Un sentido homenaje a la Hollywood de su juventud pero también un intento de reescribir la historia es el sorprendente nuevo film de Quentin Tarantino, “Once Upon a Time… in Hollywood” que tuvo su estreno mundial hoy en el 72º. Festival de Cannes en una versión no definitiva de 2 horas 41 minutos.
En el film, plagado de guiños al espectador cinéfilo, se habla de un actor televisivo en su parábola descendiente que renueva su carrera gracias a una serie de western-espaguetis en Roma (Clint Eastwood) y su amistad con su doble de acción (Leonardo Di Caprio y Brad Pitt, respectivamente).
Pero la acción transcurre en 1969, el año del famoso asesinato de Sharon Tate y de tres de sus amigos a manos de la banda diabólica de Charles Manson, que viven justamente en la casa de al lado del actor, y lo extraordinario del film es el nuevo giro que da Tarantino a la película, reinventando la historia de una manera tal que el mismo director ha pedido encarecidamente a los periodistas que asistieron en masa al estreno mundial que se abstengan de revelarla para mantener la sorpresa.
Cuando ocurrió el trágico hecho, que cambió para siempre la imagen de inocencia que se había dado Hollywood a través de los años, Tarantino tenía solo 6 años (nació el 27 de marzo de 1963) pero ya era un ávido devorador de series y películas, lo que agregado a su trabajo de empleado de un negocio de venta de cassettes video, lo formarían indeleblemente y marcarían su estilo.
En la primera parte del film vemos a Rick Dalton (Di Caprio) conforme con una modesta carrera de villano en series de capítulos de media hora (el escalón más bajo de la jerarquía televisiva) hasta que un productor (Al Pacino en un cameo inspirado en Joseph E. Levine que por aquellos tiempos importaba espaguetis western y films pseudo históricos para el mercado norteamericano) lo convence a ir a Italia diciéndole que eso puede darle nuevo ímpetu a su carrera declinante.
Dalton se hace amigo de su doble de acción Cliff Booth (Pitt) contratándolo como chófer (le han retirado la patente por manejar borracho) y hombre de todo servicio e incluso lo lleva consigo a Italia durante los seis meses que dura su contrato.
Pero al volver a Hollywood, engordado de siete kilos, una nueva esposa italiana y una total desconfianza en sí mismo, Dalton se hará una borrachera de despedida con su amigo.
Pero la banda de Manson se equivoca de casa y en lugar de ir a la de Sharon Tate van a la de Dalton y Booth, una equivocación que pagarán con sus vidas en una de las escenas más violentas (pero siempre con un toco de ironía) que jamás haya filmado Tarantino.
No es dado saber si la versión que se ha visto en Cannes será la definitiva. Tarantino la terminó a las apuradas a pedido del seleccionador Thierry Frémaux para permitirle la caza de su segunda Palma de Oro (después de la conseguida en 1995 por “PulpFiction”) pero estas dos horas tres cuarto pasan muy rápido, demostrando la capacidad narrativa del director, siempre experto en mantenimiento del ritmo, manejo de los actores y pericia de diálogos.
Su inclusión a último momento en el programa ha sido un golpe maestro de Frémaux que no quería repetir el error del año pasado con “Roma” de Alfonso Cuarón, cuando la excluyó del concurso por ser producida para la TV paga de Netflix, regalándosela a Venecia que la premió con el León de Oro y la lanzó internacionalmente hacia los Oscars.
Ahora, “Dolor y gloria” de Pedro Almodóvar, la película más elogiada por la crítica y segura candidata a la Palma de Oro, tiene su enemigo más temible si no aparece otro rival entre los seis films que faltan para completar el programa, algunos de ellos filmados por nombres de todo respeto como Marco Bellocchio, AbdellatifKechiche, Xavier Dolan o Elia Suleiman.