y hasta postergar las elecciones. Ninguna de las acciones enumeradas está fuera de cuestión. Ellas constituyen el arsenal de maldades de las fuerzas políticas que no valoran la democracia.
Una persecución totalmente política, que sólo será derrotada en el terreno de la política. Más que un tema táctico o electoral, la victoria o la derrota en esta lucha tendrá consecuencias estratégicas y de largo plazo.
Brasil está en una encrucijada: o restaura los derechos sociales y el Estado de Derecho Democrático o será derrotado y verá el final de la ejecución de una sociedad capitalista sin regulaciones, basado en la explotación de los trabajadores.
Este tipo de sociedad requiere un Estado de excepción con instrumentos para suprimir las universidades, intelectuales, trabajadores, mujeres, jóvenes, los pobres, las personas negras. De todos modos, todos los explotados y oprimidos a levantarse contra el nuevo sistema.
Por lo tanto, el tema de la persecución de Lula no se refiere sólo al Partido de Trabajadores y a la izquierda, sino a todos los ciudadanos brasileños. Como nunca antes en nuestra generación de combatientes, lo que está en juego es el futuro de la democracia.