La renuncia del primer ministro canadiense, Justin Trudeau, es otro reflejo de cómo occidente se está preparando para la llegada de una dupla furibunda al gobierno de Estados Unidos. Y no parecen que piensaan resistir a Donald Trump y a su “ministro de la motosierra”, Elon Musk, sino más bien está acomodando los tantos ante una ofensiva de las ultraderechas internacionales que el binomio no hace sino fogonear. En los últimos meses, Alemania, Gran Bretaña y Francia viven diferentes crisis que, como suele suceder, pintan como terminales. Ahora se suma Austria, que está a la espera de que el actual líder del Partido de la Libertad de Austria (FPÖ), Herbert Kickl, forme gobierno -como le encargó el presidente Alexander vna del Bellen- tras la renuncia del conservador Karl Nehammer. Todo esto en el telón de fondo, claro, de una guerra que está desgastando a la OTAN y la Unión Europea y amenaza con la existencia misma de Ucrania como nación. Y cuando este Trump recargado aspira a anexionar Canadá y comprar Groenlandia, como en los buenos viejos tiempos de la expansión territorial estadounidense del siglo XIX, para disputar las riquezas del Ártico.
Pero vayamos por partes: el Reino Unido, uno de los más belicosos contra Rusia en Ucrania, venia tambaleando desde hacia meses hasta que en julio, en elecciones anticipadas, el laborista Keir Starmer logró romper la racha de 14 años de gobiernos conservadores. En septiembre el primer ministro envió un mensaje de austeridad para terminar con el déficit que había heredado. Lo de siempre.
Para fin de año, las encuestas hablaban de un 61% de rechazo a las políticas impuestas desde el 10 de Donwning Street. A medida que se acercaba el día de asunción de Trump, el dueño de Tesla y Starlink aceleró sus críticas contra Starmer -laborista=comunista, se entiende- y pidió liberar al ultraderechista Tommy Robinson, el islamófobo condenado por injurias a un inmigrante sirio. Para Musk, el premier británico es un ser despreciable, además, por la forma en que actuó ante un escándalo de violaciones de menores presuntamente cometidas por pobladores de origen pakistaní.
Irritativo y con modos de dueño de la pelota, Musk se metió de lleno en la arena política alemana. La crisis germana comenzó con el incremento de la energía a raíz de las sanciones a Rusia y el sabotaje a los gasoductos Nord Stream, que el gobierno de Olaf Scholz toleró mansamente cuando hay bastante evidencia de la implicación de agencias de EEUU en el asunto. Eso generó una recesión que llevó a la renuncia del ministro de Finanzas, Christian Lindner, y la ruptura de la coalición de gobierno… justo un día después del triunfo de Trump en EEUU. Casualidades.
Hubo acuerdo para ir a elecciones adelantadas, el 23 de febrero, en las que el conservador Friedrich Merz marcha adelante, aunque si las encuestas no fallan, no tendrá la mayoría parlamentaria. Pero la ultraderecha de Alternativa para Alemania (AfD) viene en crecimiento y podría incluso dar un batacazo. Para lo cual, cuenta con el apoyo del inefable Musk.
Only the AfD can save Germany https://t.co/Afu0ea1Fvt
— Elon Musk (@elonmusk) December 20, 2024
AfD celebró como un triunfo propio la llegada del austríaco Kickl y la candidata a canciller por la extrema derecha, Alice Weidel, argumentó que la situación en Austria debería convencer a la conservadora Unión Demócrata Cristian (CDU) de Merz) de abandonar lo que llaman «cortafuegos» o cordón sanitario, que impide la cooperación con el neonazismo.
En Francia, la muñeca de Emmanuel Macron no logró disimular su derrota en las elecciones de mitad del año pasado. Tras haber perdido en las europeas del 9 de junio de Asamblea Nacional (liderada por Marine Le Pen), llamó a parlamentarias adelantadas para ese fin de mes y recibió otro cachetazo. Pero aprovechó el interruptus de los Juegos Olímpicos de Paris para dejar todo como estaba y, a la vuelta, designó a un conservador como primer ministro, dejando de lado a la centroizquierda del Nuevo Frente Popular que había logrado más escaños, aunque no suficientes.
