Hoy se cumplen 80 años de la creación de Télam, la agencia de noticias más importante que tuvo nuestro país y la región.

El 1 de marzo del año pasado, Milei decidió silenciar por completo la agencia pública con una excusa berreta y que no pasa el menor análisis: desde que éramos barrabravas o una agencia de propaganda kirchnerista. Pero en todos los medios de comunicación de nuestro país, desde los más grandes a los más chicos, saben que no es así y hoy sienten la falta de Télam. 

En cada conflicto social importante, en cada desastre ambiental, ante cada hecho informativo de relevancia, se nota la falta de Télam. Los medios privados tienen menos fuentes de información y, por lo tanto, la población tiene menos voces, menos pluralidad y menos diversidad. 

Télam, una deuda de la democracia
Foto: Somos Télam

Es claro que este gobierno ataca a la comunicación porque prefiere una sociedad desinformada y una agencia de noticias que no informe sobre la estafa de la criptomoneda, ni la inflación, ni el precio del dólar, ni el cambio climático, ni los conflictos que genera la pérdida de capacidad del Estado en todo el territorio nacional. Eso lo contaba Télam. 

Con corresponsalías en todo el país, con servicio de cables, fotos, videos, audios, con especialidad en temas judiciales, policiales, deportivos, culturales, la agencia brindaba un servicio que durante este año de silenciamiento total se demostró que es irremplazable. 

Por otro lado, el gobierno ya había eliminado la pauta publicitaria pública. Una pauta que nosotros siempre pedimos que no se otorgue de manera discrecional, sino que se distribuyera de forma democrática y federal.

Sostenemos que el Estado tiene la obligación de llevar adelante las campañas de bien público a toda la población, y que además sea Télam quien promocione, difunda y controle esas campañas porque es lo que le permitiría al Estado, a la vez de llevarlas adelante, ser el contralor oficial. 

En gobiernos anteriores discutimos sobre el carácter que debía tener la agencia, su capacidad, cómo debía adaptarse a las nuevas tecnologías, si debía ser más o menos grande. Nunca le temimos a ninguna de esas discusiones. 

Fuimos los trabajadores y trabajadoras quienes planteamos el control parlamentario para que no dependa sólo de la buena voluntad – o los caprichos – del ejecutivo nacional. 

Lo que no puede estar en discusión es su existencia y su rol social. Todos los países del mundo tienen agencias de noticias y medios públicos propios, potentes, porque es parte de la defensa de su soberanía.

Tras cuatro meses de resistencia, de acampe en la puerta de los edificios, sostuvimos la fuente de trabajo. Pero Télam como tal, con su potencia y su rol social, no existe. Para recuperar una democracia con anclaje social, para recuperar un Estado fuerte, con capacidad informativa, resulta fundamental recuperar Télam y su rol social. 

Los trabajadores y trabajadoras que resistimos, que enfrentamos al gobierno con paros generales, acampes, movilizaciones masivas y una lucha constante, vamos a plantearle a cada sector de la política que quiera enfrentar a Milei, que estamos ahí para dar esa pelea.

Pero, además, remarcar que será con nosotros y nosotras la imprescindible tarea de reconstruir y mejorar las cosas que este gobierno quiere destruir para siempre. 

Y Télam, símbolo de lucha y de resistencia, será también símbolo de recuperación y de democracia.

Télam, una deuda de la democracia
Foto: Somos Télam