Apretados, macrodancing en el Autódromo de Buenos Aires. Hay fiebre de sábado por la noche en el sur postrero siembre olvidado de la ciudad de la furia. De madrugada, 15 mil fieles que peregrinaron a la catedral del automovilismo porteño bailan en éxtasis como si no hubiera mañana. ¿Lo habrá? Hay misa electrónica encabezada por los popes The Chemical Brothers en las tierras del papa Francisco. Comulguen, hermanos y hermanas. Dios es un DJ.  

El autódromo luce un lleno ejemplar para el reencuentro con los hermanos químicos. Es la quinta vez que Tom Rowlands y Ed Simons visitan estas pampas. La última fue hace diez años; la primera, cómo olvidarlo, noches alucinógenas en Museum en los días postreros del nefasto menemismo de pizza, champán, cocaína y neoliberalismo a ultranza.

the chemical brothers
Foto: Gentileza Gonzalo Lopez

El ágape comenzó cuando moría la tarde del agobiante sábado. Primero calentaron el dancefloor al aire libre los platenses de Peces Raros, secreto a voces del dance patrio. Tomó la posta la DJ y productora francesa Chloé Caillet con un set de dos horas, que cerró con una versión marchosa-amorosa de «Hablando a tu corazón», de Charly García y dejó en llamas a la hinchada. Transpiraron hasta los retratos de Fangio, los hermanos Gálvez y Lole “Vi algo que no me gustó” Reutemann, que cuelgan en las tribunas del autódromo.

Con puntualidad británica, a las once arrancaron su faena los muchachos nacidos y criados en la industrial Manchester. Propuesta DJ set, lejos de los sintetizadores y otros chiches, le darán duro y parejo a las bandejas. Y no defraudan los hermanitos que parieron el concepto de electrónica para estadios.

Así arrancó el trip de The Chemical Brothers

Tres décadas en el gremio llevan Rowlands y Simons. Un trip que arrancó en casas tomadas y fábricas abandonadas del semillero del under británico. Años de comunismo ácido y revolución rave. El tiempo pasa y nos vamos poniendo más tecnos. Pero de aquella contracultura queda poco y nada en estas épocas de realismo capitalista. Reino de la retromanía es el autódromo. Bailar, perderse, olvidarlo.

Cero nostalgia. “Back to The Future”, dice la remera de un pibe que mueve las patitas cansadas en un microdancing pegado a sus colegas. El dúo machaca con “All of Sudden”, “Thumper” y “Fantai”. Todes bailan, menos el cansado señor de seguridad que cabecea cerca de los baños químicos.

“Che, nos cagaron, esto era rock”, se escucha al pasar por la barra del vulgar campo VIP. ¿Quieren rocktrónica? Tomá… Los superstar DJ zamarrean a los herejes con “Hey Boy Hey Girl” mezclado con “Girl So Confusing” de Charlie xcx. Humos, láser, proyecciones: experiencia inmersiva regalan los hermanos químicos con su bellísima música para pastillas.

Para el cierre The Chemical Brothers se despachan con “Live Again”, anticipan la visita de sus paisanos los hermanitos Gallagher con “Let Forever Be” y rematan con “Star Guitar”. En un cohete espacial se despiden los Chemical Brothers y vuelan al cielo de estrellas distantes con “Swoon” y “Escape Velocity”, luceros de su discazo Further. Salen disparados por la General Paz, hasta en infinito y más allá.