“Acá nunca prosperó una asociación general de recicladores porque siempre estuvieron el patrón y el obrero en el mismo saco”.

Así me dijo la socióloga Bárbara Giavarini (hoy 44 años, dos hijas) por videollamada, apenas empezar a hablar.

Después me contó la historia de las Ecorecicladoras de La Paz.

De cómo en 2017 empezó a trabajar con ese grupo de mujeres grandes, de cincuenta para arriba, que veía con sus amigos Cecilia y Carlos en las calles, a toda hora, que estaban dale que va sacando cosas de la basura.

Cecilia Tapia (ingeniera ambiental, hoy 38 años, en pareja, sin hijos) y Carlos Loredo (45 años, técnico informático, soltero). Cecilia que además hace papel reciclado y había llegado a La Paz desde Potosí. Carlos que venía del Quepi Cochabamba y es medio ermitaño.

Sintonizaron ellas dos, primero, las universitarias: Bárbara egresada de la UNAS; Cecilia, de la Universidad de Potosí.

Así arrancaron.

REDcicla Bolivia – Reciclaje inclusivo

Ellas fueron juntando a las recolectoras en proyectos muy pequeños con la idea no solo de unirlas sino de irles proveyendo de materiales de trabajo que protegieran su salud: guantes, barbijos, elementos de preservación e higiene. Lo primero fueron talleres.

Sin personería jurídica o sostén legal, se encontraron pronto con el problema de la falta de fondos y buscaron un modo de resolverlo de índole informal.

“Esto era más para colectivos porque no somos ong ni fundación, que tienen fondos accesibles. Al no serlo, no tuvimos que rendir cuentas de un modo tan estricto. Es decir, lo que hicimos fueron proyectos”, explicó Cecilia.

Apuntaron, pues, a fondos concursables y con propuestas destinadas a un grupo. De las opciones más realizables, apostaron a la innovación en tecnología. Carlos aportó su genialidad tecnológica, aunque criticando la obsolencia de las aplicaciones.

Con lo conseguido crearon una aplicación destinada a localizar y poder poner en contacto a las recolectoras, entre ellas y con los vecinos donantes a través de la red social Whatsapp.

Sin información de campo confiable, Bárbara se puso al hombro el trabajo de calle y fue coordinando un grupo de voluntarios, una docena de jóvenes que captaron al vuelo el objetivo de visibilizar, dignificar el trabajo de las cholas.

“Nos fuimos personalmente hasta los recolectores, es un grupo que desconfía mucho. Hicimos un mapeado de qué materiales recuperan, en qué días y horario, qué rutas hacían. Eso puso en contacto directo a vecinos y recicladores. Había algo para recoger, las llamaban. Funcionó por un año. El pago que hacés a la play store dura un año, luego tienes que pagar un montón. Eran 100 dólares si no me equivoco. Y no pudimos cubrirlo”, relató Bárbara.

Bases de datos

En 2022 los buscó la ONG Swisscontact para su Proyecto Basura Cero, y así consiguieron credenciales para poder operar en la basura, emitidas por la alcaldía de la ciudad de La Paz. La gestión de residuos era el objetivo de la ONG y los recicladores eran parte esencial del proyecto. Eso inició una etapa de capacitaciones y otros talleres de distinta índole.

“Hemos ido subiendo la categoría, si vale el término. Buscamos que se los empiece a nombrar por su trabajo, por su función en la sociedad. Eso les sube la autoestima de alguna manera. Afila el oído del vecino, la vecina, y comenzaron a conocerlos. Antes eran invisibles”, expresó.

Hoy a Carlos un poco le perdieron el rastro (se fue de todas sus redes sociales), pero Bárbara y Cecilia mantienen viva la REDcicla Bolivia desde el Facebook. Es una página luminosa, viva, con emociones y actividades hermosas de ver. Tiene 3,3 mil Me gusta y 3,7 mil seguidores.

En la charla se deslizó entonces una pregunta: por qué en La Paz, donde hay sindicatos de todo, hasta de las hormigas, no hay sindicalización de recicladoras. Es decir, haber, algo hay, dijo. Al menos desde 2023, cuando se inició la formación de la Red Nacional de Recicladoras con una gran reunión en Cochabamba, donde se incluyeron a representantes de La Paz, Oruro, Sucre, Tarija y redactaron en comisiones los términos de estatutos que fuesen útiles a todos. Aun sin personería jurídica, al menos tienen sigla propia: REDNARBOL.

“Están apoyadas por una ONG extranjera. Con siglas en inglés. No visitaron a nadie. Lo mínimo que tienes que hacer es visitar a la gente y hacerte conocer: ‘Hola, hermano. Soy el presidente’. Ese tipo de vínculo. Pero eso no ha habido”.

El Estado ausente

El reciclado es un tema del que se ocupan las alcaldías, a lo mucho lo que el Estado central ha dado fueron certificados de operadores. El Ministerio de Medio Ambiente hizo poco y nada.

“Estaban discutiendo que si los formalizaban de alguna manera pagaran impuestos. Las recicladoras se opusieron. Ni los cocaleros ni los transportistas pagan impuestos, ¿cómo le vas a decir a un reciclador que gana 40 bolivarianos por día que pague impuestos? Era como para reírse, honestamente. Y esto fue cuando estaba Evo Morales, antes de la pandemia si no me equivoco…”, dijo la socióloga que mapeó a las recicladoras de su ciudad.

Y mientras tanto, corporaciones como la Coca Cola Company, han puesto el ojo en el mismo tema. Una gran campaña está fomentando la multinacional de la negra alegría desde 2022, cuando instaló 2.500 contenedores en todo el país y recupó 3.080 toneladas de PET, cierto que con la contraprestación de capacitar a 16.000 personas y respaldar a 800 recolectores, incluyendo mujeres adultas mayores. Este año van agregar 200 contenedores en diferentes poblaciones de la zona andina, valle y del chaco boliviano.

“Quieren poner sus contenedores de pets bien visibles en las rutas. Eso quieren”, afirmó Bárbara, y pensé en cómo empezó la charla, eso del patrón y el obrero. Me figuré lo interesante que sería poder viajar a conocer esa realidad de primera mano.