Las frases que Diego Maradona acuñó con humor, ironía y sagacidad para el idioma de los argentinos, gambeteando los sentidos dominantes de las palabras y dando visibilidad a los habitantes de lugares como la relegada Villa Fiorito que lo vio nacer, serán parte del ciclo Las verdades del 10, organizado por el Museo del Libro y de la Lengua y la Universidad de General Sarmiento (UNGS) que se transmitirá a partir de hoy por Facebook y Youtube. A pocos meses de su muerte, el 25 de noviembre del año pasado, la figura del astro futbolístico sigue inspirando miradas y lecturas que se resignifican. No solo desde su inigualable capacidad deportiva, sino también por su especial don para crear frases, a través de las cuales el Museo del Libro y de la Lengua propone abordar la complejidad que reviste su figura. Las 12 entregas de Las verdades del 10 podrán verse los viernes y domingos a las 20, en el Facebook live de UNITV y en el canal de YouTube del Museo del Libro y de la Lengua.
«Más falso que dólar celeste», «se le escapó la tortuga», «tomarle la leche al gato», «me siento más solo que Kung Fu» o «la pelota no se mancha» son algunas de las formulaciones con las que Maradona describió conductas y actitudes de ciertas personas, y que hoy forman parte del habla popular de los argentinos. A modo de homenaje y también como forma de despedida, estas frases que se popularizaron serán analizadas por la titular del Museo, María Moreno, junto a un grupo de ensayistas e investigadores quienes, desde distintas disciplinas, trabajan con el análisis y sentido de las palabras y sus implicancias sociales. Entre ellos se encuentran integrado por Horacio González, María Pía López, Roberto Jacoby, Diego Tatián, Rita Cortese, Mara Glozman, Alejandro Modarelli, Sofía de Mauro, Luis García y Gabriela Reznik.
«Maradona fue un ídolo dionisíaco en un país de ídolos de imagen deserotizada como Gardel, Borges, Evita (hablamos de mitos, no de vidas privadas).Y además era un sensual de la lengua. Lo que veo en sus frases es que sus operaciones verbales a menudo eran más complicadas que las de Borges. Es más resonante de sentido decir que se escapó la tortuga que decir que a Gardel no le gustaba el tango», apunta María Moreno. «Pienso que en sus gracias lingüísticas homologaba velocidad mental (…), no en el sentido sólo de correr sino en el de saber responder con el cuerpo de manera inteligente. Hacía goles con la mente y tenía pies que pensaban. Lo contrario a pensar con los pies», destaca la escritora en diálogo con Télam.
En tanto, María Pía López, organizadora de la actividad desde la UNGS, explica que cuando pensaron en el ciclo se propusieron «analizar eso que tiene que ver con el ejercicio de lo popular, y de la lectura popular de la lengua y de rehacer la lengua desde una perspectiva plebeya”. Y amplía: «ese modo de hablar de Maradona también fue parte de sus destrezas, de su capacidad de innovar sobre un cierto territorio, de hacer algo mas allá de lo que permiten las supuestas reglas que organizan las cosas. Eso que tenía como jugador eximio y único, también aparece en los modos en que trata su oralidad».
Para López, «retomar la figura de Maradona para analizar esas inflexiones es muy interesante porque, de alguna manera, él tajea ese sentido dominante y tiene algo de gesto lúdico con la lengua y produce intervenciones irónicas vinculadas a la picaresca, al gesto plebeyo de considerar la lengua como algo que encubre y permite al mismo tiempo hacer transcurrir el doble sentido, el humor inesperado, el chiste, todo eso estaba en el modo en que Maradona hablaba».
Por su parte, Horacio González considera que «la tragedia de Maradona es la misma que la de la vida popular, que está siempre en estado de amenaza y luego pone en juego infinitas astucias para amoldarla a diversas situaciones y compromisos. Maradona llevó esa tensión hasta el extremo de hacerla irresoluble, y eso se evidenciaba en su propio cuerpo y en su propia vida».
En ese rescate de figura popular, Mara Glozman calificó a Maradona como «un desvío: persona, figura mediática, ídolo popular, genio. Maradona nombra el encuentro entre un talento excepcional -como un músico con oído absoluto y genio creativo- y una sensibilidad social y política de la que nunca dejó de ser parte». Doctora en Lingüística e investigadora del Conicet, Glozman destacó que «la fuerza de la palabra maradoniana reside en que recoge el decir del pueblo y, trastocado por su estilo genial, lo devuelve al pueblo al modo de frases que siembran su nombre. Por eso hay un archivo maradoniano que no cesa de expandirse».
Otro de los participantes del ciclo, Diego Tatián, define la lengua maradoniana como «poética, si por esta palabra entendemos la producción en y por el habla de un efecto de sentido, la apertura de un significado a partir de una experiencia de alegría o de dolor, la detección de algo que nunca había sido nombrado antes, o no con esa precisión». En este sentido, señala que «en el uso de la lengua y el repentismo metafórico de Maradona hay algo más: una capacidad de inventar giros idiomáticos que tocan la cifra -podemos usar aquí este vocablo borgiano de manera un poco traviesa- de personajes y situaciones de la vida popular».
Según Alejandro Modarelli, «Maradona con sus frases más famosas nos explica a los argentinos, pero la versión que prefiere es la del subsuelo sublevado. Contra Borges y a favor de Jauretche, o mejor de Arlt. Borda a Villa Fiorito en la bandera, de la que quita el sol oligarca de su centro». El escritor y periodista cuenta que le propusieron trabajar con la frase ‘yo me equivoqué, pero la pelota no se mancha’. “Esquivo la urdimbre psicoanalítica y me concentro en pensar qué es lo que no se mancha. Pienso que él, frente a la tribuna (el país), postula la defensa de los mitos fundacionales argentinos, como el fútbol y el peronismo, los sueños que se conservan límpidos en la materia de los errores persistentes», reflexionó.