Después de haber asesorado en la fundación de más de 50 startups, en diferentes países de América y Europa, Tomás Volonté y Damián Sánchez, dos jóvenes argentinos que se conocieron en el secundario y viajaron juntos por el mundo, decidieron que su experiencia podría ayudar a que muchos otros no pierdan tiempo y dinero en la creación de startups que, en un 90%, desaparecen antes de los 3 años de vida.

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Automatizando toda su experiencia, que conjuga el saber teórico de la facultad (los dos estudiaron Administración de empresas) y el práctico de múltiples proyectos propios, sumado al de otros reconocidos por haber lanzado y vendido sus propias startups, fue que crearon la primera escuela argentina de startups, Novolabs, cuyo propósito es aprender a crear una de ellas desde cero, paso a paso y utilizando la menor cantidad de tiempo y dinero posible para validar si tienen o no potencial para convertirse en un negocio exitoso. 

De esa manera, apuntan a que el ratio de fracaso de estas empresas (que en un 80% no logran generar ventas en los primeros 6 meses y en un 50% cierran antes del año) sea menor. Para ello, ofrecen una formación teórica y práctica, con contenidos semanales y reuniones con mentores. Según afirman, «cada uno de los pasos son validados y contrastados con la realidad», con el fin de que no se trate solo de buenas ideas sino productos o servicios que el mercado esté dispuesto a incorporar.   

River, Bayer, genios y raperos 

Entre las personas que ya participaron de los programas de Novolabs hay casos llamativos, como el de un ex arquero de River, con varios proyectos; un ex CEO de Bayer que decidió apostar todo por su emprendimiento y dejar el mundo corporativo; un “niño genio” español de 12 años y un joven que está creando la primera academia 100% online de Freestyle, Hip Hop y Cultura Urbana, teniendo como profesores a algunos de los mejores raperos de Argentina. 

Los creadores de la escuela 

Tomás Volonté y Damián Sánchez, los fundadores de Novolabs, tienen en común el haber ido juntos al colegio Pio IX, donde se hicieron amigos y empezaron a colaborar en diferentes proyectos. Volonté, hijo de un ex combatiente de Malvinas que tiene un conocido museo en Flores, comenzó de adolescente, vendiendo videojuegos piratas a sus compañeros en los recreos, y luego en diferentes proyectos como un local de hamburguesas y una tienda online de comics.

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Foto: Europa Press

Sánchez, por su parte, tuvo su primer contacto con la tecnología a los 3 años, cuando ya cambiaba chips con su padre, un ingeniero en electrónica. Comenzó a estudiar Ingeniería en Sistemas pero luego viró hacia Administración de empresas. Su primera apuesta fue vender cupcakes hechos por su madre, luego fundó una marca de ropa y pasó por Iguana Fix, donde viajó por diferentes países, entre otros proyectos. 

Con otro amigo, habían ido a Valencia poco antes de que comenzara la pandemia para probar suerte. Allí surgió el germen de Novolabs, en ese momento enfocado en dar servicios a personas que recién estaban empezando. Los inicios fueron duros y llegaron a trabajar, en forma alternada, como repartidores en Uber Eats para poder comer y pagar el alquiler. Sin embargo, en 2022 dieron con un primer contrato grande, luego otro, y pasaron de “chicos delivery” a tener una empresa con 35 trabajadores que facturaba más de 1 millón de dólares.

Ese proyecto, que consistía en ofrecer servicios de desarrollo y asesoría personal a startups, cambió en 2023, gracias a la experiencia acumulada y las necesidades que veían en otros emprendimientos. Así crearon la escuela de formación que hoy es Novolabs.