Pamela Cobbas, Roxana Figueroa, Andrea Amarante y Sofía Castro Riglos fueron atacadas con un explosivo cerca de la medianoche del 5 de mayo. Con el 90 por ciento del cuerpo quemado, Pamela murió al día siguiente. Roxana, tres días después. Andrea el 12 de mayo. Las velaron y enterraron ayer en el cementerio de Chacarita, en tumbas tan cercanas entre sí como si siguieran de algún modo en la habitación que compartían y donde fue la última vez que estuvieron juntas, antes de que las llamas les arrasaran la piel y llegaran las ambulancias.
«Sos parte de mi alma»
Sofía estuvo un mes internada en el Hospital del Quemado. Todavía tiene la mano izquierda vendada y la derecha enrojecida por el contacto con el fuego, del que su pareja, Andrea, intentó salvarla cubriéndola con su propio cuerpo. El rostro también tiene algunas cicatrices y un gesto triste y dulce a la vez. La única sobreviviente del ataque de Lesboodio ayer salió del departamento donde vive desde que le dieron el alta -y donde recibe curaciones y acompañamiento-, para ir al velorio de su pareja y sus dos amigas lesbianas.
En la sala velatoria de Paternal, los tres cajones tenían los nombres de cada una de las víctimas, junto a arreglos florales hechos de crisantemos blancos y amarillos con forma de corazón. Sofía se despedía de Andrea acariciando pausadamente esas flores mientras pronunciaba palabras que sólo Andrea podía escuchar. Y le dejó por escrito un mensaje, en una tarjeta apoyada junto a las flores: “Sos parte de mi alma”.
“Roxana, Pamela y Andrea que los ángeles las acompañen, que los santos las reciban en el cielo, que María las presente delante de su hijo Jesús. Que vivan para siempre y sean felices para siempre. Qué dios la reciba y no haya discriminación y sean felices para siempre», dijo el Padre durante el responso, antes de salir para el cementerio.
Al lado del cajón de Roxana, su hijo adolescente lloraba con desesperación. La hija de Pamela permanecía sentada en silencio a un costado, con la mirada perdida. Todo en esa sala azulejada, con una enorme cruz violeta y candelabros, recordaba la materialidad del odio y la muerte. A ellas tres el odio las arrancó de todo lo que querían y de quienes las querían, y las encerró en esos cajones en los que ayer fueron enterradas en Chacarita.
El cortejo salió de la sala velatoria con una docena de autos y banderas -lesbianas, de la diversidad sexual, de ATE, de la FALGBT (Federación Argentina de Lesbianas Gays BIsexuales Travestis y Trans).
«No es libertad, es odio»
En la fachada de la sala velatoria, las chicas de La Fulana desplegaban una bandera lesbiana y un cartel que decía “Esto no es libertad, esto es ODIO. Mataron a tres lesbianas”, sobre una pared donde había un mural de Diego Maradona. Algunas se plegaban al cortejo en bicicleta y con pancartas: fue lesbicidio. Los autos también portaban mensajes. “Andrea Amarante luchaba por la humanidad”.
Familiares de cada una de las víctimas, amigues, activistas lesbianas y de derechos humanos, decenas de personas se acercaron al Cementerio de Chacarita a despedir a Pamela, Mercedes, Andrea. Pronunciaron muchas veces la palabra lesbiana lesbiana lesbiana. Desplegaron banderas del arcoirís y de la lesbiandad: enorme, rosa, blanca, naranja, roja, sostenida por varias personas, resplandecía bajo el sol en medio del cementerio.
El activismo, presente
El equipo de la Defensoría LGBT y de la FALGBT+, que vienen acompañando a las víctimas desde aquella noche de domingo, estaban atentos a los detalles de la logística. También las compañeras de las organizaciones que tejen estrategias para que Sofía esté contenida y provista de lo que necesita. Allí estaban las lesbianas de la Asamblea de Barracas, las integrantes de la colectiva Yo no fui, No tan distintes, Lesbianas Autoconvocadas. Las de Sueños de Mariposas.
