Los tres meses de negociaciones entre el gobierno de Milei y la CGT han terminado en una humillación a la central obrera por parte de Sturzenegger y el CEO de Techint que ocupa la Secretaría de Trabajo. Dicho de otra manera, es el previsible resultado de la orientación colaboracionista de Gerardo Martínez, Andrés Rodríguez, Daer y con ellos de los presuntos “críticos” como Pablo Moyano, pero que no sacan los pies del plato. Se impusieron “el coloso” y la UIA. De la reforma laboral “light” pasamos a una agravada.

En la reglamentación de la ley Bases se excluyen los contratos de obra y servicios de agencia de la ley de contrato de trabajo (LCC), lo mismo que los “colaboradores independientes”, legalizando el fraude laboral. El período de prueba llega hasta el año. Es el mayor ataque directo a la LCT desde la dictadura.

Se premia el trabajo informal al eliminar las multas y deudas. Al contrario de lo que afirman desde el gobierno facholibertario, de este modo no se promueve el blanqueo, todo lo contrario: al no penalizar el trabajo en negro se garantiza su impunidad y por lo tanto se lo promueve. Sturzenegger y Cía fingen ignorar que el empresario que contrata trabajadores en negro dispone de ingresos en negro, evade los impuestos, no factura. Si no tuviera ingresos informales no podría tener empleados informales. Es una vía que ya fracasó con la ley de rebaja de aportes patronales de 2014, tras la cual siguió creciendo el trabajo informal. En el supuesto de blanqueo de un trabajador se reconocen cinco años de aportes previsionales, pero a cargo de Ansés, no del empresario y el resto directamente lo pierde el trabajador. El único premiado es el empresario negrero.

También quedó firme la anulación de las reinstalaciones en caso de despido arbitrario o de persecución antisindical, sólo habría un importe agravado a demostrar en la Justicia. Se tiran por la borda décadas de lucha para lograr que centenares de compañeros sean reinstalados en la industria gráfica, metalúrgica, del neumático, entre otras. No es un golpe a las cúpulas sindicales, es un golpe al activista fabril. Indudablemente no ha sido prioridad de los gordos en las discretas negociaciones.

 Se habilita el “fondo de cese” en lugar de la indemnización, a nivel convenio de empresa y aún de manera individual para los nuevos empleados con regímenes varios, incluso sin monto o porcentaje establecido para el caso de la libreta tipo “construcción”, o sea que puede ser (y será) un porcentaje menor al 12% el primer año y 8% a partir del segundo año establecido en la Uocra. Aquí hay una de las frutas más envenenadas de Federico Sturzenegger. Él lo adelantó. Será un menú a la carta, “cada empresa grande, mediana o pequeña podrá elegir cómo despedir”. Aplicar esto supone convenios por empresa que destruyen el convenio colectivo de rama y, según la reglamentación, puede ser “pactado” con los nuevos trabajadores al ingresar. Como todos saben, ningún trabajador que está entrando en un laburo pueda “pactar” absolutamente nada. Es el comienzo del fin de la indemnización como resguardo de cierta estabilidad laboral. Un punto estratégico para que el trabajador, a merced del despido patronal barato sino gratuito, sea un verdadero esclavo sin derechos.

Y, como frutilla al postre, no se reglamentó el despido causado por “bloqueo” en huelga lo que dará lugar a la interpretación patronal libre que después habrá que litigar en la Justicia durante años. Se informa que este punto no tuvo reglamentación por las posiciones encontradas de la UIA y la CGT, lo cual indicaría que los otros sí tuvieron “consenso”. Por ejemplo, una movilización interna a la oficina de recursos humanos pidiendo aumento u otro reclamo puede ser considerada “bloqueo”, no sólo un piquete disuasivo como hay en cualquier huelga seria para reforzar al trabajador amedrentado por el poder patronal-estatal. Es la línea de la esencialidad educativa y el decreto antihuelga en la actividad aeronáutica (con medida cautelar suspensiva por su carácter anticonstitucional), complementarios de esta disposición.

La orden de Martín Menem suspendiendo el tratamiento de la ley Tetaz, que ataca las cuotas compulsivas y mete las narices en otras disposiciones sindicales, confirma que esta reforma fue negociada. El movimiento obrero se tiene que poner en pie contra este ataque histórico que viene a completar la flexibilización menemista. Es Milei o los trabajadores. Fuera la ley Bases.