El cumplimiento de la firma del pacto de paz que hasta hace escasas dos semanas firmaron los colaboradores de Victoria Villarruel y Santiago Caputo se coartó. La decisión de la vicepresidenta de apuntar sin rodeos contra Patricia Bullrich por el viaje y posterior secuestro del gendarme argentino, Nahuel Gallo, en Venezuela volvió a poner en foco la interna sin fin entre el Senado y la Casa Rosada y amenaza nuevamente con romper en jaque la estabilidad institucional del oficialismo.

“Jamás habría autorizado a un gendarme a ir a Venezuela. Lo que está ocurriendo es la consecuencia tristemente obvia, pero como no soy del área de seguridad no opino de las sanciones y acciones que se debieran tomar”, lanzó la vice en respuesta a un usuario de Twitter que le consultó por el secuestro del joven en el país latinoamericano. El dardo venenoso impactó de lleno en la Ministra de Seguridad e hizo mella en un gabinete de pedigree 100% mileísta.

Lejos de hacer gala de la espontaneidad que la caracteriza, Bullrich acordó hasta el último punto de la respuesta que le dio a Villarruel, a quien apuntó por utilizar el caso con “oportunismo político” y chicaneó por su decisión de borrar el tuit, con la mesa chica de Balcarce 50. La ministra no sólo transmutó de republicana a libertaria en lo que tardó en firmarse el Pacto de Acassuso, en un año de gestión se convirtió en uno de los alfiles más importantes del presidente, quien encontró en la ex montonera un pilar fundamental para consolidarse en la arena política.

“Si quiere servir a la Patria, como argentina le pido se ocupe de frenar el descabellado e inminente aumento de sueldos en el Senado de la Nación”, sostuvo al cierre de su posteo. Aquella crítica, para nada velada, responde estrictamente a la postura que mantienen desde hace meses en Casa Rosada, donde insisten en que la suba de las dietas del poder legislativo -que a partir de enero serán de nueve millones de pesos brutos- no comulgan con el discurso anticasta que el oficialismo insiste en mantener. Este último párrafo fue un pedido expreso de la mesa chica para seguir profundizando las diferencias con la presidenta del Senado.

Horas antes de la respuesta de la ministra, en Casa Rosada empezaron a masticar bronca. “Lo que dijo es de un nivel de bajeza que pocas veces vi en mi vida. Ese posteo es tremendamente inaceptable”, dijo a este medio un habitué del presidente notablemente enojado con la situación. “No se puede querer sacar rédito político de todo. El posteo de Patricia fue duro, pero es lo que se tenía que hacer”, completaron en otro despacho.

Si bien el vínculo entre dos de las mujeres más importantes del Estado siempre fue de absoluta cordialidad, lo cierto es que entre ambas existe una rispidez no resuelta que se originó días después de que Mauricio Macri decidiera jugar con Javier Milei en el balotaje. En aquel lejano octubre, parte del acuerdo entre el segundo y tercer puesto de la elección general se basó en la entrega del Ministerio de Seguridad y Defensa a Bullrich y Luis Petri, respectivamente. Esta entrega, inconsulta con Villarruel, enfureció a la entonces candidata que había pedido especialmente hacerse cargo de ambas carteras para reacondicionarlas según su parecer. Por entonces, Karina y Caputo se abocaron a pinchar el sueño de la piba castrense.

El triángulo de hierro, que componen el asesor presidencial y los Milei, mantiene desde antes de llegar al gobierno una relación de total tensión con Villarruel. Como contó este medio meses atrás, el conflicto se originó la misma noche del cierre de listas del 2023. En aquella psicodélica jornada, el equipo del entonces diputado hizo malabares para convencer a Villarruel para que formara parte del binomio. La abogada, quien desde el inicio mostró dotes independentistas, se había negado a acompañar al economista si no le cumplían con sus pedidos de espacios en las listas y eventuales lugares en el gabinete. El apuro obligó al tándem libertario a aceptar condiciones, que luego se encargaron deliberadamente de no cumplir.

Las constantes revelaciones que Villarruel tuvo a lo largo de este año fueron el hueso más duro de roer para el tridente. Obsesionados con la idea de eliminarla del epicentro político, desde hace meses la vice dejó de recibir invitaciones para formar parte de las reuniones de gabinete y no es tomada en cuenta para ninguna decisión de orden institucional o, para peor, en el ámbito legislativo donde su peso es cada vez más ligero.

La muestra más grande la dio la sesión que destituyó a Edgardo Kueider del Senado. Por acción u omisión, la vicepresidenta no logró evitar la sesión y el principal aliado del gobierno en la Cámara Alta fue eyectado de su banca con una mayoría agobiante para el oficialismo. Este último movimiento le valió, incluso, la decisión de su último aliado en el gabinete de empezar el operativo separata.

El siempre conciliador jefe de gabinete, Guillermo Francos, funcionó hasta hace poco como un nexo entre Villarruel y los Milei. El ex ministro intentó hasta último momento recomponer las relaciones entre ambas facciones para evitar que la escalada de esta interna esconda entre su ropaje una crisis institucional que el gobierno, a pesar del apoyo social, no pueda controlar. La paciencia, finalmente, llegó a su fin.

Anoche el titular de los ministros afirmó que los dichos de la vice fueron “una chicana sin sentido” y que su decisión de profundizar los conflictos no hacen más que opacar los logros de la gestión mielista. ”Es algo que no correspondía, es un mal gesto después que ella había sacado un tweet en donde bajaba más de un cambio», concluyó Francos cerrando cada vez más la puerta a una posible reconciliación.

Para Milei, Bullrich es «maravillosa»

Al inaugurar la Bolsa de Comercio de Córdoba este viernes, el presidente Javier Milei elogió a la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, a la que calificó de «formidable y maravillosa» mientras realizaba un repaso de lo que considera los hitos de su gestión. 

El presidente mencionó a la ministra al reivindicar las acciones que realizó junto a Sandra Pettovello y Guillermo Ferraro, pero fue a la única que calificó pomposamente, precisamente, el día después de las críticas de Villarruel.