Con un numeroso elenco encabezado por Soledad Villamil y rodada en la ciudad de Bariloche, la serie Atrapados, un thriller policial basado en Caught, novela de 2010 del prolífico Harlan Coben, logró imponerse como una de las producciones de Netflix más vistas en 87 países, a menos de una semana de su estreno, ocurrido el pasado 26 de marzo.
“Para mí, uno de los grandes aciertos de la serie es que sostiene la trama policial a morir y te va a tener ahí. Vas a querer seguir viendo y te atrapa. Pero, por otro lado, van surgiendo temáticas interesantes para conversar, para desarrollar, para preguntarse, y muchas relacionadas con esta cuestión de la virtualidad”, arriesga la protagonista en diálogo con Tiempo.
Ocurre que, en la adaptación local del libro del autor de otros éxitos en la plataforma, como No hables con extraños, Bosque adentro, El inocente y Engaños, entre tantos, la acción no sólo se traslada de New Jersey a la Patagonia argentina, sino que además suma elementos como el grooming y otras problemáticas relacionadas con el mundo de las redes sociales.
El inicio de la historia presenta a Ema Garay (Soledad Villamil), una periodista reconocida por desenmascarar a distintos criminales, detrás de un abusador de menores que capta a sus víctimas a través de redes sociales. La desaparición de una joven estudiante secundaria origina giros sorpresivos a una trama en la que nada resulta ser como parecía.

A la vez que el relato va sumando capas de complejidad en cada episodio, en especial en situaciones que ya parecían resueltas, van emergiendo historias paralelas que muestran facetas desconocidas de muchos personajes.
Producida por Vanessa Ragone, responsable nada menos que de la ganadora del Oscar El secreto de sus ojos, y dirigida por Miguel Cohan y Hernán Goldfrid, Atrapados cuenta con las actuaciones de Juan Minujín, Fernán Mirás, Alberto Ammann, Mike Amigorena y Matías Recalt. Además de un joven elenco en el que destaca Carmela Rivero.
“Cuando me llegó la propuesta, en julio o agosto de 2023, lo que más me atrajo fue leer un guion tan sólido, tan bien estructurado desde el punto de vista del género; y, a la vez, con un personaje tan rico e interesante como el de Ema Garay. Además de llevar adelante la investigación, tiene un conflicto interno, una búsqueda en lo personal y una dimensión de ser humano complejo, con sus luces y sombras”, comenta Villamil.
–¿Cómo fue el trabajo actoral para conjugar todas esas facetas en un personaje?
–Fue un trabajo bastante intenso. Todo parte de algo que estaba escrito y que tenía, ya en la lectura, todas esas dimensiones. Pero había que poder amalgamarlas en una Ema Garay que pudiera tener todas estas facetas y ser verosímil en cada una de estas cuestiones que les van pasando. Esta serie tuvo mucho trabajo. No se hizo de la noche a la mañana, de ninguna manera. Fue un proceso muy profundo y artesanal de elaboración de cada elemento. En la actuación trabajamos mucho. Yo creo que nunca trabajé tanto para un proyecto audiovisual. Fueron como seis meses de lectura, de ensayo, de profundización, justamente para poder crear este personaje al que le pasan un montón de cosas, que a la vez son facetas que se van desplegando a lo largo de los capítulos. Al principio no sabemos mucho de ella, no sabemos muy bien qué le pasa. Sabemos que tiene sentimientos contradictorios, que tiene un hijo. Lo que se va revelando episodio tras episodio son cada vez capas más profundas de su personalidad, de su historia, del dolor que acarrea, de esta cuestión donde, esa búsqueda de la verdad y de llevar adelante la investigación, cueste lo que cueste, la lleva a cometer algunos errores casi irreparables. Fue complejo, fue hermoso, fue desafiante. ¡Todo eso junto!

