El rey emérito Juan Carlos I abandonó España en medio de un absoluto hermetismo de la Casa Real sobre su destino en medio del escándalo de corrupción en el que está implicado.
Los medios españoles afirmaron que voló rumbo a República Dominicana, donde se quedaría unas semanas hasta definir un destino permanente para su autoexilio.
Antes de partir, Juan Carlos de Borbón envió una carta a su hijo, el rey Felipe VI en el que le manifestó su «meditada decisión» de trasladarse en este momento «fuera de España», «ante la repercusión pública que están generando ciertos acontecimientos pasados de mi vida privada», con el propósito de «contribuir a facilitar el ejercicio de tus funciones».
De acuerdo con el diario La Vanguardia, abandonó La Zarzuela el domingo tras escribir esta histórica carta, y pasó la noche en la localidad gallega de Sangenjo, lugar que ha frecuentado durante los últimos años y donde suele hacer vela.
El lunes por la mañana viajó en coche hasta Oporto, Portugal, y desde allí voló rumbo a la República Dominicana, con la intención de quedarse unas semanas con una familia que hizo su fortuna con las plantaciones de azúcar, antes de buscar un nuevo destino.
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El diario ABC también afirmó que el exmonarca estuvo en Sangenjo y Oporto y que tomó un avión para viajar al aeropuerto de Santo Domingo, República Dominicana.
El paso del rey emérito, avalado por el Ejecutivo español de forma oficial, puso de manifiesto divisiones internas en el propio Gobierno y entre los distintos partidos políticos de España, enfrentados en torno a si Juan Carlos de Borbón debía o no quedarse en el país para hacer frente a la Justicia.
La ministra de Igualdad española y figura destacada del partido de izquierda Unidas Podemos (UP), Irene Montero, negó que el Gobierno de coalición del que forma parte haya participado de negociaciones para facilitar la decisión de la Casa Real, al tiempo que reprochó a sus socios socialistas haber tomado la decisión y no haberle informado.
Además, Montero calificó de «indigna» la actitud del rey de «huir» de España, tras destacar que «la gente lo interpreta como un intento de «eludir la acción de la justicia, según declaró a la radio Cadena Ser.
El abogado del ex monarca, Javier Sánchez Junco, dijo en un comunicado que, pese a trasladarse fuera de España, Juan Carlos I «permanecía a disposición de la fiscalía».
El rey emérito español es investigado en dos causas judiciales. El Tribunal Supremo español decidirá a fines de agosto si finalmente lo imputa por presuntos delitos de corrupción tras abdicar a favor de Felipe VI, en junio de 2014 y Suiza mantiene otra causa abierta por esos hechos.
En 2018, la empresaria alemana Corinna Larsen, examante del monarca, declaró a la fiscalía suiza que el rey emérito le había hecho transferencias multimillonarias.
Larsen también explicó que Juan Carlos había recibido una comisión después de que empresas constructoras españolas se hicieran con el contrato de construcción de la línea de tren de alta velocidad entre La Meca y Medina en Arabia Saudita.
Señaló que Juan Carlos le había transferido 65 millones de euros en una cuenta en las islas Bahamas, una donación que, según ella, no le había hecho para ocultar el dinero, sino «por gratitud y amor», dijo en unas recientes declaraciones a El País, que generaron más revuelo en España.
La prensa suiza también informó en marzo de que Juan Carlos había recibido una comisión de 100 millones de dólares de la parte del monarca saudita Abdullah en una fundación de Panamá que servía como una sociedad pantalla a través de una cuenta del Swiss bank.
Ese mismo mes el Daily Telegraph apuntaba que el rey Felipe también sería uno de los beneficiarios de esa fundación panameña.
Felipe VI buscó marcar distancia de su predecesor y anunció que renunciaba a la herencia de su padre y le retiró su asignación anual de unos 200.000 euros (219.000 dólares).
La imagen personal de Juan Carlos de Borbón quedó muy tocada por esas revelaciones, a las que se suman otros escándalos previos a su abdicación, como cuando se rompió una cadera en una cacería en Botsuana en 2012 durante un safari de lujo pagado por un empresario saudita, en el que estaba acompañado por Larsen, en plena crisis económica en España.