“Fue una jornada muy emotiva donde se vio una comunidad organizada para responder al dolor y a la violencia, con compañerismo, con amor y también con organización. Por eso las organizaciones presentamos la querella para que la justicia reconozca que fue un lesbicidio, que fueron crímenes de odio”, dijo María Rachid, representante de la Federación LGBT, a Presentes.
La causa judicial
- Este lunes, la FALGBT presentó un escrito a la Justicia para conformar una querella por las cuatro víctimas. En él pidieron que se encuadren estos delitos como crímenes de odio hacia cuatro lesbianas y solicitaron que intervenga la Unidad Fiscal Especializada en Violencia contra las Mujeres (UFEM), que ha trabajado con fiscalías en otros casos de violencias letales vinculadas a delitos de odio. Pero en el caso del triple lesbicidio la fiscalía no había aceptado la intervención que ahora pide la FALGBT+.
- La causa tramita en el Juzgado Criminal y Correccional Nro. 14, a cargo del juez Edmundo Rabionne.
- Justo Fernando Barrientos (67), vecino de la pensión donde las cuatro mujeres compartían un cuarto, está detenido. Se lo procesó y se lo acusa de “homicidio doblemente agravado” contra las tres víctimas: Andrea Amarante, Pamela Cobbas, Roxana Figueroa. Y de “lesiones” contra Sofía. Los agravantes que se aplicaron fueron alevosía y peligro común, pero no se consideró el específico de crimen de odio por la orientación sexual. Tampoco se consideró violencia de género.
Abrazo colectivo
Camino al lugar donde se llevó adelante el entierro de esos cuerpos, desobedientes y castigados, les presentes marcharon unos quinientos metros mientras sostenían una larga bandera lésbica y algunes se tomaban de la mano. El silencio de la caminata se rompió con voces tímidas que cantaban “Puerto Pollensa”, entre sonrisas y llantos. Algunas más se sumaron con “Honrar la vida” y cuando tocó el momento de “Soy lo que soy” el canto fue colectivo.
“Acá estamos despidiendo con lucha, con nuestras banderas, a las compañeras. Es un día muy triste, estamos conmovidas, pero también cierra un ciclo”, compartió a Presentes Perla Aguirre, integrante de la Asamblea de Lesbianes Autoconvocados por la Masacre de Barracas. Desde este colectivo resaltaron la organización y unión que se despertó a raíz del triple lesbicidio. “Hay que valorar muchísimo las redes que se van tejiendo, que vamos pudiendo articular. Todes entendimos que esto era la unión y que teníamos que salir adelante”, dijo Estefanía Cámera Da Boa Morte, también de la Asamblea.
Múltiples violaciones de derechos humanos
Quienes no pudieron ir llevaron saludos. María Elena Naddeo, de la Asamblea Permanente por los dddhh (APDH), llevó el de Taty Almeida, Madre de Plaza de Mayo Línea Fundadora, y de la Mesa de organismos de derechos humanos. Estela Díaz, ministra de Mujeres y Diversidad de la provincia de Buenos Aires hizo llegar un saludo a las familias y amistades. “En el compromiso por la erradicación de las violencias por razones de género y la defensa de los derechos de las mujeres y lgtbi+ nos sumamos al pedido de justicia”.
Naddeo enfatizó en que “las mujeres asesinadas y la sobreviviente sufrieron en sus vidas no solamente discriminación y violencia de género, sufrieron el abandono del Estado que les impidió acceder a una vivienda y a un trabajo dignos. Por eso estaban hacinadas en un hotel cargado de tensiones y de miserias”. En relación al triple lesbicidio reclamó, en nombre de la APDH, “el fin de los discursos de odio”. También “que los gobiernos tanto de la ciudad como de la Nación cumplan con la legislación vigente protectora de nuestros derechos”.
De ahora en adelante “lo que se viene es la lucha judicial”, sostuvieron desde la Asamblea. “Pedimos que la justicia entienda que no es un caso aislado, que se trató de un crimen de odio, que las mataron y las prendieron fuego por lesbianas, que es una masacre. Merecemos que la justicia esté a la altura de las circunstancias”, consideró Jesi Hernández, integrante del colectivo autogestionado.
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