–¿Qué sentís que le aporta al libro original la inclusión de temas como el grooming y los diversos problemas que conllevan las redes sociales?
–Le aporta muchísimo porque, además de la trama policial, trata algunos temas como este del grooming y, en general, qué pasa detrás de la puerta cerrada del cuarto del adolescente, y de esa especie de abismo que se genera entre los padres y el hijo o la hija. En esa saludable búsqueda de intimidad del adolescente, de cortar con la familia, de buscarse a sí mismo, aparece este mundo de la virtualidad. Cuando era chica también pasaba que te encerrabas a hablar por teléfono y no querías que tus viejos se metan, lo que pasa que ahora detrás de esa puerta cerrada hay todo otro mundo virtual enorme, de relaciones, de anonimatos y esta exposición a la que de repente están sujetos los adolescentes. Los padres tienen cada vez más miedos por todo a lo que los adolescentes se pueden exponer en las redes. Los adultos tampoco estamos exentos de lo que significa vincularnos en las redes, pero ese mundo a puertas cerradas presenta un desafío y es un tema de conversación. No es casual que en este momento haya dos series que estén hablando de esto, porque en realidad es un emergente de una cuestión que está en cada casa. También está la cuestión de la virtualidad, y no sólo desde el punto del adolescente, sino también desde qué pasa cuando uno viraliza una noticia y cuáles son las consecuencias de lo que se publica. Hay muchos temas que surgen: el perdón, cómo poder elaborar los dolores y las heridas, cómo se van tramitando. Hay mucho para el que tenga ganas de ir más allá de la trama policial.
–¿Qué rol juega la ciudad de Bariloche?
–Para mí, la locación es casi un personaje más. Creo que es también uno de los grandes aciertos de la adaptación de la novela, que originalmente transcurre en un lugar urbano. Porque, por un lado, está lo geográfico y la belleza del lugar, pero también está lo desafiante que significa esa naturaleza para la vida cotidiana. También el hecho de que sea una ciudad pequeña en donde todos se conocen y donde un acontecimiento tiene una repercusión y afecta a la vida de muchísimas personas inmediatamente, porque hay algo de cruce en la escuela, y en familias interconectadas por esa escuela. Bariloche le aporta la camerata, el violín. También le aporta la adolescencia y la juventud en una ciudad pequeña. Esos jóvenes buscándose en un lugar, que no es una gran ciudad en donde pueden interactuar con muchos mundos, sino que es más endogámico. Además, se nota que estamos en Bariloche, no es un «no lugar». Es un lugar de la Argentina, con sus diferentes barrios, sus diferentes clases sociales. Es una ciudad compleja; no es simplemente la ciudad de la postal.

–¿Cambia en algo la manera en que encarás el trabajo al tratarse de una superproducción de una plataforma que, además, supone una gran exposición en otros lugares del mundo?
–Por un lado, es lo mismo porque cuando voy a preparar un personaje o a filmar, estoy pensando en hacerlo lo mejor posible y en trabajarlo lo más profundamente que pueda. Y esas son tareas muy colectivas, no estoy sola, sino todo lo contrario. Hay muchas miradas y cabezas para aportar, para narrar. Entonces, en ese sentido, es igual de importante que cualquier otro trabajo. Es igual la manera en que me involucro en el proyecto. Por otra parte, ahora que salió sí siento un… ¡guau! Es algo a lo que no estoy acostumbrada que se estrene toda una serie el mismo día, que se vea en muchas partes del mundo, que tenga tantos millones de visualizaciones. La visibilidad que le da la plataforma es algo muy impactante para mí. Esto me pasa ahora que se estrenó, no es que pensaba en eso durante la filmación. Durante el rodaje, sí fue impactante que estábamos en Bariloche y éramos muchas personas viviendo allí. Había muchos camiones, mucha producción. Fue un proyecto muy grande, una producción enorme, y eso sí se sentía en el rodaje. «
Atrapados
De Harlan Coben. Adaptación: Miguel Cohan, Ana Cohan, María Meira, Gonzalo Salaya. Dirección: Miguel Cohan y Hernán Goldfrid. Elenco: Soledad Villamil, Juan Minujín, Alberto Ammann, Fernán Mirás, Mike Amigorena, Matías Recalt y Carmela Rivero. Disponible en Netflix.
Villamil y el orgullo de una producción para el mundo
Atrapados es una de las 13 adaptaciones de novelas de Harlan Coben que acordó realizar Netflix, en un millonario contrato que prevé que el propio autor participe como productor ejecutivo en cada una de las miniseries policiales, ambientadas en distintos países y adaptadas por guionistas locales.
Entre las que ya fueron lanzadas aparecen las británicas Me haces falta, Engaños, No hables con extraños, Safe y Quédate cerca; las polacas Ni una palabra y Bosques adentro; y la española El inocente.
Al igual que en todas estas producciones, Atrapados es un espejo al mundo para demostrar eltalento local, tanto en lo referente a lo actoral como a los aspectos técnicos, tal como lo destaca Soledad Villamil.
“Por un lado, pienso que, seguramente, a nivel de producción hay algo que se tiene en cuenta al momento de la convocatoria, en cuanto a que ya hay gente que conoce nuestro trabajo y eso suma en cuanto a poder darle visibilidad a la serie”, acepta, cuando se destaca que tanto su rostro, por su protagónico en El secreto de sus ojos, como el de Matías Recalt, por su labor en La sociedad de la nieve -nominada a un Oscar-, ya cuentan con un reconocimiento a nivel internacional.
Pero advierte: “Esta es una serie con un elenco muy grande, con una protagonista femenina como Carmela Rivero, que es su primer trabajo; con un elenco de actores jóvenes y en roles de mucha responsabilidad; con un elenco que viene tanto de Bariloche, como de Córdoba, como de Mendoza y Entre Ríos, que también están haciendo una primera experiencia en una serie de esta proyección”.
Y concluye: “En ese sentido, hay una combinación que está muy buena, porque así como podemos ver Bariloche y Buenos Aires desde ángulos que se pueden mostrar al mundo, también estamos mostrando un nivel, una calidad y una variedad actoral muy interesante. Es una serie que está hecha cien por ciento, no solo con elenco argentino, sino también con equipo técnico argentino, y que tienen muchísima calidad.»