En la medida que avancen las investigaciones sobre la represión del miércoles, el oficialismo estará, cada vez más obligado, a blindar a la ministra de Seguridad Patricia Bullrich. Especialmente en el Congreso, donde el cambio de clima en los dos recintos anticipa un escenario tormentoso para el oficialismo. En Diputados la caída de la última sesión y la pelea interna del oficialismo a empujones y gritos demostró que los pies del gobierno en ese recinto son de barro y que pueden desgranarse con facilidad. Fue la primera sesión del período de ordinarias y culminó en medio de un escándalo, donde el presidente de la Cámara Baja, Martín Menem, perdió el control del recinto. Casi a la misma hora el gobierno comenzó a perder el control de la calle en los alrededores del Palacio Legislativo, a pesar del despliegue represivo diseñado por Bullirich.

El comando unificado que responde a la ministra no es nuevo. Cada miércoles rodea a todo el Congreso con dos cordones de efectivos de fuerzas federales para evitar las movilizaciones de organizaciones de jubilados. El control es directo sobre cada persona que entra y sale del palacio. Hasta ahora sucedió ante la mirada indiferente de la mayoría de los legisladores, que ya naturalizó la presencia de un dispositivo que este miércoles aumentó su violencia y actuó con letalidad. El estado de salud del reportero gráfico Pablo Grillo es la muestra más notoria de la discrecionalidad con la que reprimieron los efectivos que dependen de la cartera de Seguridad. Quizás fueron los primeros en enredar a Bullrich en sus propias palabras: dijo que Grillo era un militante que estaba detenido cuando ya estaba arriba de una ambulancia con su vida en peligro y después aseguró que el proyectil que impactó directo en su frente había rebotado con algo de metal en el piso. Era mala información o la decisión deliberada de incidir en el desarrollo de la crisis con su táctica habitual de invertir la carga de la prueba y mentir deliberadamente. La ministra dijo que no investigará a los uniformados y los defenderá ante la Justicia si es necesario. Bullrich los respalda y alimenta su perfil como candidata de la mano dura.

El bloque de Unión por la Patria presentó un proyecto para interpelarla, impulsado por Carlos Castagneto. Le pide explicaciones sobre el operativo. El oficialismo buscará bloquearlo en las comisiones que controla y también si prospera en el recinto de la Cámara Baja. Desde el miércoles pasado la capacidad de las 41 voluntades que responden al gobierno ha quedado disminuida por voluntad propia. Todo quedó registrado antes de la caída de la sesión: el diputado de La Libertad Avanza, Lisandro Almirón, le recriminó a sus compañeras de bancada Marcela Pagano y Lucía Bonacci dar quórum en dos ofensivas organizadas por el peronismo. Era un emplazamiento para ratificar a Pagano al frente de la Comisión de Juicio Político y un proyecto para anular las facultades delegadas al Ejecutivo por la Ley Bases. Oscar Zago, que conduce el bloque del Movimiento de Integración y Desarrollo, las defendió y recibió insultos de Almirón. Zago presidió el bloque de LLA el año pasado y tuvo una baja deshonrosa cuando se equivocó en el primer tratamiento de la Ley Bases. Es aliado del oficialismo, pero igualmente le puso su firma a un proyecto para crear una comisión bicameral investigadora del criptoescándalo. Junto a Almirón, integra otra bicameral muy sensible: la de Trámite Legislativo, que este jueves iba a comenzar a tratar el DNU 176/25, firmado por Javier Milei para aprobar un acuerdo con el FMI que todavía no se firmó. La preside el senador riojano Juan Carlos Pagotto y la controla con una mayoría que, sin Zago, no llega a las nueve firmas necesarias.

La pelea pública entre oficialistas obligó a reprogramar la cita. Será el martes próximo con una dificultad previa: la bicameral tiene que elegir nuevas autoridades. El oficialismo quiere mantener a Pagotto, pero el peronismo buscará sacarlo del puesto con ayuda aliada. Ahí también está el senador formoseño Francisco Paoltroni, exoficialista, y enemigo declarado del estratega presidencial Santiago Caputo. Cosas de riojanos: Pagotto tendrá que lidiar el martes con una novedosa fragilidad en el Senado que se originó en Diputados, a partir de la trifulca y la pérdida del control del recinto que padeció Menem, su coterráneo.

La sesión del miércoles en Diputados necesitaba grandes números, con proyectos sin dictamen que requerían dos tercios para ser aprobados. La declaración de una emergencia económica y ambiental para Bahía Blanca fue el primer termómetro que se le rompió al oficialismo. Ahí comenzó a cambiar el clima, con una votación unánime de 230 respaldos de todos los pelajes, incluso un oficialismo acorralado que no tuvo margen para oponerse. El gobierno no les dejó espacio a sus propios legisladores, que terminaron sin línea y, poco después, peleándose entre ellos. Milei visitó la ciudad devastada seis días después y, por la tarde, mientras la calle ardía, comenzó a ceder para anunciar ayudas extraordinarias para infraestructura, pero también para los damnificados.

