Tres niños fallecieron en Córdoba por Síndrome Urémico Hemolítico (SUH), y en esa provincia ya se presentaron nueve casos en lo que va del año, sin nexo entre ellos. Sin embargo, la situación no es atípica: según especialistas «la Argentina es un país campeón en casos de Síndrome Urémico Hemolítico: tenemos de 400 a 500 casos por año». En Uruguay por ejemplo no superan los 5 casos por año. La prevención y concientización es clave.
Las autoridades de Salud de la provincia remarcaron que los casos suelen crecer en esta época de altas temperaturas. «Es fundamental lavarse las manos frecuentemente, ingerir alimentos completamente cocidos y prestar atención al manipular y conservar alimentos. También recomendamos la consulta temprana ante la aparición de síntomas como diarrea, vómitos o dolor abdominal», indicó Patricia González, referente del Departamento de Zoonosis.
Qué es el SUH
El Síndrome Urémico Hemolítico (SUH) es un síndrome causado por una infección del grupo de bacterias Escherichia Coli, presentes en la materia fecal de los animales y de las personas. Su transmisión se da a través de alimentos mal cocidos o por tener las manos contaminadas.
Afecta principalmente a niños, aunque también puede darse en adultos mayores y en quienes tienen las defensas bajas a causa de otras enfermedades. En Córdoba, los nueve casos del año se dieron en niños menores de 7 años.
Si bien el ganado vacuno es el mayor reservorio de la bacteria, un eje principal es el de los alimentos, como el agua, la leche cruda y sus derivados sin pasteurizar, las frutas y verduras (melones, lechuga, espinacas, coles, brotes de soja y alfalfa), jugos de fruta no pasteurizados, yogur, mayonesa, embutidos fermentados.
Entre los principales síntomas del SUH, figura la diarrea (puede estar acompañada por la presencia de sangre), dolor abdominal y vómitos. También se puede detectar por la palidez, la disminución en la eliminación de orina, decaimiento o irritabilidad. En bebes y niños suele sumarse el rechazo al alimento.
Patricia González, referente del Departamento de Zoonosis, alertó que en caso de presentar estos síntomas, la persona no debe manipular ni preparar alimentos y también debe evitar asistir al trabajo, escuela, balnearios o piletas: «También recomendamos la consulta temprana ante la aparición de síntomas.
Campeón
En diálogo con Tiempo la médica pediatra, Sabrina Critzmann, «puericultora, consultora de porteo y mamá», resalta que la Argentina «lamentablemente es un país campeón en casos de Síndrome Urémico Hemolítico: tenemos de 400 a 500 casos por año, que son muchos más que en otros países, en ejemplo Uruguay no tiene más de cinco casos anuales, y es una patología que se ve más en meses cálidos».
Es la primera causa de insuficiencia renal aguda en Argentina. Esto significa que el riñón deje de funcionar y que haya que ayudarlo con distintos procedimientos como, por ejemplo, la diálisis. A su vez, representa la segunda causa de insuficiencia renal crónica en territorio nacional y corresponde al 20% de los trasplantes renales que requieren las infancias en este país: «Ocurre lamentablemente todos los años, los pediatras estamos acostumbrados a verlos en guardia o en pacientes de consultorio. Por eso es tan importante la información y la prevención», aporta Critzmann.
Destaca que hay distintos tipos de SUH: «Tal vez el más conocido es el de causa infecciosa, que por la presencia de una bacteria que libera una toxina hay una inflamación de los vasos sanguíneos, una ruptura de los glóbulos rojos y una agregación de las plaquetas, y eso genera que los vasos sanguíneos se tapen y el oxígeno no pueda llegar a los distintos tejidos».
¿De dónde salen esas bacterias que producen esas toxinas? Salen del contacto de los alimentos generalmente, o de las manos mal lavadas o de agua contaminada con bacterias sobre todo del tipo fecal. «La manera de faenar el ganado vacuno en Argentina, hace que la carne esté en contacto con bacterias fecales de la vaca. Y que, cuando uno cocina una carne, por ejemplo, un churrasco, cocina toda la superficie de la carne, el lado de arriba, el lado de abajo, los bordes de la carne, siempre hay que cocinar bien la carne para las infancias».
«Lo mismo una hamburguesa, lo mismo una bolognesa, lo mismo un pastel de papas, lo mismo una empanada. Con lo cual, uno de los pilares para evitar el Síndrome es evitar completamente el consumo de carne picada en las infancias sobre todo los menores de 5 años».
«Si uno desea hacer una carne picada lo que puede hacer es cocinar una carne –acota–, cocinarla entera como nos guste, pero cocinarla y rallarla ya cocinada, no utilizar carne picada ninguna, desde ningún punto de vista, ni siquiera cocinándola mucho tiempo, ni poniéndola en la olla cuatro horas. No. No se debería usar carne picada. Cuando uno compra carne picada o cuando la pica en casa, o cuando le pide al carnicero que la pique delante nuestro, cualquiera de las opciones hace que esas bacterias que están en la superficie de la carne, se metan por adentro de la carne, que se mezclen todos los pedacitos de carne y que sea imposible determinar si en toda esa masa se llegó a los 75 grados, que sería lo que mataría las bacterias. Cuando yo hago una albóndiga, yo no sé si adentro de esa albóndiga la cocción llegó a esa temperatura».
Contaminación cruzada y lavado de manos
También es crucial evitar la contaminación cruzada. Tener una tabla para cortar la carne cruda, que es exclusivamente para la carne cruda, y después otra tabla que sirva para verduras o el pan: «si utilizamos los mismos utensilios para la carne cruda que para las cosas cocidas, las cosas cocidas se terminan contaminando. De ahí la súper importancia de prestar atención en las buenas prácticas que tenemos en la cocina. Si estoy cocinando carne, la pincho y adentro está cruda, saco ese tenedor y ese tenedor está contaminado. No lo puedo usar para pinchar una papa. Así que, tener mucho cuidado en esas cuestiones».
Otra clave es el lavado de manos, sobre todo en los lugares sobre todo donde se cambian pañales de infancias, o donde hay muchos chicos y chicas juntas, la importancia del cloro en las piletas públicas, del agua potable y del lavado de todos los alimentos, tanto las frutas como las verduras.
Critzmann concluye: «Lo más importante para prevenir el síndrome urémico hemolítico es la prevención y no quedarnos en esa idea de que a mí no me va a pasar, a mis hijos no les va a pasar, a mis nietos no les va a pasar, qué exagerados que somos, porque aun cuando la información está, en algunas familias se trata de verlo como una exageración o que ‘bueno pobre cómo no le vas a dar una hamburguesa’, y la verdad que no es para tomárselo de ligera y no es para decir aquí no pasa nada, porque realmente los casos son muchos, los vemos todos los años, con mucha tristeza, y ojalá podamos hacer algo como sociedad para mejorarlo».