Un hombre que quiere volver a ser presidente de Estados Unidos y en un chasquido de dedos da por tierra con la realidad que dibujó el imperio desde 2001. Otro que tilda de comunistas “feos, sucios y malos” a los líderes de los principales socios de la Argentina y a los ricos más ricos del mundo en Davos. Con palabras fáciles, con cosas de locos, pero así sucede en estos tiempos.
Tiempos incómodos para los habituados a interpretar el mundo según ciertas definiciones y con la garantía de que vivir en comunidad es acordar mínimas cuestiones comunes, como la palabra. Para no perderse. Como que el cartelito que indica la ruta a Mar del Plata no mienta. Y que tanto el cartelito como la ciudad sigan allí por si queremos volver.
Siempre hubo quienes decían y hacían por fuera de la caja. Eran loquitos, sí, pero para romper con la modorra de las cosas siempre iguales. Pero estos nuevos locos son como aquel cajero cuya torpeza le hacía cometer errores siempre a su favor. Estos no son de hacer locuras para los de abajo. Son capaces de tildar de “zurdos” y malignos al Papa, a los megamillonarios, a los líderes de Brasil o China. Y luego pedirles la pelela como si nada.
Algo sobre los ricos de Davos que piden pagar más impuestos para terminar con la desigualdad, como Abigail Disney y otros 250 supermillonarios que firmaron el documento “Proud to pay more» (Orgulloso de pagar más). Quizás sean medio colectivistas, como dijo Milei. Pero en el fondo saben que cualquiera puede decir cualquier cosa sin consecuencias. No va a pasar que tengan cumplir. Por otro lado, si quisieran pagar lo hubieran hecho sin tanta alharaca.
Donald Trump promete terminar con la guerra en Ucrania, sentarse con árabes e israelíes y traer la paz al mundo sin que se le despeine el jopo. Pero al mismo tiempo, beneficiar con menos impuestos a los más ricos, como ya hizo en su reforma fiscal de 2017. La línea es la misma que suena en Milei: baja en bienes personales, incremento a ingresos de trabajadores.
En esto de decir cualquier cosa, Trump es bueno. Ahora dice que lo del 11S fue un atentado falso, pero cada año mientras fue presidente conmemoró el atentado y su abogado más cercano fue un héroe de aquella jornada, Rudy Giuliani, que era el alcalde de Nueva York. Giuliani se declaró en bancarrota en diciembre pasado al ser condenado a pagar 148 millones de dólares a dos trabajadoras de la oficina electoral de Georgia a las que acusó de hacer fraude contra el candidato republicano en 2020. Giuliani es el mismo que Sergio Massa trajo, cuando era intendente de Tigre, para presentar su plan de seguridad, como recordó Milei en el debate presidencial.
A propósito de Milei: estos días se mandó otra, cuando con cara de dormido –qué parecido al Mauricio Macri de otros zooms- le dijo en una entrevista a Patricia Janiot que Gustavo Petro es un comunista asesino. Es obvio que el presidente colombiano, que en su juventud integró la organización rebelde M19, se haya ofendido y llamado en consulta a su embajador en Buenos Aires. Un mandatario no puede quedarse callado cuando le dicen algo así.
Pero que alguien le diga de nuestra parte que no se haga problemas. Le dijo cosas peores a Patricia Bullrich y no tardó casi nada en hacer las paces y convocarla para ocupar la cartera de Seguridad. Otra perlita: cuando ganó Petro, en junio de 2022, la portada de Clarín fue “Colombia da un giro y un ex guerrillero será el nuevo presidente”. Menos mal que Bullrich no llegó siquiera al balotaje. «