Menem terminó la sesión ante la marea alta de votos opositores que tenía delante y que podían haberle propinado alguna sorpresa con la ratificación de Pagano o algún revés peor con las facultades. Así se rompió el tono del recinto en su primera sesión de ordinarias. Para el titular de la Cámara Baja será difícil recomponerlo y por esa brecha abierta se pueden colar otras ofensivas similares. La próxima sesión será un riesgo y cada miércoles de movilizaciones no sólo será un termómetro para Bullrich sino también una ventana para sumar voluntades en torno al pedido de interpelación.

El vínculo con Javier Milei y el dilema de apoyarlo o rechazarlo fracturó al bloque del radicalismo en Diputados. El cisma se repitió esta semana en la bancada del Senado, cuando Martín Lousteau se cruzó con el bonaerense Maximiliano Abad. Le recriminó no haber aportado quórum en la Comisión de Acuerdos para tratar el pliego de Manuel García Mansilla, el cortesano designado por decreto que no contaba con dictamen para llegar al recinto, pero igualmente juró ante el titular del máximo tribunal, Horacio Rossatti. Con el respaldo del peronismo, ahora el cortesano por decreto tiene dictamen y quedó a tiro de ser rechazado en la sesión del próximo jueves. El clima en la Cámara Alta también parece haber cambiado esta semana. En esa comisión de Acuerdos se trizó la estrategia del Gobierno después de que Milei designó por decreto a García Mansilla y Ariel Lijo. El primero juró, el segundo no lo hizo porque la Corte le negó una licencia extraordinaria como titular del juzgado federal 4. Lijo tiene dictamen desde el año pasado y cuenta con el respaldo del peronismo. Con el decretazo, UxP buscará hacerlo caer junto al de García Mansilla, que podría renunciar y dejar al gobierno pedaleando porque Caputo asegura que aún con rechazo de su pliego puede seguir hasta el 30 de noviembre. La moneda está en el aire. La última palabra la tendrá la vicepresidenta Victoria Villarruel, que tiene la potestad de convocar a la sesión o postergarla. La relación con Milei es nula y ella fue una abierta opositora a la candidatura de Lijo. Si la convoca, en la Rosada la acusarán de traición. Si no lo hace, tampoco sabe si servirá para sacar del estancamiento y la desconfianza al vínculo de la fórmula presidencial.

En el Senado, Milei está prácticamente desnudo. Para el jueves falta una eternidad. La próxima escala será el martes, en la bicameral de Trámite Legislativo por el DNU con el FMI. Ahí está la herida abierta entre Zago y Almirón y el rechazo seguro de Paoltroni, que les oscurece el poroteo. En esa partida, para tratar de sacar un dictamen a favor del DNU 176 asoma el radical Víctor Zimmerman. Junto a otros cinco correligionarios, entre ellos el correntino Edgardo Vischi, fue clave en las extraordinarias para obstaculizar la creación de una comisión investigadora del criptoescándalo. El senador chaqueño firmó el proyecto de creación, puso su voto para habilitar el tratamiento sobre tablas, pero luego fue uno de los votos que le faltaron a los 48 necesarios. Este martes podría hacer lo propio, impulsado por el gobernador de su provincia, Leandro Zdero, que esta semana lanzó el frente Chaco Puede para compartir lista con La Libertad Avanza en los comicios locales del próximo 11 de mayo.

Para el DNU el oficialismo cuenta con Luis Juez (PRO) y Carlos Espínola (Provincias Unidas), junto a los diputados Francisco Monti (UCR) y Diego Santilli (PRO).  Si hubiera empate, Pagotto puede votar doble, pero hasta ahora los números de una aprobación se diluyen ante las firmas opositoras. En contra del DNU están los senadores de UxP Anabel Fernández Sagasti, Mariano Recalde, María Teresa González, junto a los diputados de esa misma fuerza: Ramiro Gutiérrez, Carolina Gaillard y Vanesa Siley. A ellos se suma Nicolás Massot, de Encuentro Federal, que anticipó su rechazo.

El round está previsto el martes a partir de las 16. A la misma hora, en Diputados, comenzará el plenario de las comisiones que ordenó el recinto la semana pasada, antes de la escandalosa caída de la sesión. Fueron emplazadas las comisiones de Asuntos Constituciones y Poderes, Peticiones y Reglamento para tratar los proyectos de creación de la comisión investigadora del criptoescándalo que el Senado no pudo en febrero. Ahí comenzará una nueva etapa de la pulseada para indagar sobre la criptomoneda Libra. La oposición podría reunir los números necesarios pero, como pasó en la Cámara Alta, el radicalismo puede ser un aliado inestimable para un oficialismo en crisis. Al día siguiente está prevista una nueva movilización de organizaciones de jubilados frente al Congreso.