El libro empieza con un disclaimer, esos textos de advertencia como los que suelen aparecer al comienzo de las películas truculentas. “En este libro vas a encontrar una versión nueva de una historia muy famosa, conocida como La Ilíada […] El mundo era muy distinto de lo que es ahora”, avisan por precaución los responsables de esta edición ilustrada de La Guerra de Troya, publicada por Siglo XXI Editores y pensada para un público infantil y adolescente.
Quienes hayan leído el famoso libro de Homero, piedra fundamental de la literatura y la cultura occidental, sabrán que la atajada tiene fundamentos válidos: el relato original incluye la mención y descripción, a veces muy detallada, de algunas salvajadas épicas, tanto en el sentido clásico y académico del término, como en el que se le suele dar en una charla informal. En tren de ilustrar las significativas diferencias entre el mundo de hace 3000 años y el actual, el texto afirma que por entonces “las noches eran más oscuras” y “las vidas más cortas”. El tono poético no evita que las razones del aviso empiecen a quedar claras.
También señala que en aquel viejo mundo “los varones ejercían injustamente el poder y la fuerza sobre las mujeres”. Algunos podrán discutir que las nociones de justicia deben ser analizadas en relación a su contexto y que aquello que hoy se ve injusto con claridad no era percibido de la misma forma en el pasado. Son precisamente los tres milenios transcurridos entre ambos extremos de la historia los que justifican el punto de vista elegido y le dan sentido al término evolución. Un progreso que el libro vuelve a poner en cuestión: “El mundo de Homero era muy distinto al nuestro, sí. ¿O quizás no tanto?”
La Guerra de Troya
Esta pregunta, con la que ese texto comienza a cerrarse, introduce una duda que es en realidad una certeza: que el mundo es esencialmente un lugar injusto, no importa en qué momento leas La Ilíada. Lo que cambian son las relaciones de poder y quiénes lo detentan. O quizás no tanto. A pesar del disclaimer, esta versión de La Guerra de Troya -que para ser contada completa incluye todo el contenido de La Ilíada, al que se le suman algunas acciones que forman parte de La Odisea, el otro gran texto homérico- no deja de ser ni violenta ni cruel.
Elena, Criseida y Briseida siguen siendo mujeres raptadas que pasan de las manos de un hombre a otros como trofeos o moneda de cambio. Si bien acá los cadáveres no se apilan, los dibujos de Mariana Ruíz Johnson no ahorran en cuerpos atravesados por flechas y lanzas ni en charcos de sangre negra. Y, sobre todo, el cuerpo del noble Héctor, el verdadero gran héroe de esta historia, sigue siendo arrastrado una y otra vez por la tierra seca, atado al carro de Aquiles, el de los pies ligeros y los rubios cabellos.
Y está bien que todo eso siga estando en el texto adaptado por Nicolás Schuff, porque así era la humanidad hace tres mil años, así la describió Homero y nada hubiera justificado la pedantería de pervertir la esencia de una obra inmortal. Y sobre todo, está bien porque, para responder a la pregunta, la verdad es que el mundo tampoco ha cambiado tanto. ¿O acaso los chicos van a encontrar en La Ilíada algo peor de lo que podrían descubrir solitos scrolleando el timeline de alguna red social o mirando los noticieros de la televisión abierta?
Por todo eso, el trabajo realizado por Schuff y Ruíz Johnson es extraordinario. No solo por el cuidado puesto en respetar el núcleo duro de la historia, incluso con los filtros elegidos para volverla un poco más ATP de acuerdo con los parámetros modernos. En el caso de Schuff, porque consigue ser claro adaptando un relato complejo en el que los hombres y los dioses se cruzan en el campo de batalla. Por su parte, las ilustraciones se apropian de la estética elénica, dándole a las escenas un aire clásico, pero animadas por un espíritu juvenil que de verdad empuja a dar vuelta cada página para ver cómo sigue este asunto de La Guerra de Troya.