La carrera por la presidencia de Estados Unidos ingresó en una etapa de incertidumbres y teorías conspiranoicas por igual, desde el atentado fallido contra Donald Trump del sábado pasado y las crecientes presiones para que Joe Biden baje su candidatura antes de que todo se termine de desbarrancar para los demócratas. Mientras este jueves el Partido del Elefante nominó su fórmula para volver a la Casa Blanca en Milwaukee, las principales espadas del Partido del Burro recurrieron con mayor ímpetu a sus medios más cercanos, como The Washington Post y The New York Times, para “sugerir” la conveniencia de que la convención demócrata del 19 al 22 de agosto en Chicago postule a un candidato alternativo al votado en las primarias. Así, entre los aspirantes con supuestas posibilidades de triunfo se habla desde la vicepresidenta Kamala Harris a la esposa de Barack Obama, Michelle. Podría decirse que Trump a esta altura compite contra más de un fantasma: el que irá por el oficialismo y el de una posible conspiración del “estado profundo” contra el que se enfrentó en sus cuatro años de gobierno.
Biden, que desde el debate presidencial es resistido por estrategas demócratas ante el preocupante desempeño que evidenció ese 27 de junio, dio esta semana nuevas muestras de deterioro cuando pareció confundir a una mujer con su esposa en un acto y en una entrevista, como no recordó el nombre de su secretario de Defensa, lo llamó “ese hombre negro”, por Lloyd Austin III. El miércoles, se anunció que estará recluido en la residencia presidencial porque se le detectó Covid-19. Pero se especula que es el paso previo a su renuncia o que en el interín se le esté realizando un estudio neurológico que determine la inconveniencia para ocupar el cargo por un nuevo período.
Las autoridades, en tanto, no alcanzan a explicar razonablemente qué fue lo que sucedió en Butler, Pensilvania, cuando un francotirador desde un techo cercano al escenario disparó contra Trump y mató a un espectador trumpista, el bombero Corey Comperatore. La imagen del expresidente con la oreja sangrante, rodeado de agentes de seguridad y con el puño derecho en alto, recuerda a los marines izando la bandera tras la batalla de Iwo Jima, en 1945. Lo que en un primer momento hizo dudar de si no se hubiera tratado de una performance perfectamente articulada. Pero en observaciones cuadro a cuadro sobre algunos de los videos se ve que el proyectil iba directo a la cabeza de Trump, que tuvo la buena fortuna de haber girado hacia su derecha. El impacto fue en la parte superior de la oreja.
Lo que se sabe del autor de la balacera es que se trata de Thomas Matthew Crooks, un joven blanco y registrado como republicano, de 20 años, quien utilizó un rifle semiautomático AR-15 que le pidió prestado al padre alegando que quería ir al polígono de tiro en su pueblo, Bethel Park, a unos 780 kilómetros de Butler. El arma es de venta libre, al igual que los cartuchos que compró en el camino, junto con una escalera metálica.
Las investigaciones posteriores no dieron con pruebas de que Crooks pertenecía a alguna organización terrorista o vinculada a alguna agencia estatal, aunque todavía estaban hurgando en su celular. Crooks trabajaba en un hogar de ancianos de Bethel Park, no tenía actuación en redes sociales, al menos con su nombre, y ni siquiera tenía una multa por cruzar en rojo. Sí se informó -una constante en EE UU, parece- que en el secundario había sufrido bullying. En la foto se lo ve con cara de nerd inofensivo.
Lo que no pueden explicar es por qué los agentes que vigilaban el acto no prestaron atención a los reclamos de gente del público que alertaban sobre la presencia de alguien en el techo de un depósito cercano. O cómo fue que una persona pudo estar allí con un arma larga sin que nadie hubiera hecho nada. De manera muy constante también en EE UU, Crooks fue eliminado por los agentes, de modo que no se podrá saber de su boca qué fue lo que pretendía hacer.
Pero se vislumbran otras fallas elementales en la seguridad, como que el personal apostado en el acto no era el más adecuado. El senador republicano Josh Hawley, por ejemplo, sostuvo en su red X que la mayoría “de los elementos de seguridad de Trump que trabajaron en el evento del sábado pasado ni siquiera eran del Servicio Secreto, (fueron) extraídos de la Oficina Nacional del Departamento de Investigaciones de Seguridad”. O sea, burócratas de escritorio y sin experiencia de calle. Por esa razón, desde la bancada de la oposición en la Cámara alta piden la cabeza de la directora del Servicio Secreto, Kimberly Cheatle, quien deberá presentarse en el Congreso este martes para rendir cuentas.
Este sábado, en tanto, Joe Biden posteó en la cuenta de la presidencia un recordatorio del 55 aniversario de la caminata de un humano sobre la luna, aquel 20 de julio de 1969, que dio pie por estas tierras al día del Amigo. “Como dijo el presidente Kennedy, (asesinado en 1963) era un desafío que no estábamos dispuestos a posponer y que pretendíamos ganar. Condujimos al mundo a la luna en 1969. Ahora, llevaremos al mundo de regreso”, escribió el mandatario, quizás a horas de anunciar un paso al costado
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Rusia condena a periodista de EEUU
Un tribunal ruso declaró al periodista estadounidense Evan Gershkovich culpable de cargos de espionaje y lo condenó a 16 años de prisión, informaron agencias de noticias rusas, en un caso que el medio para el que trabajaba, el The Wall Street Journal, calificó de farsa.
Gershkovich, un estadounidense de 32 años que se defendió diciendo que las acusaciones en su contra eran falsas, fue juzgado el mes pasado en la ciudad de Ekaterimburgo. Fue el primer periodista estadounidense arrestado por cargos de espionaje en Rusia desde la Guerra Fría, apuntó un informe de la agencia de noticias Reuters que publica NA.
Donald Trump criticó la condena y prometió sacarlo de la cárcel cuando sea elegido presidente, al tiempo que aseguró que el actual presidente, Joe Biden, «a menos que pague un ‘rescate de rey'», publicó en su red Truth Social. «Será un gran honor para mí liberarlo», agregó Trump.
Los fiscales rusos habían alegado que Gershkovich había reunido información secreta por orden de la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos (CIA) sobre una empresa que fabrica tanques para la guerra de Moscú en Ucrania, lo que él y su empleador negaron.
El 29 de marzo de 2023, agentes del servicio de seguridad del FSB lo arrestaron en un restaurante especializado en carnes de Ekaterimburgo, a 1400 kilómetros al este de Moscú. En ese momento, la vocera de la cancillería rusa, Maria Zajarova, señaló que Gershkovich podía haber escrito «sobre los bombardeos terroristas de ciudades rusas, en los que el régimen neonazi de Kiev ha estado involucrado en los últimos meses».