Leonardo Rossi nació en Catamarca, pero vive desde hace más de una década en Colonia Caroya, Córdoba. Es licenciado en Comunicación Social por la Universidad Nacional de Lomas de Zamora y doctor en Ciencias Políticas de la Universidad Nacional de Córdoba, donde es docente. Más allá de la teoría, también es parte un proyecto de producción y comercialización agroecológica dentro del Grupo de Agroecología de Colonia Caroya.

En 2015 publicó Córdoba respira lucha. El modelo agrario: resistencias y nuevos mundos posibles, a través de laeditorial de la Universidad de Villa María. Y recientemente Teoría Política de la Comida (una crítica ecológica comunal en tiempos de colapso), junto a la editorial Muchos Mundos.

Con respecto a su último libro, el autor afirmó: “Ya cuando uno lee el título se da cuenta que no estamos hablando de recetas de comida, sino del problema ecológico, entre tantos otros. Del alimento y la salud como solución comunitaria frente a este colapso. Cuando se habla de comida, la cuestión política pareciera que queda de lado. O, en el mejor de los casos, se lo piensa desde una dinámica de las políticas públicas, básicamente vinculadas a la pobreza”. Y advirtió: “Hay un desplazamiento de lo que denominamos como las formas liberales de la política en las discusiones mediáticas y sociales. Se entiende lo liberal como la derecha, sin tener en cuenta la forma del Estado como una forma arquetípica liberal de la política. Es decir: la supresión de lo comunal como forma política histórica que organizó a las sociedades humanas, su vínculo con la naturaleza y el territorio que habitaron”.

El alimento como vínculo

“El nudo del vínculo entre las comunidades y la naturaleza fue históricamente el alimento. El quiebre de este vínculo se demuestra en aspectos cotidianos muy concretos, como las afecciones a la salud derivadas del consumo industrial agroalimentario”, explicó Rossi. “El libro surge mi trabajo de investigación, desde una teoría política profundamente materialista, sostenida en una mirada eco-marxista. Una larguísima serie de indagaciones antropológicas que nos pusimos a revisar en los distintos territorios a lo largo de la historia, con una mirada donde están profundamente imbricadas la salud de la Tierra, como un organismo, con la salud de los cuerpos humanos y la salud de los cuerpos políticos”, contó.

En Teoría Política de la Comida, Rossi se remonta al nacimiento de la agricultura, la mirada los pueblos originarios de nuestra América, pero también al siglo XIX, cuando Karl Marx ya denunciaba los trastornos que la agricultura capitalista estaba generando en Gran Bretaña. Problemas de erosión de la tierra, en la salud de los trabajadores urbanos, la circulación de nutrientes y otras observaciones empíricas que él denominó “una fractura sociometabólica”. La revolución industrial, el colonialismo y el liberalismo como embrión del modelo capitalista erosiona un metabolismo que funcionaba de manera comunal históricamente, en distintos registros socioculturales, que tenían que ver con la salud humana, pero también de las comunidades y el planeta. 

“Hay ontologías relacionales que pensaban el mundo y la cosmología desde otras dinámicas muy diversas, pero ninguna en la clave que lo piensa el capitalismo. Estas cosmovisiones han sido profundamente desgarradas -amplió Rossi-. Y ahí encontramos la plantación no solo como un modelo agrícola, sino también como una tecnología política. Tierra y trabajo simplificado o esclavo, monocultivo, circulación de alimentos de una punta a la otra del mundo en paralelo a un hambre sistémico, paradójicamente, en los lugares de megaproducción de alimentos”.

“Hay una configuración del mundo actual, de lo que hoy nos parece lo normal, que se empieza a organizar en esa forma tan emblemática y paradigmática que es la plantación. Hoy está en riesgo la producción de la especie en sus ciclos reproductivos. Y no tenemos respuestas dentro de este sistema”, pronosticó.

Una experiencia religiosa

“Comer es comulgar”, dijo Rossi en su libro. Y en diálogo con Tiempo agregó: “hay un vínculo con la comida que necesitamos retejer políticamente en lo ontológico e incluso lo metafísico. Reivindicar lo doméstico en el sentido de la crianza de la vida, pero también lo productivo en la vida comunal en una escala ampliada. Hoy estamos intentando reivindicar este derecho desde diversas miradas y acciones. Pero creemos que desde las teorías críticas no podemos menos que intentar pensar en una clave un poco más profunda esta crisis civilizatoria para no seguir dando respuesta dentro de las mismas lógicas que nos llevaron a este punto”. “Hoy hay comunidades campesinas con formas de vida realmente sostenibles que están siendo arrasadas en nombre de todo este verso de la transición energética por la explotación de Litio”, sostuvo.

En el libro, más allá de la teoría, se describen propuestas de vida en torno a la comida. Como el trabajo de los productores agroecológicos de Fiambalá en el marco de la resistencia a la minería de Litio. O de la Feria Agroecológica de Córdoba que, recientemente, junto a otras organizaciones, lograron hacer aprobar una ordenanza para la producción y comercialización de productos agroecológicos en medio de un avance inmobiliario que está destruyendo las huertas y proyectos periurbanos de producción de alimento.