La ley para tipificar la figura del barrabrava en el fútbol argentino podría ser tratada en el Congreso recién en mayo, siempre y cuando la agenda parlamentaria avance sin sobresaltos. En el mismo terreno legislativo, aún queda por debatir el régimen penal juvenil, otros de esos proyectos que se agitan cada tanto según la conveniencia del momento. Está desde el año pasado a la espera de dictamen. Un mes en la Argentina es demasiado tiempo, por lo que habrá que ver la suerte que corre eso que Patricia Bullrich y sus voceros llaman ley anti barras.  

El proyecto se anunció al calor del apoyo de hinchas autoconvocados a las marchas de jubilados. Son barras, acusó el Gobierno. Son barras, dijeron los medios oficialistas. Bullrich anunció un endurecimiento del derecho de admisión. Llegó a pedirle a los clubes que expulsaran a esos hinchas. Una tarea difícil: eran muchos. Esta semana, el ministerio de Seguridad publicó un listado con apenas veintiséis nombres, supuestos hinchas peligrosos que tendrán prohibición de ingreso a las canchas. Sin embargo, el periodista Federico Lamas reveló que Alejandro Antonio Todero Kicyila, que aparece primero en la lista, es un psiquiatra del Hospital Laura Bonaparte. “No soy hincha de ningún club, no me importa el fútbol desde hace años«, le dijo al programa SAD, en El Destape Radio

El caso de Alejandro es la mejor demostración de lo peligroso que resulta un proyecto como el que propone el Gobierno. Se trata de la enésima vez en la que se presenta la idea de tipificar la figura de los barras. Lo intentó hacer, incluso, el actual funcionario libertario Daniel Scioli cuando era gobernador peronista de la provincia de Buenos Aires y candidato presidencial del kirchnerismo. Quienes trabajan la cuestión de seguridad en los estadios de fútbol desde las ciencias sociales hace años combaten la mirada facilista sobre este asunto. Han aportado proyectos que fueron ignorados por distintos gobiernos. El fútbol argentino sigue con los hinchas visitantes prohibidos y pidiéndole DNI a los hinchas locales.  

Bullrich presentó el proyecto con el director nacional de Seguridad en Eventos Deportivos, Franco Berlín, un estudiante de Derecho que reconoció haber ido sólo unas pocas veces a la cancha. Se reparten penas para el uso de armas, de pirotecnia, para la reventa de entradas, incluso para quienes son considerados organizadores -es decir, dirigentes-, y  para “quienes con el concurso de DOS (2) o más personas, mediante el empleo de violencia o intimidación, alterare el normal desarrollo de un espectáculo deportivo, provocare disturbios, amedrentare o ejerciere presión sobre protagonistas, concurrentes u organizadores, siempre que el hecho no constituya un delito más severamente penado”. Derogan, incluso, la Ley De La Rúa de 1985, la que habían colocado completa en la Ley Bases, en el decreto que intentó modificar la Ley del Deporte.

¿Quién es barra? ¿Quién no es barra? Porque lo que revelaron los episodios alrededor de las manifestaciones de hinchas junto a los jubilados es que el término “barra” se le puede revolear a todo hincha, organizado o no, con antecedentes o no, de platea o popular, pero alejado al núcleo duro de la tribuna. Fue hilarante ver al obediente Jonathan Viale hablar de “amenaza barra” y mostrar simplemente a una platea cantando contra Bullrich. De hecho, ¿qué hicieron las barras en los últimos partidos? ¿Se hicieron escuchar contra el gobierno o en solidaridad con los jubilados? ¿Desplegaron banderas por Pablo Grillo, el fotoperiodista herido por un arma policial? Las banderas aparecieron por otro lado. En Independiente, Talleres de Remedios de Escalada, y Lanús. El plantel del Rojo, impulsado por Iván Marcone, la mostró antes del clásico con Racing. Y durante el partido se colgó otra (que no salió en la televisión) firmada por Los pibes del sur, el grupo con el que Pablo va a la cancha. ¿Todos barrabravas, según Bullrich?

A Pablo lo van a abrazar este lunes las tres coordinadoras de hinchas. A las 14, en este día de marcha por otro aniversario del golpe, se convocan al Hospital Ramos Mejía. Será para darle fuerza al fotoperiodista y también para apoyar la salud pública. A Fabián, el padre de Pablo, también lo abrazó el atleta Martín Sharples, militante por los derechos humanos, que esta semana le entregó la medalla conseguida durante enero en la Corsa de Miguel, en Roma, homenaje al fondista tucumano Miguel Sánchez, que también militó desde el deporte. Fue perseguido, secuestrado, torturado y desaparecido durante la última dictadura. El viernes, en la puerta del hospital, Fabián se colgó la medalla que le entregó Martín. Quedaron en correr la próxima la Carrera de Miguel en Buenos Aires, el que viene, y que la foto de los dos la saque Pablo.

Todos barras
Foto: Gentileza Julio Mancini