El miércoles pasado, durante la emisión del Bailando que desembarcó este año por primera vez en América TV, Marcelo Tinelli transformó un ataque de pánico sufrido por el participante Tomás Holder en una tan inesperada como inescrupulosa performance. En la peor tradición de la “fiebre” de los realities que coparon la televisión global en los ‘90, el de Bolívar no tuvo prurito alguno en seguir en vivo y con una indisimulable voracidad por conquistar el “minuto a minuto” el shock que padeció el joven, conocido por haber sido parte del último Gran Hermano, por lo que debió ser atendido por un servicio de emergencias. Hasta la ambulancia llegó también el conductor, seguido de una cámara y música para la ocasión, pero la desmesura de su actitud no pasó desapercibida. En momentos donde la televisión tradicional enfrenta quizás una de sus crisis más notorias, Tinelli quiso rapiñar con semejante despliegue de amarillismo otro triunfo en el rating, como aquellos que supo conseguir.
Todo sucedió durante la gala de eliminación de la noche del miércoles, en la que Tomás Holder, junto a la pareja de baile que conforma con Agostina Caute, enfrentó la posibilidad de quedar eliminado, si bien finalmente fue “salvado” por el Jurado. En medio de los aplausos, Tinelli intentó buscar al participante para hablar, pero no pudo encontrarlo. Entre los chistes de rigor y el consabido festejo de los reídores por la ausencia inesperada, la cámara tomó el pasillo del estudio, saliendo del piso, donde se vio a uno de los productores asistiendo al joven, que se tomaba la cabeza sentado en el piso, visiblemente descompuesto.
“Boludo, te salvaste”, le dice Tinelli, todavía con la música de fondo y la locutora Marcela Feudale haciendo bromas irónicas respecto a que el aludido estaba “llorando” de la emoción. Hasta que la elocuencia de las imágenes y algún gesto fuera de cámara dieron a entender al showman que se trataba de algo más grave. Sin embargo, lejos de frenar la televisación o ir a un corte, el programa continuó con su tono habitual, que mezcla caóticamente comentarios del panel, chascarrillos del conductor y una burda y melosa cortina de fondo, a ese punto, ya insoportable. La cámara volvió sobre Holder y lo enfocó llorando a mares.
“Esto es un reality”, anunció en tono socarrón el locutor, como justificación o acoso reafirmación, mientras caminaba hacia el participante, que a esa altura ya estaba siendo atendido en una ambulancia, tendido boca abajo en una camilla. El conductor entró al móvil sanitario, preguntó al joven “¿estás bien?”, restregándole la espalda y sin que, ni por un instante, la cámara dejara de tomar la patética escena.
Filmada su caminata de regreso al piso, Tinelli intentó ponerse serio: “Yo creo que una de las cosas más feas que debe haber en el mundo debe ser el tema mental (SIC). Debe ser difícil determinar qué cosa sí, qué cosa no, quién lo tiene, quién no lo tiene, en qué momento te viene, no sé. Es raro todo el tema mental y los ataques de pánico. Me da mucha pena, me dan ganas de llorar con él y escucharlo decir ‘no quiero sufrir más’’. Ahora estaba respirando profundamente y más calmo. Me dio mucha pena como si hubiera estado durmiendo a mi hijo que estaba llorando en la cama”, concluyó.
De las varias voces que se alzaron para criticar duramente el episodio, no faltó la de Jorge Rial, quien expresó que el conductor “quiso montar un show”, con lo que le sucedió a Holder, y que “le metieron la cámara encima al pibe, era lo último que tenían que hacer«. El periodista destacó también que “hay que empezar a hablar de la salud mental”.