El conservador Michel Barnier duró desde el 5 de septiembre hasta el 13 de diciembre, cuando la izquierda del NFP y la ultraderecha de AN se unieron para desbarrancarlo en una moción dfe censura. Macron insistió, ahora con François Bayrou, pero está bajo fuego constante. El último días del 2024 hizo un balance de gestión y no tuvo otra opción que reconocer que la movida de junio “ha producido más inestabilidad que serenidad y asumo mi responsabilidad«. Ahora se sumó a Starmer y Sholz en su crítica a la injerencia de Musk en la política continental. Finalmente los europeos descubrieron en carne propia lo que es que se metan en los asuntos internos.
«¿Quién lo habría pensado, si nos hubieran dicho, que el propietario de una de las redes sociales más grandes del mundo apoyaría el nuevo movimiento reaccionario internacional e intervendría directamente en las elecciones?», se quejó este lunes Macron.
BREAKING: Macron accuses Elon Musk of election interference.
— DogeDesigner (@cb_doge) January 6, 2025
«Who would have thought, if we had been told that the owner of one of the largest social networks in the world would support the new international reactionary movement and intervene directly in elections.» pic.twitter.com/OcFLQ9du08
El caso de Trudeau lleva otro lado sello, aunque no tan alejado. Ni bien se produjo el triunfo de Trump, el 5 de noviembre pasado, el presidente electo amenazó con incrementar los aranceles a los productos que ingresan a EEUU de México y de Canadá hasta un 25%. La excusa fue que la política de “fronteras abiertas” que imputa a la administración Biden permite el ingreso de fentanilo sin control, lo que está causando estragos en al población.
Trudeau visitó a Trump en la mansión de Mar a Lago para negociar mejores términos ante esa amenaza, sin resultados a la vista. Tan es así que el 16 de diciembre renunció su ministra de Finanzas y viceprimera ministra, Chrystia Freeland. Fue prácticamente una estocada fatal, que sumada a la bravuconada Trump de afirmar que quiere convertir a Canadá en el estado 51 de EEUU, no le dejaba muchas opciones. Trudeau, acostumbrado a las mieles del éxito, resultó suspendido y humillado y ahora quedará en el gobierno hasta que su partido designe a un sucesor, lo que podría ocurrir al fin del invierno boreal.
Pero Trump también pretende sumar otro territorio en el Ártico y como en 2017, vuelve a insistir en comprar Groenlandia. Con un estatus de autonomía bastante amplia, la enorme isla tiene apenas 57.000 habitantes, pero depende administrativamente de Dinamarca. Las urnas en EEUU también alertaron al rey Federico X, que en diciembre cambió el escudo real. Esta versión resalta con mayor claridad los territorios de Groenlandia y las islas Feroe, ubicadas entre Noruega e Islandia. Pero la escasa población inui podría aceptar el pase de jurisdicción por pocos dólares para las finanzas estadounidenses.
El presidente que reasumiráel 20 de enero no se quedó calmo y envió a su hijo Donald Trump Jr en viaje a las islas que libremente rebautizó “Greenland”.
Greenland is beautiful!!! 🇬🇱 pic.twitter.com/PKoeeCafPz
— Donald Trump Jr. (@DonaldJTrumpJr) January 7, 2025
El subsuelo del Ártico tiene enormes reservas minerales pero allí solo tendrían derechos los países ribereños, según los acuerdos vigentes: Rusia, Dinamarca y Canadá. La anexión de las tierras del extremo boreal de América del Norte y la adquisición de Groenlandia implicaría sacar del juego a dos equipos en un campeonato en el que EEUU no estaba invitado. Y que llevaría a una final entre dos pesos pesado. Sin disparar un tiro.